martes, 17 de diciembre de 2019

LOBBY MAG




Año XXXI, 19 al 25 de diciembre, 2019 

LA NOTA DE LA SEMANA: El Viejito Pascuero
CÓCTELES CON HISTORIA: El Daiquiri
MIS APUNTES: Pampas: Jugando en las grandes ligas


LA NOTA DE LA SEMANA





EL VIEJITO PASCUERO

Nada parece más exótico y extraño en nuestra cultura que el “Viejito Pascuero”, nuestra alteración adaptada del tradicional San Nicolás, Santa Claus (Klaus) o Papá Noel que llegara a instalarse en América Latina desde los países del Hemisferio Norte. Inspira un poco de burla y crueldad verlos vestidos en plena transición de primavera-verano a la usanza del más frío de los inviernos. Creo que ni siquiera nuestra idiosincrasia va con el tierno viejito navideño. Sentar un cabro chico en las piernas es, acá en Chile –al menos-, inmediata sospecha de pedofilia. Mis padres recuerdan cómo uno de los “viejitos pascueros” de la Plaza de Armas, a mediados de los setenta, se agarró a “combos” con otro viejito del gremio porque éste le ocupó su trineo para tomarse una foto con uno de estos cabros chicos que se creen el cuento. En medio de la violenta pelea, los niños presentes estallaron en llanto al ver a dos émulos del espíritu de la Paz y el Amor en la Navidad reventándose a puñetes, con chuchadas y amenazas incluidas. Ante la pelea de los trajes rojos, llegaron los de trajes verdes (pacos les llaman hoy en día) y sólo entonces se recuperó el orden y se restauró el sentido de nuestra Navidad.

El Viejo Pascuero es, de alguna manera, lo que queremos ser (más de lo que en realidad somos), como tantos reflejos de la actual ciudad. Nos encantaría tener saludables hijos rubios, de cachetes rosados y futuro asegurado, colgando calcetines alrededor de la chimenea encendida. Cuánto nos gustaría, también, tener invierno en diciembre (pero manteniendo el sol en vacaciones de verano, se entiende) y andar comiendo pretzels por la calle mientras le tiramos migas a los renos, en vez de palomas, porque la verdad es que ni a nuestro querido huemul lo podemos ver en vivo.

A pesar de que este año la Navidad será bastante más austera por la crisis y destrucción que nos envuelve desde octubre, algunos centros comerciales dan trabajo, al menos, a los actores que personifican al Viejo Pascuero. Otros prefieren la “cacería” de niños entusiasmados con la farsa del viejo de los regalos, asechándolos en algún rincón decorado de rojo para robarles una foto. La pagarán los papás, que son, coincidentemente, los grandes responsables de mantener el mito comercial del Viejo Pascuero, pues, en este mismo cinismo, no existe atrocidad más horrorosa en la paternidad que negarle al niñito la existencia de este gafe navideño, pecado que lo convierte a uno inmediatamente en el propio Grinch. A un hijo se le puede cachetear, alimentarlo con bolas de grasa frita y dejarlo fumar a la salida del colegio; pero confesarle la inexistencia del Viejito, equivale a robarle la niñez.

Feliz Navidad.


CÓCTELES CON HISTORIA





EL DAIQUIRI

Elaborado a partir de ron blanco y jugo de lima, el nombre del daiquirí proviene de una playa cerca de Santiago de Cuba y de una mina de hierro en la zona. El cóctel habría sido inventado por un ingeniero estadounidense que trabajaba en esa mina, Jennings Cox, quien dio forma a la bebida cuando se le acabó la ginebra y tuvo que entretener a unos invitados de su país. Temeroso de servir ron local a secas, Cox le añadió jugo de lima y azúcar para mejorar su sabor. Fue un ingeniero minero de origen italiano quien compartía labores con Cox, Giacomo Pagliuchi, por entonces capitán del Ejército Libertador, quien se encargó de bautizar este cóctel como Daiquirí.

La bebida realmente no se extendió hasta 1909, cuando el almirante Lucius W. Johnson, un médico de la marina de los Estados Unidos, probó la bebida y la introdujo en el Club del Ejército y de la Marina, de Washington, DC. Ya en 1913, en el bar del Hotel Plaza de La Habana, el cantinero español Emilio González también ofrece a sus clientes daiquirí. El daiquirí se popularizó con el paso del tiempo, llegando a ser una de las bebidas favoritas del escritor Ernest Hemingway, cliente de honor de El Floridita, uno de los bares más famosos de la Habana, donde actualmente se encuentra una estatua del escritor.


MIS APUNTES



PAMPAS

Jugando en las grandes ligas

Con la incorporación de un maestro charcutero argentino, está culminando un año bastante movido para los propietarios de Pampas, un emprendimiento de un matrimonio argentino que partió modestamente en un pequeño local de Providencia, para luego ser parte del circuito gastronómico de la Plaza del Sol, donde reina el Baco, Le Bistrot, Ambrosía, Rivoli, Piso Uno y La Salvación, entre otros.

No es tarea fácil enfrentar a esos monstruos de la gastronomía, pero el bonaerense Pablo Orralde, junto a su mujer, ambos socios del Pampas, tenían fe en el producto que ofrecerían a sus comensales, y luego de acondicionar el lugar, ya está ganando adeptos, gracias a una oferta bastante transandina.

Ya no es un restaurante de barrio y a pesar de ello, sus precios son como de “crisis”. Como botón, unas maravillosas láminas de lengua con vinagreta rioplatense (3.800), el mismo valor para un Vitel Toné, láminas de Peceto (pollo ganso), con salsa de anchoas, alcaparras y atún.

Ensaladas y carnes a destajo, sin embargo, es importante destacar algunas especialidades típicas, que bien vale tener en cuenta cuando venga a este –casi- nuevo restaurante. Imperdible es el Matambrito al roquefort (malaya de cerdo con queso azul y cebolla caramelizada (8.900); o la Pamplona uruguaya, un arrollado de pollo envuelto en panceta y relleno con pimientos rojos y queso mozzarella (7.500).

El capítulo de las milanesas es muy atractivo, ya que aparte de las habituales de carne y de ave, ofrecen unas enviciantes Milanesas de berenjenas, rellenas con jamón, mozzarella y tomate (4.400), un verdadero hallazgo.

Pampas promete. Es cierto eso de que a los chilenos les gusta disfrutar la cocina de los argentinos. Desde las empanadas criollas (990) al Tomahawk (19.500), y su famoso Zapallo en almíbar (3.800), conquista paladares que buscan innovar y sentirse cerquita… muy cerquita de Buenos Aires.

Un gran aporte al barrio.

Pampas Fuegos Argentinos: Nueva de Lyon 105, local 9 (Plaza del Sol) / 9 7826 4163