SOTTOVOCE
Uno de los restaurantes italianos
más famosos de Buenos Aires,
abre sus puertas en Santiago.
Debe
ser la apertura más ignorada por la prensa en estos últimos años. Pocos sabían
de este nuevo emprendimiento ligado a la familia argentina Waismann y el grupo
chileno Arte Culinaria, para abrir en Casa Costanera el segundo de una larga
lista de restaurantes que tienen en carpeta. La idea, según Gabriel Veiga,
gerente de esta iniciativa, es que Sottovoce sea un lugar tranquilo, donde su
clientela se sienta verdaderamente protegida y que acá se viene a comer y no a
farandulear.

Lo
primero que llama la atención es la comodidad y calidez del lugar. Manteles y
servilletas blancas con garzones vestidos de negro y blanco con humitas y albos
delantales y mesas lo suficientemente apartadas para una reunión de negocios.
Una elegante y tranquila decoración a cargo de Sergio Echeverría y el diseñador
argentino Pablo Chiappori, le dieron al lugar una impronta clásica bonaerense.
La especialidad es italiana y vaya que lo están logrando, ya que a dos semanas
de su apertura, el lugar se repleta sólo
con reservas, algo que no veía hace tiempo en esta capital.

Guiados
por el espíritu mediterráneo, la propuesta es que los comensales disfruten de
los sabores cotidianos y representativos de diversas zonas de Italia, como
pastas caseras elaboradas en casa, diversas ensaladas mediterráneas, y pescado fresco entre otras preparaciones,
además de postres y helados también preparados artesanalmente. Cuidando al
máximo cada detalle, decidieron traer al país al chef argentino Gastón Caretti,
ex jefe de cocina de La Bourgnone, con el fin de expresar lo mejor de la cocina italiana de
Buenos Aires en este agradable espacio en Casa Costanera.
Impresiona,
por así decirlo. Los viudos del Da Carla y la nueva clientela disfrutarán el
lugar. Sin lograr aun –debido a su reciente puesta en marcha- un servicio
ajustado a los requerimientos de los clientes, el Sottovoce da la sensación de
calidad apenas se traspasan las puertas del lugar. Un frío mediodía y un cálido
interior esperaban mi visita. De la carta, amplia, con antipasto, primo,
secondo y dolce, es difícil escoger. Para probar la mano (y la materia prima)
escogí un carpaccio de salmón (9.800) de buena factura. A pesar de que en Chile
somos productores de salmón, poco sabemos de calidades, pero este plato, con la
grasa justa y necesaria y sin bordes oscuros (síntoma de golpes o hematomas del
pescado), llegó en su mejor versión.

De
fondo, el Rissoto del día (14.800), sabroso pero tibio (un detalle a solucionar
ya que la cocina está lejos y si no se calienta la vajilla se producen estos
problemas), me dio a entender que por el momento –y ojala lo solucionen- el
arroz va en desmedro de la pasta, ya que también probé unos deliciosos
tagliatelli al frutto di mare, que estaban demasiado buenos. En los postres,
genial el helado de dulce de leche además de una generosa oferta de repostería
de factura peninsular.
Vino
en copas, ya que fui el mismo día que salió la patente de alcoholes, aunque me
sorprendió ver algunas latas de Coca Cola en las mesas. Al menos en Chile y en
los buenos comedores, no se ven latas de bebidas acompañando platos que en
promedio bordean los diez mil pesos. No es la gaseosa en sí lo que molesta,
sino que las latas son más de picnic que de restaurantes de mantel. Hemos
tenido varios comedores argentinos en nuestra capital y errores poco
significativos como las latas de gaseosas o aceites de oliva de dudosa
procedencia han provocado su retiro del circuito gastronómico de nuestra
capital. Ojalá no pase con Sottovoce ya que no sólo la puesta en escena es
genial, sino también una gastronomía que nos hace recordar a inolvidables que
ya no existen, como el Da Carla y La Dolce Vita, que si bien pocos conocieron,
su comida era incomparable.
Si
se ajustan las tuercas necesarias, tendremos Sottovoce por mucho tiempo en
nuestra ciudad. (JAE)
Sottovoce /Av. Nueva
Costanera 3900, Vitacura / Casa Costanera, piso 2 / 22486 2091