LA BAHÍA
Texto
tomado de "El Santiago que se fue", del destacado investigador
costumbrista chileno Oreste Plath (1907-1996)
El 2 de mayo de 1922, los hermanos Tort f undan
La Bahía, así se le llamaba, y no restaurante. El mismo año la adquirieron Juan
Nofré y Manuel Menéndez; en 1938 pasó a manos de Arcadio Vadel y Antonio Pérez
González. Siempre fue regida por españoles, conocedores de comidas y licores.
Nacionales y extranjeros eran atraídos por la
langosta de Juan Fernández, las ostras, los erizos, las centollas, los mejores
pescados. Los filetes eran de asombro; y los amigos de la carne de rana, de los
muslos, no tenían más que elegir su pieza. Los batracios se encontraban en un
acuario que un tiempo dio a la calle, siendo el embeleso de los niños por su
lomo verde, sus ojos saltones, patas largas que los adultos se las servían a la
bordelesa o al fricasé. Otra exquisitez eran las ostras al caldo de tortuga,
que estaban a veces sueltas sobre la vereda y anunciaban sobre su caparazón el
día de su sacrificio.
La cocina era excelente, el congrio frito, la
corvina margarita, o el lenguado a la mantequilla. Una delicia era el chupe de
guatitas. Regentaban los pescados, mariscos y vinos don Pepe Ruiseñor, que a la
vez controlaba los cumpleaños de los clientes, llamándonos por teléfono en su
día. A toda hora, los espléndidos comedores y el bar estaban colmados. ¿Cuántas
comidas se jugaron al cacho? Se pagaba con cheques, vales y también con dinero.
De su salón de ventas se despacharon muchas entradas, cajas de pollos al
spiedo, de ostras listas para ser servidas y miles de cenas íntimas.

Recuerdo haber leído en diciembre de 1934 que La
Bahía tenía diez mil langostas vivas recién recibidas de Juan Fernández, en sus
viveros de Valparaíso, y estaban listas para atender a sus clientes en sus
órdenes del Año Nuevo con langostas vivas, cocidas y preparadas. Fue refugio de
políticos, banqueros, diplomáticos y de la que se llamaría la "buena
sociedad". Artistas, escritores, catedráticos, poetas, se veían
continuamente. Cuando Jacinto Benavente estuvo en Chile, almorzaba y cenaba
aquí.
El 2 de diciembre de 1947 la Alianza de Intelectuales
que fundara y presidiera Pablo Neruda, la Sociedad de Escritores de Chile y el
Pen Club de Chile invitaron a una comida de honor al escritor guatemalteco
Miguel Ángel Asturias en cuya ocasión se sirvió fondos York, corvina a la
portuguesa, moutton con papas doradas, flan bahía, café, vinos blanco y tinto
"La Bahía".
Mientras hacía recuerdos en esta nota, doy con un
artículo de Jorge Sasmay Vera, que en pocos centímetros cuenta la historia de
La Bahía, del cual tomo algunos novedosos aspectos:
"La
calle se llenaba con el aroma de los pollitos al spiedo que se doraban a la
vista del público en unas máquinas que rotaban y que entonces causaron
sensación.
La
Bahía fue el restaurante en que el menú estaba escrito en español e inglés. Sus
garzones atendían impecables, con
smoking negro de solapa roja y el maître llevaba la solapa negra de
raso. Fue famosos Luchito Riffo, maître incomparable que implantó la delicada
costumbre de decirle a la acompañante del cliente si era señora, 'reina', y si
era jovencita, 'princesa", obsequiándole una rosa aterciopelada color
concho de vino con un ramito verde. Si la dama era casada se la colocaba en el
escote del vestido hacia abajo y hacia arriba si era soltera (...) En el bar
estaban los ases de la coctelería: Gerardo Ruiz Riveros, creador de tragos como
el 'Sputnik", que se bebe hasta en Singapur, 'El pecado original',
aperitivo afrodisíaco a base de vodka, apricot brandy, gotas de marrasquino,
hielo y 'manzanitas japonesas', y Anastasio Caballero Fernández, El Tana, que
estivo 37 años en La Bahía; preparaba el agarrador 'cóctail bahía' y el 'chuflay'
(bilz, aguardiente, fernet y torrejas de limón).
Entre
algunas de las delikatessen que ofrecía La Bahía recuerdo los pollitos 'a lo
Méndez Vigo' deshuesaditos, rellenos con tallarines, criadillas, crema Nestlé y
preparados en salsa de coñac importado; los tallarines Bontoux, cocinados al
horno con pechuga de ave, crema y servidos en lebrillos de greda. La suprema
archiduquesa de ave, las ostras y las langostas, todo regado con vinos de las
mejores marcas, aperitivos y bajativos importados y aromáticos puros para
sobremesa (...). En el bar tenían 'cola de mono' todo el año. El trago
dominguero era la vaina en oporto o jerez y la sed aumenta al evocar los
'borgoñitas'. Desde un proscenio actuaba un conjunto de cuerdas de siete
profesores, al almuerzo, dando la cara al bar. De 19:00 a 23:00 horas giraban,
daban frente al gran comedor y amenizaban las horas de comida".
"Cuatro
ex Presidentes de Chile visitaron alguna vez La Bahía: Arturo Alessandri Palma,
Don Arturito; Pedro Aguirre Cerda, Don Tinto; Juan Antonio Ríos, El Huaso, y
Gabriel González Videla, Don Gabito (...). Artistas como Douglas Fairbanks Jr.,
Clark Gable, Adolphe Menjou, Walter Pidgeon, Tyrone Power, Tito Guizar, Cantinflas,
Jorge Negrete, Hugo del Carril, Charlo con Sabina Olmos, Tito Lusiardo, Luis
Sandrini y Tita Merello, el doctor, Alberto Castillo, Aníbal Pichuco Troilo y
Marianito Mores, entre otros, a su paso por Chile disfrutaron del señorío de
este restaurante.”
Un día del año 1963, los propietarios del inmueble
lo transfirieron y el comprador hizo que La Bahía se quedara sin muelle de
atraque. Se podría decir que se puso a descansar como un pontón después de
cuarenta años de navegación. Se dijo que sería un reposo que duraría hasta que
se encontrara una nueva casa donde instalarse. No la encontró y éste cerró en
1963. El Edificio se demolió y en la calle Monjitas a la altura del Nº 846
donde se encontraba, se le recuerda con un pasaje: Centro Comercial Bahía.
(Urbatorium)