¡Y SE FUE EL 2009!
¡Y se fue el 2009! El año comenzó sombrío. La crisis económica comenzaba a golpear las puertas del mundo y de Chile. Aun así, miles de chilenos decidieron gastar parte de sus ahorros en unas buenas vacaciones. Reemplazaron Punta Cana por La Serena, Nueva York por Iquique y Europa por la carretera austral. Aun así, el pronóstico era negativo. Las sonrisas cada día eran menos y las caras apesadumbradas eran mayores a las que acostumbramos a ver diariamente en las calles de nuestro país.
2009 partió lento. También se veía venir un remezón fuerte en nuestra gastronomía. Las cartas de los restaurantes se adaptaron a la realidad y desaparecieron delicatessen normales como las trufas, el foie, el wagyu y otros productos de alto valor. Se reemplazaron por asado de tira cocinado lentamente (el mejor aporte que dejó la crisis en los restaurantes), y el jurel en lugares insospechados. Para rematarla, los primeros indicios de listeria ponen una voz de alerta a los fabricantes de quesos y cecinas. O sea, más restricciones gastronómicas.
Y terminó el verano. El invierno demoró en llegar en un país donde creíamos que aun podíamos tener cuatro estaciones muy marcadas. El calentamiento global nos predecía un año seco (lo que no sucedió) y miles de plagas. Sólo llegó una, pero no fue bien recibida. La influenza humana o gripe porcina que dejó vacíos los hospedajes en la nieve y casi todos los hoteles de la capital que viven el invierno gracias a los turistas brasileños. Ellos huyeron y las voces de alerta aumentaron. Los restaurantes seguían sufriendo aunque algo raro en estos tiempos, con pocas bajas.
Definitivamente tenemos poca memoria. Todo lo que les escribí en los tres párrafos anteriores fueron parte del 2009. Hoy, vemos tan lejos esa realidad que es posible que el lector crea que sucedió hace mucho tiempo. De la noche a la mañana las expectativas económicas se revirtieron y ya se vislumbra nuevamente un periodo de vacas gordas.
Por lo menos terminamos este año con un sentimiento de prosperidad. Es posible que sea solo una ilusión, pero algo es algo. Los índices económicos están por allá arriba igual que el cobre… y el dólar por allá abajo. Personalmente no me creo tanta felicidad. La encuentro media “plástica” ya que los bancos volvieron a pasarnos un paraguas… que nos lo quitarán apenas comience nuevamente a llover. (Juantonio Eymin)
¡Y se fue el 2009! El año comenzó sombrío. La crisis económica comenzaba a golpear las puertas del mundo y de Chile. Aun así, miles de chilenos decidieron gastar parte de sus ahorros en unas buenas vacaciones. Reemplazaron Punta Cana por La Serena, Nueva York por Iquique y Europa por la carretera austral. Aun así, el pronóstico era negativo. Las sonrisas cada día eran menos y las caras apesadumbradas eran mayores a las que acostumbramos a ver diariamente en las calles de nuestro país.
2009 partió lento. También se veía venir un remezón fuerte en nuestra gastronomía. Las cartas de los restaurantes se adaptaron a la realidad y desaparecieron delicatessen normales como las trufas, el foie, el wagyu y otros productos de alto valor. Se reemplazaron por asado de tira cocinado lentamente (el mejor aporte que dejó la crisis en los restaurantes), y el jurel en lugares insospechados. Para rematarla, los primeros indicios de listeria ponen una voz de alerta a los fabricantes de quesos y cecinas. O sea, más restricciones gastronómicas.
Y terminó el verano. El invierno demoró en llegar en un país donde creíamos que aun podíamos tener cuatro estaciones muy marcadas. El calentamiento global nos predecía un año seco (lo que no sucedió) y miles de plagas. Sólo llegó una, pero no fue bien recibida. La influenza humana o gripe porcina que dejó vacíos los hospedajes en la nieve y casi todos los hoteles de la capital que viven el invierno gracias a los turistas brasileños. Ellos huyeron y las voces de alerta aumentaron. Los restaurantes seguían sufriendo aunque algo raro en estos tiempos, con pocas bajas.
Definitivamente tenemos poca memoria. Todo lo que les escribí en los tres párrafos anteriores fueron parte del 2009. Hoy, vemos tan lejos esa realidad que es posible que el lector crea que sucedió hace mucho tiempo. De la noche a la mañana las expectativas económicas se revirtieron y ya se vislumbra nuevamente un periodo de vacas gordas.
Por lo menos terminamos este año con un sentimiento de prosperidad. Es posible que sea solo una ilusión, pero algo es algo. Los índices económicos están por allá arriba igual que el cobre… y el dólar por allá abajo. Personalmente no me creo tanta felicidad. La encuentro media “plástica” ya que los bancos volvieron a pasarnos un paraguas… que nos lo quitarán apenas comience nuevamente a llover. (Juantonio Eymin)