miércoles, 27 de octubre de 2010

BUENOS PALADARES

LAS CRÍTICAS GASTRONÓMICAS DE LA SEMANA

RODOLFO GAMBETTI (Las Últimas Noticias)
(22 octubre) BASÍLICO (Nueva Costanera 3832, Vitacura, fono 228 9084): “Para compartir ofrece una tabla de sabrosa entraña ($12.000), corte de vacuno que no todos conocen, con salsa de queso azul. O congrio con un ragout de pequeñas lentejas rojas y verduras grilladas ($8.900). O salmón con papines y alcaparras. O un delicioso costillar de cerdo ahumado con chuchoca ($8.900). Con una carta de vinos adecuada para encontrarle contrapunto a cada plato.” “Sin pretensiones, pero con ingenio y conocimiento, el Basílico ha establecido una alternativa que ya tiene público fiel en la refinada vía de Vitacura. Donde, junto a las marcas internacionales se puede disfrutar todavía, sin pagar royalty, de la luz y el calor de esta flamante estación.”

YIN Y YANG (La Segunda On Line)
(22 octubre) LE FLAUBERT (Orrego Luco 015, Providencia, fono 231 9424): “Ximena Larrea, dueña del restaurante “Le Flaubert”, no limita al célebre novelista sus vínculos con la cultura francesa. Ahora está presentando, además de su carta habitual, un menú especial con platos que están inspirados en el libro “La cuisine selon Monet”, y que dan cuenta de la afición por la buena comida del célebre pintor impresionista.” “Junto a los ricos pancitos “mollet”, probamos una especial degustación de esta carta. Ella incluye cebollas cocidas, rellenas con carne y gratinadas con queso Gruyère; ricos ostiones a la florentina, con salsa béchamel, espinacas y queso; “moules vertes”, choritos en su caldo con apio, perejil, estragón, chalotas y vino blanco; gratin de berenjenas, que sirvió de compañía a un pollo argentino con torrejas de manzana; escalopas de ternera a la veneciana, cubiertas de huevo duro y perejil, todo ello en pequeñas porciones, sólo para dar idea del estilo de cada plato y donde sobresalían los ostiones y los choritos.” “La presentación lleva el nombre de “Rendez-vous à Giverny chez Monet au Flaubert”, estará disponible durante un mes y vale la pena conocerla.”

SOLEDAD MARTÍNEZ (Wikén)
(22 octubre) AMBROSÍA (Merced 838-A, Santiago Centro, fono 697 2023): “La creciente cantidad de nuevas ofertas culinarias sumada a los frecuentes cambios de cartas en los principales restaurantes impiden seguir con suficiente atención los altibajos de la mayoría de nuestros restaurantes, pero en este caso la secuencia prácticamente anual de visitas me ha ido mostrando una cocina cada vez más segura y con menos imperfecciones en el detalle.” “Como parte representativa de la carta de temporada, pedimos también unos "mariscos al librillo", que en paila de greda traían ostiones, grandes camarones ecuatorianos en su punto y machas blandas, cebolla picada y mucho queso, en un caldo al que le quedaba algo de la acidez del vino ($7.000), y un "pad thai" con abundante cantidad de fideos delgados, tajadas de tomate fresco y de zapallo italiano, camarones, champiñones cortados en cuatro, pimiento morrón, choclitos baby y bastante líquido ligeramente agridulce ($8.000). Plato muy agradable este último, aunque demasiado "inocente" por la poca intensidad del sabor, debido quizás a una excesiva parquedad en el uso de las especias.”

ESTEBAN CABEZAS (Wikén)
(22 octubre) PACHAMAMA (Antonio Varas 2207, fono 885 0035): “Donde durante meses durmió el restaurante Los Durmientes ahora hay un nuevo peruano que en apenas dos semanas ya tiene lleno casi total.” “Para comenzar -con un servicio muy atento a pesar de la cantidad de gente- un piqueo caliente para dos ($12.900) con wantanes rellenos de camarón, pulpo provenzal, brochetas mixta de pescado y camarón, chicharrón de calamar y "rollitos" de pescado que eran, más bien, unas mini croquetas. Todo bueno, del verbo bueno.” “Para beber, un dulce y suave pisco sour peruano ($2.800).” “Luego -admirando la decoración de unos cuadros volumétricos andinos que parece están de moda en los restaurantes peruanos- un cau cau de mariscos ($6.800), abundante, pero algo fome de sazón. Y un trío de cebiches Pachamama ($7.500): uno al cilantro, otro oriental -con su toque de soya- y uno "tres ajíes". ¿Qué mejor halago que dejar el plato vacío?

BEGOÑA URANGA (El Sábado)
(23 octubre) TRATTORIA DA CARLA (Mac Iver 577, Santiago Centro, fono 633 3739): “Una amable señora se encarga de dar la bienvenida, junto con dos trozos de fugazza. El local se mantiene con el mismo encanto de toda la vida. Bonito, lleno de fotografías, afiches y recuerdos.” “Lo primero que sorprende es el precio del vino. Exageradamente alto para lo que pudiera esperarse. Cuesta encontrar una buena etiqueta a precio razonable.” “Pasando al recordado buffet, la cosa se pone seria. Salmón, un ceviche, palmitos, aceitunas, pero nada de lo que hizo famoso ese plato de antipastos. Quizás sería mejor, derechamente, suprimirlo para evitar decepciones. Los camarones al ajillo, ricos. De tamaño más bien pequeño, pero muy agradables de sabor, ideal para mojar el pancito, total nadie lo ve.” “Analizando la experiencia, se descarta que la añoranza, que siempre suele subir las expectativas, fuera el causante de lo sucedido. Es lógico y casi se puede imaginar el esfuerzo de los dueños por mantener vivo un lugar emblemático del centro chileno. Negarse a que muera es casi una tarea titánica. Sin público no hay esfuerzo que valga la pena, y viceversa. El huevo o la gallina.

PILAR HURTADO (Mujer, La Tercera)
(24 octubre) LA CASA VIEJA VITACURA (Vitacura 8411, fono 202 0355): “No pudimos pedir una jarra de borgoña pues no había frutillas, snif, así que hubo un cambio de giro: un poco chileno bloody mary estuvo muy bueno, y mi amiga pidió amaretto sour. Después, por cierto, cambiamos por sauvignon blanc de Santa Ema, que cumplía con las 3 B: bueno, bonito y barato. Probamos un arrollado huaso con pebre que estaba digno, harta carne y bien armadito. También unas machas a la parmesana que traían en pote aparte ese juguito rosado que sale cuando se cocinan, pero todas coincidimos en que era mucho el queso. De fondos un lomo a lo pobre con buenas papas fritas, harta cebolla y dos huevos. Un caldillo Casa Vieja, de pescado y con algunos mariscos que estaba bastante sabroso aunque tenía muchas papas para nuestro gusto. Yo pedí un enorme pastel de choclo que estaba también digno, pero francamente prefiero el que hacen en la casa de mi mamá. De postre un excelente celestino y una ponderación con salsa de manjar que no me pareció muy fresca. En suma una experiencia digna.”