TANINO
El restaurante de la viña Casas del Bosque
Cuando una Van me transportaba a Casas del Bosque, viña ubicada en el valle de Casablanca, pensaba el porqué de la tardía reacción de las autoridades vitivinícolas para desaprovechar oportunidades que nunca debieron perder. De hecho, Chile y sus valles vitivinícolas fueron escogidos hace unos años como una de las capitales del vino del mundo, junto a destinos como Melbourne, Bordeaux, San Francisco, Napa Valley, Porto, Cape Town, Bilbao, La Rioja y Florence.
¿Qué pasó en esos entonces? En buen chileno, nadie le dio pelota a esa designación. Al ver la nula respuesta de los viñateros chilenos, los organizadores decidieron ofrecerle nuestro lugar a Mendoza, una provincia que en esos entonces comenzaba tímidamente a hacer historia. Hoy la ciudad trasandina bulle con una actividad enológica y un turismo de calidad inconmensurable. Nos perdimos esa oportunidad. ¿Será que nos acostumbramos a ser segundos o terceros en las competencias?
Casas del Bosque es un ejemplo de lo que no se debería haber perdido ya que crearon un concepto de enoturismo que podía ser envidia de muchos. Moderno y elegante, no desentona en un entorno lleno de vides y de vistas donde no sólo el vino es la estrella. Millones invertidos en un proyecto donde el visitante puede conocer el trasfondo del trabajo de una bodega, con un refinamiento como pocas veces se puede ver en las rutas del vino.
¿Quiénes llegan a esta bodega?
Nos cuentan que sitios especializados en las rutas del vino y muchos concierges de hoteles recomiendan esta experiencia. Aun así, el espacio está sobredimensionado a la realidad actual. Posiblemente igual que las otras viñas que un día decidieron dar un espacio al enoturismo, algo que hoy en día se visualiza como una versión moderna del Quijote de la Mancha. Una gran inversión para un producto aprovechado solo en parte. Pero allá ellos. Algún día tendrán su recompensa.
En las cocinas del Tanino, el restaurante de la viña, el chef Álvaro Larraguibel. En la armonía con la comida, el enólogo neocelandés Grant Phelps, amante del buen vino, de la buena música… y también de la buena gastronomía. En una pequeña laguna del predio, el aperitivo, con sauvignon banc Reserva 2010 degustamos tablas de cebiches y machas marinadas con pebre de palta. También un frío pinot noir para atacar quesos de diferentes orígenes y frutos secos. Todo mientras una ventolera primaveral amenazaba con destruir toda la mise en place.
A diferencia de los wine writers – o los cronistas especializados en vinos-, yo fui por la alianza entre comida y bebida, que es –supongo- lo que todos ansían. Maridaje le llaman algunos aunque yo decididamente le llamo concubinato, ya que siempre hay vinos acordes con la ocasión. Bien acompañados con un sauvignon blanc Pequeñas Producciones 2010, el almuerzo comienza con un tartar de ostiones sobre un similar pebre de palta que ya habíamos degustado en el aperitivo y un rollito de locos molidos que poco aportaba al sabor de la muestra. Un desperdicio, ya que el loco, por su naturaleza, se pierde cuando es presentado en versiones molidas. Como ésta.
Aun así, el chef se las trae y presenta un delicioso risotto de calabaza y olivas, con queso parmesano y albahaca acompañado de dos trozos de codorniz adobadas en panco, posiblemente lo mejor de nuestro almuerzo. Más allá, una chuleta de cordero marinada en romero y tomillo servido sobre un puré de berenjenas y ragú de tomate que si bien pudo haber sido una delicia, la materia prima (en este caso el cordero) no estuvo a la altura de las circunstancias.
Buenos postres acompañados de una cosecha tardía de riesling. A favor: el lugar (exquisito) y la predisposición de todo el personal que recibe a los turistas en esta viña. También la preocupación del chef Larraguibel para presentar una carta llena de novedades pero no exenta de detalles. La cocina en los destinos enoturísticos es complicada ya que es bastante impredecible. Es por ello que se valoran estos emprendimientos donde se nota preocupación por los detalles y se han invertido millones para entregar a la comunidad sitios como este.
Lástima que Mendoza se este llevando gran parte de lo que algún día pudo ser nuestro despegue turístico en relación al vino. Alguien atornilló al revés y las consecuencias se ven ahora. Pero muchas viñas –y entre ellas Casas del Bosque-, aun creen en el fortalecimiento de este mercado. Y están preparados. Es posible que con un par de cambios en sus materias primas y en la variedad de su carta, el Tanino –el restaurante de la viña- pueda ser parte del gran circuito gastronómico vitivinícola. Lamentablemente, su cercanía a la capital lo pone en aprietos ya que se le mide con los mismos parámetros que un buen restaurante santiaguino. Pero apretando por aquí y por allá un par de teclas, pronto tendremos un buen referente gastronómico en el valle de Casablanca. Y ojalá que así sea, ya que el lugar se lo merece de sobra. (Juantonio Eymin, fotos: Viña Casas del Bosque y Karla Berndt)
El restaurante de la viña Casas del Bosque
Cuando una Van me transportaba a Casas del Bosque, viña ubicada en el valle de Casablanca, pensaba el porqué de la tardía reacción de las autoridades vitivinícolas para desaprovechar oportunidades que nunca debieron perder. De hecho, Chile y sus valles vitivinícolas fueron escogidos hace unos años como una de las capitales del vino del mundo, junto a destinos como Melbourne, Bordeaux, San Francisco, Napa Valley, Porto, Cape Town, Bilbao, La Rioja y Florence.
¿Qué pasó en esos entonces? En buen chileno, nadie le dio pelota a esa designación. Al ver la nula respuesta de los viñateros chilenos, los organizadores decidieron ofrecerle nuestro lugar a Mendoza, una provincia que en esos entonces comenzaba tímidamente a hacer historia. Hoy la ciudad trasandina bulle con una actividad enológica y un turismo de calidad inconmensurable. Nos perdimos esa oportunidad. ¿Será que nos acostumbramos a ser segundos o terceros en las competencias?
Casas del Bosque es un ejemplo de lo que no se debería haber perdido ya que crearon un concepto de enoturismo que podía ser envidia de muchos. Moderno y elegante, no desentona en un entorno lleno de vides y de vistas donde no sólo el vino es la estrella. Millones invertidos en un proyecto donde el visitante puede conocer el trasfondo del trabajo de una bodega, con un refinamiento como pocas veces se puede ver en las rutas del vino.
¿Quiénes llegan a esta bodega?
Nos cuentan que sitios especializados en las rutas del vino y muchos concierges de hoteles recomiendan esta experiencia. Aun así, el espacio está sobredimensionado a la realidad actual. Posiblemente igual que las otras viñas que un día decidieron dar un espacio al enoturismo, algo que hoy en día se visualiza como una versión moderna del Quijote de la Mancha. Una gran inversión para un producto aprovechado solo en parte. Pero allá ellos. Algún día tendrán su recompensa.
En las cocinas del Tanino, el restaurante de la viña, el chef Álvaro Larraguibel. En la armonía con la comida, el enólogo neocelandés Grant Phelps, amante del buen vino, de la buena música… y también de la buena gastronomía. En una pequeña laguna del predio, el aperitivo, con sauvignon banc Reserva 2010 degustamos tablas de cebiches y machas marinadas con pebre de palta. También un frío pinot noir para atacar quesos de diferentes orígenes y frutos secos. Todo mientras una ventolera primaveral amenazaba con destruir toda la mise en place.
A diferencia de los wine writers – o los cronistas especializados en vinos-, yo fui por la alianza entre comida y bebida, que es –supongo- lo que todos ansían. Maridaje le llaman algunos aunque yo decididamente le llamo concubinato, ya que siempre hay vinos acordes con la ocasión. Bien acompañados con un sauvignon blanc Pequeñas Producciones 2010, el almuerzo comienza con un tartar de ostiones sobre un similar pebre de palta que ya habíamos degustado en el aperitivo y un rollito de locos molidos que poco aportaba al sabor de la muestra. Un desperdicio, ya que el loco, por su naturaleza, se pierde cuando es presentado en versiones molidas. Como ésta.
Aun así, el chef se las trae y presenta un delicioso risotto de calabaza y olivas, con queso parmesano y albahaca acompañado de dos trozos de codorniz adobadas en panco, posiblemente lo mejor de nuestro almuerzo. Más allá, una chuleta de cordero marinada en romero y tomillo servido sobre un puré de berenjenas y ragú de tomate que si bien pudo haber sido una delicia, la materia prima (en este caso el cordero) no estuvo a la altura de las circunstancias.
Buenos postres acompañados de una cosecha tardía de riesling. A favor: el lugar (exquisito) y la predisposición de todo el personal que recibe a los turistas en esta viña. También la preocupación del chef Larraguibel para presentar una carta llena de novedades pero no exenta de detalles. La cocina en los destinos enoturísticos es complicada ya que es bastante impredecible. Es por ello que se valoran estos emprendimientos donde se nota preocupación por los detalles y se han invertido millones para entregar a la comunidad sitios como este.
Lástima que Mendoza se este llevando gran parte de lo que algún día pudo ser nuestro despegue turístico en relación al vino. Alguien atornilló al revés y las consecuencias se ven ahora. Pero muchas viñas –y entre ellas Casas del Bosque-, aun creen en el fortalecimiento de este mercado. Y están preparados. Es posible que con un par de cambios en sus materias primas y en la variedad de su carta, el Tanino –el restaurante de la viña- pueda ser parte del gran circuito gastronómico vitivinícola. Lamentablemente, su cercanía a la capital lo pone en aprietos ya que se le mide con los mismos parámetros que un buen restaurante santiaguino. Pero apretando por aquí y por allá un par de teclas, pronto tendremos un buen referente gastronómico en el valle de Casablanca. Y ojalá que así sea, ya que el lugar se lo merece de sobra. (Juantonio Eymin, fotos: Viña Casas del Bosque y Karla Berndt)
Abierto:Lunes a Domingo de 12:00 a 16:30 hrs.
Cerrado:Lunes: Restaurante Cerrado, 15 de abril al 31 de diciembre (salvo para eventos especiales)1 enero – Viernes Santo – 25 Diciembre
Reservas: 377 9431
Cerrado:Lunes: Restaurante Cerrado, 15 de abril al 31 de diciembre (salvo para eventos especiales)1 enero – Viernes Santo – 25 Diciembre
Reservas: 377 9431