martes, 7 de mayo de 2019

MIS APUNTES



NORMANDIE
En la madrugada del 2 de abril, un incendio destruyó parte de los comedores de este tradicional bistró capitalino. A pesar de ello, continuaron atendiendo a su público habitual, que encuentran en este lugar su segundo hogar.
Desde pasar a tomarse un café, una copa de vino o un cóctel, a celebrar una verdadera cena a la francesa, el Normandie capitalino es uno de esos lugares que encanta a moros y cristianos, ya que todo está preparado para que cualquier experiencia sea especial. A pesar del incidente del incendio, su fiel clientela no abandonó el lugar y siguieron su diaria rutina en un comedor más estrecho, pero manteniendo siempre su espíritu.
Tierra de jóvenes, adultos y mayores, acá la tradición manda y casi todos mantienen sus celulares en silencio, ya que en este lugar la premisa es conversar, reírse o simplemente leer el diario mientras se bebe una copa; un lugar apacible, generoso y económico, que ha mantenido desde el año 2003 una carta casi inalterable, gracias a la visión de sus socios, el francés Pierre Brossard y Jorge Cordero, quien oficia la administración del lugar.

Pocos cronistas de la generación digital podrían escribir una nota certera del Normandie, ya que sobre sus mesas y su larga barra hay una historia que no conocen ni desean conocerla. La inmediatez y la moda mandan sus textos y posiblemente de esa manera se van perdiendo iconos en la ciudad, ya que lo que hoy es importante nada tiene que ver con lo que hace algunos años era necesario.

Buenos vinos de una carta con 60 etiquetas le dan el modernismo a una cocina clásica y tradicional. Fueron los primeros en ofrecer Moules au Vin Blanc –choritos al vapor- ($ 9.500 para dos personas), y posiblemente son los únicos en tener en su carta los famosos Roll Mops -pejerreyes enrollados y macerados en vinagre y especias ($ 7.700), que marida a la perfección con un sabroso chardonnay Valdivieso Winemaker Reserva, a sólo $ 3.000 la copa.


Si los vinos son económicos, la carta deja la misma sensación de asequible a cualquier mortal. Los Fetuccini al ajo y aceite de oliva ($ 6.300) son un real placer para los amantes de las pastas, y el conejo a la mostaza ($8.700), es capaz de dejarlo hablando en francés.  Tanto como su increíble sopa de cebolla ($4.800) o simplemente el plato del día ($ 3.700), placer de muchos habitués que diariamente llegan a este interesante comedor.

Gran variedad de cervezas nacionales y extranjeras son el imán para que su terraza se replete desde la hora de salida del trabajo hasta el cierre del local. Los sánguches, desde los vegetarianos a los clásicos, son pedidos típicos de este espacio en las afueras del restaurante. Las mozas, casi las mismas de siempre, ya conocen a sus clientes y sus mañas, lo que hace absolutamente grata cualquier visita a este lugar que, si bien tiene poca prensa, logra conquistar corazones en base a sus cualidades.

A pesar de las vicisitudes, el Normandie sigue navegando y encantando a todos los que han recalado en este comedor. Se viene la temporada fría y su carta ya está preparada para saborear esos platos que lograron poner a la cocina francesa como la mejor del mundo.

Una joyita de bistró.  (JAE)                                

Normandie: Providencia 1234 / 22236 3011