AUGURIOS Y CONSEJOS
PARA LA LLEGADA DEL 2016
(No importa la
magnitud de la farra, el regreso debe ser siempre digno)
¿Se han
percatado, mis queridos lectores, que todos, a final de año, andamos buscando
los resúmenes y los mejores hechos que leemos con gratitud y parsimonia?
¿Será un
algo medio melancólico o al revés, algo maquiavélico, que nos gusta recordar lo
bueno y lo malo de lo que sucedió en el año?
Creo que es
una mezcla de los dos conceptos. Nos da añoranzas recordarnos de las cosas
bellas y un poco también de sadismo cuando recordamos las desgracias. No nos
bastó el terremoto… queremos ver nuevamente las fotos y las imágenes del sismo.
No nos bastó estar una semana pegados al televisor para ver las inundaciones
del norte y queremos nuevamente ver saliendo a los políticos de los tribunales...
queremos revivir la Copa América y los goles que nos dejaron con la boca
abierta… Queremos ver sangre (y no prietas precisamente), para finalizar un
año… ¡que por fin se nos va!
Con tantos
años a cuestas les puedo decir que nada se termina ni cambia este 1 de enero.
Sólo cambia el calendario, el color del pelo, las arrugas y el genio. El resto,
todo sigue igual. Ni los chinos, con sus años dedicados a los animales y donde
este 2016, según sus creencias, será el año del mono (cuidado, ya que es muy
astuto), han logrado cambiar nada. Bueno, ellos a su manera tienen al mundo
colgando de un coco, pero eso no tiene nada que ver con su bendito horóscopo.
Lamento
decirlo pero ni los calzones amarillos ni las vueltas a la manzana con una
maleta cambiaran las cosas. Menos las doce uvas y las tres cucharadas de
lentejas, que sumado al espumante y a la cena de año nuevo, lo único que le prometen es una caña y una indigestión de
las poderosas el primer día del próximo año. A decir verdad, váyase por lo
sanito la noche final. Si tanto le agradan, vea los resúmenes que estarán a la
orden del día en la televisión. Beba moderado y no como un cosaco ya que su
hígado se lo agradecerá al día siguiente. Y si bebe, no maneje. Por tres lucas
lo llevan a su casa sano y salvo y no aparecerá de titular en La Cuarta.
Si va a un
hotel o restaurante a cenar la noche de Año Nuevo, no piense que todo está ahí
para comérselo y/o bebérselo. Váyase tranquilito por las piedras y disfrute la
noche. Para ser sincero, si se le apaga el televisor temprano y al día
siguiente no se acuerda de nada, habrá perdido gran parte del festejo y ni se
le ocurra preguntar por qué fallaron los fuegos artificiales. Estuvieron
mejores que nunca, pero usted nunca los vio.
Es una
fiesta más y espero que la disfrute. A decir verdad, yo haré lo mismo que
ustedes y quizá algo más, pero el jefe quería que este mensaje tuviera un
trasfondo más civilizado. Feliz 2016 a todos. Realmente me veré muy atractivo
con los boxers amarillos que compré en una cuneta del vecindario. Y de todos
modos agarraré la primera maleta que encuentre para dar una vuelta a la manzana
mientras me como las uvas y las lentejas. No creo en brujos, Garay, pero que
los hay, los hay.
Felicidades
y nos vemos el 2016… Si Dios (y el jefe) no dicen otra cosa.
Exequiel Quintanilla