martes, 3 de febrero de 2015

MIS APUNTES GASTRONÓMICOS


LA COMIDA CALLEJERA EN SANTIAGO
Desde sopaipillas a sushi de cuneta

En cada esquina de Santiago y en las cercanías de los mercados hay puestos de comida rápida para satisfacer cualquier paladar. Es comida sencilla, pero de buen gusto la mayoría de las veces, los puestos bien cuidados y limpios para que la gente se anime a consumir. Cada pueblo tiene sus costumbres culinarias callejeras y rasgos que los caracteriza y así se llega a conocer la idiosincrasia de los pueblos a través de lo que se come...en la calle.

Un “nicho” desconocido por muchos es el de la comida callejera, aunque estudios internacionales demuestran que este tipo de alimentación mueve en Latinoamérica nada menos que 140 mil millones de dólares al año (un mercado tremendamente atractivo y codiciado por los que pretenden introducir los food trucks en Santiago). La comida “al paso” es consumida por una población económicamente activa de clase baja, media y estudiantes, o sea 170 millones de personas. A su vez los consumidores gastan un promedio de US$15 por semana en la compra de comida en la calle. En Argentina 67% de las personas lo hacen más de una vez a la semana y en Chile un 49% de la población utiliza la misma fórmula para alimentarse. Pero ¿cuáles son los más singulares que encontré en mi recorrido?

BARRIO PATRONATO

La fruta pareciera ser el gran atractivo de los carritos de comida en este sector de la capital. Aquí mandan los mangos, sandias, melones, cerezas, piñas y frutillas, que compiten día a día ofreciendo un refrigerio a toda hora. Destaca entre todos un pequeño puesto móvil en la esquina de Santa Filomena con El Manzano, donde el acero inoxidable reemplaza al típico carrito de supermercado, con frutas de primerísima calidad a sólo $ 1.500 el vaso grande. ¡Un tropical descubrimiento!

PUENTE LOS CARROS

Si no te mata, te hace grande, parecieran decir las decenas de vendedoras de cebiche, que a pesar de las altas temperaturas veraniegas, ofrecen su producto a cientos de personas que pululan por el puente Los Carros, frente al Mercado Tirso de Molina. Por escasos $1.500, un gran pote de Aislapol de fideos cocidos con ají amarillo, papas en rebanadas y todo ello coronado con una gran porción de cebiche (de reineta, según ellas, pero en realidad era jibia), y rocoto a gusto del consumidor. Rico cebiche aunque mejor el aliño. Para sentirse como en Lima.

 PLAZA ITALIA

Justo frente a la Facultad de Derecho de la U de Chile, está establecido uno de los carritos (no tanto ya que no tiene ruedas) más famosos de la capital. El plato fuerte es el completo, aderezado con más de diez opciones de salsas como las de rocoto, papa a la huancaína, ají verde o queso. Otra cosa son los incontables tipos de mayonesa: con choclo, champiñón, aceitunas, ciboulette o ajo, por ejemplo. ¿Cuántas puede ponerle a su completo? Todas las que le quepan en el pan será la respuesta. El completo, más una bebida de marca nacional cuesta menos de $1.000. ¿Su gran fortaleza? Está abierto las 24 horas del día.

FRANKLIN

Con el devenir de los años el barrio Franklin se ha globalizado, aunque su oferta principal siguen siendo los anticuchos a la parrilla. Carritos de todas las nacionalidades, aunque nos sorprendimos con un solitario vendedor de hot dogs brasileños, que me ofreció un pan de vienesa con una rara mezcla de salchichas rebanadas y cocinadas en salsa de tomates y “especias secretas”, coronado con unas papas fritas cortadas en daditos, que le daba la consistencia al producto. Por $ 1.000, el hot dog más un jugo de papaya. Personalmente, recordé mis años de infancia sopeando la salsa de tomates que hacían en casa. Vendedor itinerante, gracias a los “municipales” lo encontré en las esquinas de San Francisco y Placer.

¿QUÉ SE VENDE EN LA CALLE?

Al parecer no poco. En mi recorrido encontré completos, anticuchos, pizzas, sánguches de potito (el rey de los sánguches callejeros), cebiche, sushi, pad thai, sopaipillas, sopaipletos (como todo lo atrayente y desconocido, el sopaipleto tiene una leyenda. La más aceptada es la que ubica su origen en la no tan mística ciudad de Talca, donde se llaman Wambys y son del porte de un plato grande. Lleva todo lo que un completo italiano llevaría, incluyendo la vienesa) y papapletos (las variaciones sobre el conjunto de pan + agregado son infinitas. Y para los veganos, que no pueden comer nada que haya respirado, el papapleto es la opción de comida callejera. Este primo hermano del sopaipleto tiene sus orígenes en la ciudad de Valparaíso y la base es simple: en vez de salchicha, lleva papas fritas). También encontré empanadas de queso, hamburguesas de soya, huevos duros, tortillas de rescoldo,  churros, panqueques, tortas y postres peruanos, jugos naturales, frutas, mote con huesillos y maní confitado. A todo eso se suman las bebidas, agua mineral y café colado; dulces, helados y chocolates en general. Atrás quedó el barco manicero. Hoy manda el carro del supermercado. (Juantonio Eymin)