EL CALUGÓN "PELAYO"
Los calugones "Pelayo" cumplen cerca de
cuarenta años en el mercado chileno, y siempre en el mismo ámbito de venta:
kioscos, locales de barrio y vendedores de golosinas en el transporte público.
No conozco un producto más popular y que haya sobrevivido
por tanto tiempo en esta clase de oferta "de calle", salvo quizás los
caramelos "1/2 hora", aunque estos se redujeron considerablemente de
la venta en la locomoción colectiva hace tiempo, casi desapareciendo de ese
ámbito en particular.
Aunque su creador comenzó a vender las primeras calugas de
su factura casi 15 años antes, "Pelayo" es un símbolo especialmente
asociado a los años ochenta; niñez, adolescencia o juventud de al menos dos
generaciones. Eran los tiempos cuando competía en la venta de los microbuses
con otros productos como los biscochos "Merendina",
"Milonga" y "Rayitas", además de los primeros bombones
"Privilegio" que aparecieron para el público masivo.
El calugón, sin embargo, tenía la ventaja de que duraba
largo tiempo mientras era chupeteado durante el largo viaje en micro, además de
que en aquellos primeros años era mucho más grande que ahora; calculo que casi
el doble, a menos que las proporciones de mi boca infantil me engañen. Primero
se vendía a $5 (dos por 10); más tarde, el precio fue subido a $10. Quién no
recuerda ese típico grito del vendedor santiaguino: "¡Calugón Pelayo a 10,
a 10 el calugón!". Creo que con ese valor lo sorprendió la llegada de los
años noventa. Actualmente, se ofrecen entre tres y cuatro unidades por $100.

La empresa chilena Alimentos Pelayo Monroy S.A., con sede en
la comuna de La Granja, literalmente se coronó con este producto. Su nombre es
el mismo que ostenta desde la pila bautismal su fundador y su logotipo era una
corona. Y no es gratuito que el señor Pelayo haya aspirado desde temprano a ser
rey de este rubro, entonces. Además, lleva el nombre del primer soberano del
Reino de Asturias, el Rey Pelagius, así que su destino monárquico estaba
trazado desde el principio del eterno retorno histórico, para su fortuna.
El origen de la firma está en el Santiago de los años
sesenta, cuando el modesto taller familiar comienza a producir calugas
artesanales que vendía personalmente don Pelayo. Sin embargo, el dueño
experimentó con varias fórmulas posteriores hasta llegar a una óptima en la
década siguiente, para producir el masticable a base de caramelo y nueces,
además de ingredientes que formaban parte del secreto del éxito. Con esta receta
y un tamaño generoso para la golosina, su golpe en el mercado fue
extraordinario.
La demanda del calugón llegó a ser tanta que la empresa
debió proveerse de nuevas maquinarias. Su primer equipo automático, que lo
había sacado de su condición de taller artesanal e industrializó por primera
vez su línea de productos, fue adquirido en 1978, según la página web de la
compañía. Sin embargo, como la acogida del novedoso producto se fue ampliando
progresivamente en la década siguiente, debió incorporar nuevos y mejores
equipos. Así, la producción de la empresa se concentró especialmente en el
famoso calugón, aunque no por ello dejó de diversificar sus productos. Es por
esta razón que la caluga con la fórmula antigua es conocida como el calugón
clásico, existiendo otros posteriores a base de almendras, maní, pasas al ron,
crema y coco.
A pesar de la feroz competencia de productos vendidos en el
comercio callejero de los años noventa, el calugón pasó la prueba del cambio de
milenio y mantiene hasta ahora el reinado en su nicho específico de mercado. La
verdad es que nadie ha osado competir con este caramelo masticable en base a
algún producto similar, pues "Pelayo" no tiene parangón en el
comercio.
Las calugas son caramelos profundamente ligados a la
tradición chilena. Hasta el más famoso de nuestros hombres de circo llevaba su
nombre: Abraham Lillo Machuca, alias el inmortal Tony Caluga. Los niños
chilenos de antaño, además, se desafiaban a pelear con un extraño juego de
duelo: el Caluga y Menta (y no "Caluga o Menta", como se tituló un
largometraje chileno de 1990, aludiendo equivocadamente el nombre del juego).
De hecho, la Real Academia Española reconoce la palabra "caluga"
asociado como de origen chileno, y significa: "Caramelo blando de forma
rectangular". Entonces, el calugón "Pelayo" sería dos veces
chileno: tanto en su naturaleza de golosina "caluga" como en su
indiscutible popularidad en nuestro pueblo.
El año 2006, la empresa Alimentos Pelayo Monroy S.A. vendió
su producto estrella al grupo comercial mayorista Club del Almacenero Alvi.
Actualmente, no sólo se produce el calugón que le diera fama, sino también
otras golosinas como gomitas, calugas de dulce, turrón de maní, calugas bañadas
en chocolate, toffees, alfajores, grajeados, calugas de leche y algunos refrescos,
entre otros.
Sin embargo, su nombre ha quedado inmortalizado en la
cultura popular chilena como el famoso calugón "Pelayo" que endulza
nuestros viajes por la ciudad desde hace tres décadas. Sacar a $50 ó $100,
siempre será de las golosinas favoritas de miles de chilenos. (Urbatorium)