CUANDO LA SIDRA ERA SÓLO
SIDRA
…
Pero el ángel le dijo: “No temas, Zacarías, porque tu oración ha sido
escuchada. Tu esposa Isabel te dará un hijo y le pondrás por nombre Juan… No
beberá vino ni sidra y estará lleno
del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre.” (Vaya, ¿eh?).
Como
en el Vaticano traducen la Biblia a su antojo, hay quién traduce la palabra
hebrea šēkāt como “otra bebida que embriaga”, “cosa fermentada” o hasta por
“licor”, aunque los destilados no se inventasen hasta el siglo XIV, pero en
realidad, la derivación etimológica es, al latín, sicĕra, y al español, sidra.
Pero
¿qué significa la palabra sidra? He aquí el problema.
Sidra
es toda aquella bebida fermentada directamente de la fruta. De ahí la
traducción “bebida que embriaga”, aunque este concepto es falso ya que la
cerveza también embriaga y siempre es llamada por su nombre, ya que exige el
proceso previo de malteado del grano.
Así
pues, el vino sería una sidra de uva y no la sidra un vino de manzana.
¿Lo
han comprendido? ¿Por qué entonces el vino tuvo tanto éxito?
En
primer lugar porque con un marketing como el de “La Sangre de Cristo” y un
best-seller como la Biblia… a ver quién es el más valiente que puede competirle,
y en segundo, es que la sidra es el vino de las tierras frías.
Allí,
donde la vitis vinífera no prosperaba, el hombre utilizó las frutas que tenía a
mano para marearse y así encontramos sidras de pera, durazno, frambuesa, etc.,
que, erróneamente tal y como hemos relatado, se llaman vinos.
Hay
datos que demuestran que no fueron los romanos quienes difundieron el manzano
por Europa sino que mucho antes ya había plantaciones de manzanas en muchos
lugares. De hecho en las ciudades lacustres suizas del neolítico, ya hacían
sidra, y de eso hace seis mil años. Claro que no la escanciaban como nosotros
en copas de cristal, ni distinguían entre las manzanas machucadas o las
seleccionadas… pero bueno… era sidra.