Desde Lima
¿REALMENTE EL PISCO PERUANO ES BUENO?
*John
Santa Cruz, desde Lima, Perú
La semana pasada tuve la oportunidad de
catar unos destilados chilenos que compartió amablemente Lucero Villagarcia,
catadora y sommelier peruana (que en los últimos años se ha convertido en toda
una embajadora del pisco), en las instalaciones de la Escuela Peruana de
Servicio y Sumillería, dirigida por el también sommelier José Arellano, con
resultados más que sorprendentes.

Esta cata, que estaba dirigida a amantes
del pisco, especialistas y catadores, se da en un contexto delicado con
respecto a la realidad del aguardiente peruano. Hace unos días el presidente
del Consejo Regulador del Pisco, Jaime Marimón, informó que la Comunidad
Económica Europea había otorgado la Indicación Geográfica Pisco al Perú, lo que
supone una especie de reconocimiento a que el nombre en cuestión es originario
de nuestro país; pero más que ello, esta resolución – evidentemente comercial-,
también da pie en bola a que los hermanos del sur puedan seguir vendiendo su
destilado en la comunidad europea bajo el nombre de Pisco.
Como es sabido, los mapochinos se nos
adelantaron 11 años, y en el 2002 registraron la palabra Pisco para su
aguardiente en los países europeos, lo que generó un precedente para esta
última resolución. Al margen de toda esta disputa legal, que se las dejo a los
abogados o juristas internacionales, pues aún hay mucha lana por rebanar, a lo
que quiero llegar es que acá nos matamos defendiendo que el pisco es peruano
cuando gran parte de nuestros propios productores, no solo hacen un pésimo
destilado, mal llamado pisco, sino que con estos productos salen al exterior,
lo que perjudica fuertemente a los pisqueros responsables que buscan posicionar
el pisco en países comerciales, como lo viene haciendo con éxito Johnny Schuler
con su pisco Portón.

Es sabido que los espirituosos de Chile
son hidratados para bajarles el grado alcohólicos, reposados en barricas y así
brindarles cuerpo, al mismo estilo de los grandes destilados europeos como el
coñac. Por ello su color es caramelo, al menos los más tradicionales, ya que en
los últimos años ellos están gestando unos aguardientes que no llevan paso por
barrica, lo que los hace traslúcidos como el nuestro y de muy buena calidad. Es
más, en esta cata, la mayoría de los que estuvimos en ella, pensamos que una de
las muestras era nuestro destilado; pero no, nos equivocamos, era un Waqar
(40º, proveniente del Valle de Limarí y de uvas muscat) de unos 40 dólares
aproximadamente, casi igual que el pisco más caro.
Estaba muy bien hecho, correcto en nariz
con presencia de flores blancas, frutal, balanceado en boca, ingresaba dulce y
luego se tornaba complejo – ¡Era un Pisco!-. Luego llegó un singani (destilado
de Bolivia) Casa Real (regular), otros destilados sureños como el “Pisco”
(regular), un Gobernador (malísimo), La Serena (bad, de 35º), Mal Paso (regular
tirando para bueno) y un Mistral (muy bueno, de 46º; ojo este era reposado). Al
finalizar, Lucero sorprendió con sacar dos muestras de pisco para hacer una
comparación final con sus primos chilenos. Y la verdad, nos quedamos con los
crespos hechos (y encima que estoy pelado).

El primero fue un Portón Acholado que
marcó una clara diferencia con el resto de aguardientes, y el último fue un La Blanco
Quebranta, que decepcionó en comparación con el resto de pruebas que se
encontraban en la mesa. Eso nos hace pensar que en nuestro mercado, primero, lo
que se tiene que hacer es tener un franco control hacia los piscos muy mal
hechos, comprando un cromatrógrafo de gases para analizar las muestras
anualmente, tener un franco control sobre las viñas (saber cuánto producen de
uva pisquera, para quién la produce, etc), renovar los permisos de denominación
de origen anualmente, y así sancionar a los productores que no mantengan una
calidad debida y, por último, certificar toda la cadena de producción.
Así saldrán del mercado los piscos
adulterados y de baja calidad. Recién allí, con la casa ordenada, con piscos
bien hechos, recién podemos pensar en buscar recuperar la denominación de
origen Pisco, que obviamente nos pertenece. Así que cuando hablemos y osemos
comparar nuestro aguardiente con el de los hermanos del sur, primero comamos
ají y luego hablemos. ¡Salud con pisco! (Ojo, con el verdadero).
* John Santa Cruz es
periodista peruano, editor de la revista Dionisos, catador de pisco y
sommelier. (www.dionisos.com.pe).