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MIRAMAR
Costanera s/n
Quintay (56 32) 236 2046
Mi huida de la capital, uno de estos insoportablemente calorosos domingos, me llevó a Quintay, caleta de pescadores a sólo una hora y media de Santiago que me fascina por su tranquilidad, aguas espectacularmente limpias y la ballenera, hoy convertida en museo, y que ya he visitado varias veces. Almorcé en el Miramar, una experiencia válida para compartir. Sentada en la terraza disfruté de una gigantesca porción de machas a la parmesana servidas sin sus conchas en olla de greda, en una cremosa salsa casi hirviendo, junto a una copa de sauvignon blanc. Observando las mesas colindantes, una vez más pude confirmar que este restaurante familiar con toda razón cuenta con fieles clientes: generosos platos con congrio a lo pobre, grandes locos en una cama multicolor de ensaladas frescas, abundante jaiba desmenuzada y camarones (¡muchos camarones!) sobre verdes hojas de lechuga…
Buenos platos, buenos precios, buena vista. Otro mundo cerca de la bulliciosa metrópoli.
Costanera s/n
Quintay (56 32) 236 2046
Mi huida de la capital, uno de estos insoportablemente calorosos domingos, me llevó a Quintay, caleta de pescadores a sólo una hora y media de Santiago que me fascina por su tranquilidad, aguas espectacularmente limpias y la ballenera, hoy convertida en museo, y que ya he visitado varias veces. Almorcé en el Miramar, una experiencia válida para compartir. Sentada en la terraza disfruté de una gigantesca porción de machas a la parmesana servidas sin sus conchas en olla de greda, en una cremosa salsa casi hirviendo, junto a una copa de sauvignon blanc. Observando las mesas colindantes, una vez más pude confirmar que este restaurante familiar con toda razón cuenta con fieles clientes: generosos platos con congrio a lo pobre, grandes locos en una cama multicolor de ensaladas frescas, abundante jaiba desmenuzada y camarones (¡muchos camarones!) sobre verdes hojas de lechuga…
Buenos platos, buenos precios, buena vista. Otro mundo cerca de la bulliciosa metrópoli.