miércoles, 15 de octubre de 2008

LOS CONDUMIOS DE DON EXE


McDONALD'S
¡¡¡ Si. McDonald's!!!


Faltó poco para que me preguntaran ¿qué hace un hombre como tú en un lugar como éste? Una vieja amiga que me llamó por teléfono ese mediodía se reía y me aconsejaba que cuando saliera del McDonald's lo hiciera con la cara tapada, para que no me reconocieran. Yo. Exequiel Quintanilla tomando Coca Cola (solita, sin arreglar) y comiendo hamburguesas ¿lo creería?

Así no más fue. Mi jefe, astuto él, me mando a reportear la nueva propuesta “Especiales del Chef” elaborada por el argentino Pablo Massey. - Si eres cronista debes conocer todo el abanico de restaurantes que existen, me reprendió. Yo, acostumbrado a comenzar un almuerzo en que no falta el champagne o el pisco sour, debí hacer tripas el corazón y partir a la rotonda Atenas, a un gigantesco local de McDonalds, para probar los bocados que allí mostrarían a la prensa gastronómica del país.

Mathilda, inteligente y versada en la materia me dijo -“anda solito no más”. Y como la pega y los pitutos hay que cuidarlos hoy en día más que nada en el mundo debido a las humoradas hipotecarias de los gringos que tienen al planeta cayéndose en pedazos, decidí partir solo a este encuentro con la comida chatarra. Coca Cola y nuggets de pollo para iniciar (o de aperitivo, como quieran llamarle). Estos, con tres salsas diferentes: curry, eneldo y soya. Unos amuse-bouche que mis nietos serían capaces de robármelos de la boca. Mientras todos probaban los nuggets aproveché para conocer el ambigú. Interesante. Tiene cuatro sectores diferentes -no piense que son para fumadores-, acá se fuma en la calle. De partida un sector de venta de productos, donde filas de mamás, sus nenes y muchos escolares adquieren los McPanes de su agrado. A un costado, un descubrimiento: el McCafé. Una verdadera isla dentro de este palacio de las calorías. Bonito y conservador. Con todo lo necesario para que un café sea el mejor del día. Sillones para leer o conversar tranquilo, mesas dispuestas para una o dos personas y con conexión a internet vía Wi Fi. Muchos estaban en eso a esa hora. Conectados y trabajando en sus notebooks en un lugar sin bulla, acogedor y muy agradable. Un descubrimiento. Aparte, un iluminado comedor que es, según lo que escuche, refugio de los estudiantes que visitan este tinelo, y por último, un segundo piso con juegos infantiles para delicia de esa gran manada de infantes que a veces me sacan de quicio.

Estaba mirando la cafetería cuando me fueron a buscar para los discursos de rigor. La nueva propuesta era el motivo de mi presencia en ese lugar y debía escuchar las letanías de los creadores de los nuevos productos. Las novedades: las salsas de los nuggets; una hamburguesa con parmesano y rúcula; papas rústicas (con cáscara) y un postre a base de manzana y helado. Tras los discursos y una charla del chef donde entregaba los motivos para establecer este nuevo menú llegaron los productos a nuestras mesas. En cajitas de cartulina, obvio. Papitas fritas (que conste que me gustaron) y una hamburguesa que llegó tarde, o sea, seca. El postre de manzana estaba bien, pero a decir verdad, un poquito empalagoso.

No crean mis queridos lectores que este veterano odia los negocios de comida rápida. En varias ocasiones he terminado tarde en la noche buscando uno de estos merenderos para comer algo rápido y que satisfaga un estómago hambriento. No estoy ni a favor ni en contra de esta variedad de comida. Es más, hasta el más acérrimo crítico de la comida rápida alguna vez ha entrado a estos comedores en alguna parte del mundo, ya sea solo, con sus hijos o con los endemoniados nietos. Es parte de la cultura y es parte de nuestros tiempos. Quizá ahora, a mis años, ya no le encuentre gracia. Pero si fuese un infante, por Dios que molestaría a los papás para que me llevaran una y otra vez a estos dealers de calorías.

Rescatable: el McCafé. Un espacio nuevo, de calidad y que deberían crecer por todo el país. Su oferta de café, té, bollería y horneados es de calidad y con precios muy atractivos. Más aún, se distancia de sus pares por ofrecer sus productos de buena forma, sin vasos de cera por ejemplo. Con vajilla blanca de calidad. Una buena apuesta de esta compañía que ya es parte de la idiosincrasia de la generación de los 80 y posteriores. Mientras los niños son felices con las Mc, nosotros, muy cerca y en el mismo local, podremos disfrutar del McCafé, un espacio destinado a los adultos (y a los vejestorios como yo).

Exequiel Quintanilla

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