EL DÍA DE CUPIDO
El calendario se teñirá de rosados y rojos el próximo lunes. A decir verdad un fin de semana completo que servirá a los restaurantes para equilibrar sus ingresos de febrero. Aparte de rosas y chocolates, Salir a comer es uno de los mejores panoramas para los enamorados (y no tanto), que necesitan demostrar su amor con un buen plato de comida.
Seria casi imposible recomendarles restaurantes ad hoc para esos días. Me han llegado cientos de propuestas que de publicarlas, el lector caería en un sueño profundo. Me atrevería a pensar que San Valentín es el santo de los propietarios de los restaurantes (y de sus mozos). Todo lleno es fiesta. Es el gran día de febrero para la gastronomía.
Y este año es un lunes. No será un día, serán al menos tres jornadas de jolgorio gastronómico. La torta se degustará varios días.
Casi todos los restaurantes entregarán un menú especial. Cargado (en su mayoría) a alimentos pseudo afrodisíacos: ostras y champagne; ostiones y rosé; centolla y sauvignon; trucha salmonídea y pinot noir… y como son sabios, los restaurantes no lo mandarán a la casa con el estómago pesado. Esa no es la idea… ¿capice?
Cupido es una buena oportunidad para conocer nuevos restaurantes. La oferta es variada y la gran mayoría con precios fijos. Tiene una semana para buscar el que más le agrade. Y cuando escoja uno, reserve de inmediato. Si no lo conocen, no se sorprenda que le soliciten un depósito previo para asegurar la reserva. Muchos casos de “reservistas” que nunca aparecen y bloquean mesas, han obligado a los restaurantes a aplicar esta medida, que es normal en nuestros hoteles. Aparte…si reservó a las 21 horas…no aparezca a las diez de anoche con cara de olvidadizo o disparando contra el encargado de las reservas. No le creerán.
Defiéndase también y solicite una confirmación de su reserva ya sea via mail o un código. No todos los restaurantes son serios en este aspecto y son capaces de poner un par de gringos en su mesa sin siquiera apiadarse de usted.
Y este dia no es para pasar malos ratos.
San Valentín (como otras tantas fechas) fue invento de los gringos y su sociedad de consumo. Nosotros, copiando al pie de la letra la ocasión, somos capaces de comprar una torta con corazones rosados gracias a la anilina y mandar flores teñidas con mensajes escritos. Es cierto. Durante San Valentín vivimos en la raya entre lo picante y lo snob… entre lo freak y lo kitsch. ¡Hay de todo y para todos!
Suerte a todos esta semana. (JAE)