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LA DESTILERÍA
Un bar con aroma y sabor
Hace algunos años un bar era cosa de hombres. Un recinto donde las “damas” de la época no tenían acceso ni derecho a opinión. ¡Voy al bar!, le decía mi padre a mi madre y ella se quedaba tranquila ya que sabia que se juntaba con sus amigotes a beberse un trago o un vino con frutillas mientras ella preparaba el almuerzo.
Eran otros tiempos. Pero los géneros han cambiado y hoy es normal ver un par de amigas conversando en un bar (y nadie “joteandolas” alrededor).
Y si de bares se trata, uno recién abierto: La Destilería, ubicada en el centro - centro de Ñuñoa, detrás de la Municipalidad.
¿Y que le diferencia a los otros bares que están repartidos en todo Santiago?
Es posible que poco o nada. Es posible también que sea diferente ya que la oferta es interesante y a muy buenos precios. Quizá el ambiente o la dedicación de sus propietarios hacen del lugar algo diferente. A decir verdad, La Destilería es más que un bar y menos que un restaurante. Tampoco es un restobar.
¿Qué es?
A dos semanas de obtener sus patentes correspondientes, La Destilería es un lugar de reunión y de conversación. Una casona de tres pisos (el último no habilitado aún), con un interior señorial y unos precios que rayan la inconsecuencia. Llegué por una oferta novedosa que ojalá mantengan. Mil pesos por una copa de vino y $ 2.500 por un Red Label de Juanito Caminante (o Johnnie Walker para los que conocen el idioma). Más aún, de su carta de picoteos, un Carpaccio de vacuno o un Fish & Chips inglés, de tremendo sabor y calidad a sólo $ 3.000.
El lugar encanta a los que añoran los pasados majestuosos de las casonas de inicios del siglo pasado. Gran cocina en el primer piso y noble bar en el segundo. Botellas por doquier y una selección de calidad gracias a las habilidades de los propietarios del lugar. La gracia de todo esto es que los dueños no son unos aparecidos en el ambiente. Conocen la profesión al revés y al derecho… y ello se agradece.
Hoy el bar es una cosa distinta. Es casi un evento social juntarse a beber algo con una conversación entretenida o un beso furtivo dentro de unas palaciegas paredes. El lugar es entretenido, lleno de vida y de tranquilidad. Y eso, en una iluminada Plaza Ñuñoa, es sinónimo de garantía. Yo apuesto por este local. (Juantonio Eymin)
La Destilería: Manuel de Salas 155, Plaza Ñuñoa, Santiago, fono 344 4451