EL REGRESO A CASA
¡Se apareció marzo!
El aletargamiento de los meses de verano -febrero principalmente- y el comienzo del “año oficial” que comienza “ahorita y ya”, nos pilló casi desprevenidos. El regreso a lo cotidiano y a los problemas normales es un golpe a la razón. Enero y febrero fueron casi todo risa y despreocupaciones. Era una cerveza al atardecer junto a los amigos, una cena ligera por aquí o por allá o el consabido viaje a la playa o al campo, lugares repletos de ávidos turistas que tarjetas de crédito en mano colmaban los restaurantes y mercados de las ciudades y pueblos balnearios. Las páginas económicas de la prensa eran generalmente dejadas de lado o servían para envolver las paltas para su rápida maduración. La crisis no se sentía mayormente en los destinos vacacionales. Turistas chilenos que se entremezclaban con argentinos y uno que otro gringo con la idea de alargar una fiesta que pronto tendría su fin. Los santiaguinos que se quedaron en la gran capital también gozaban de un casi libre tránsito y de una ciudad más amable y seductora. Todos “casi” de vacaciones.
Y llegó marzo. “Se apareció” como cuenta ese archiconocido spot bancario. Los compromisos y la economía volvieron rápidamente a ser parte importante de la agenda de todos. El dólar, la FED, los índices bursátiles, los planes de reconversión económica y las tasas de interés repentinamente se transformaron en parte de nuestras abluciones matinales. Y porqué no decirlo, todos en sus “puestos de trabajo” para dar el puntapié inicial a un nuevo año de exigencias, sinsabores y una que otra alegría. Para este escribidor, esta semana que estamos viviendo es de transición a lo que vendrá desde el próximo lunes 9. Ahí nos veremos nuevamente las caras y ese día comenzará oficialmente la “liga de campeones”. Si bien hay que comer todos los días, solamente desde la próxima semana se verá realmente el regreso a las actividades normales de los ciudadanos. Para nuestro sector gastronómico será una prueba, y de las grandes. La crisis, créanlo o no, ya está asentada en el país. La única gracia que tiene es que ya estamos acostumbrados a que cada diez años nos golpeen con estas restricciones que no le hacen nada de bien a la gastronomía. Perdón. Le hacen bien. En tiempos de crisis la gastronomía se reinventa, y eso también es bueno.
Las autoridades nos advirtieron que será un año difícil. Y eso que siempre se guardan un comodín bajo la manga. Los economistas, universitarios y pseudo - famosos casi todos, no le han achuntado “a ni una” con sus pronósticos. A decir verdad estoy creyendo más en la Yolanda Sultana que en los equipos económicos que manejan la situación mundial en estos tiempos. Tendremos que ajustarnos los cinturones, los cordones de los zapatos y un cuantuay para hacer un nudito salvador. Desde esta palestra seguiremos apoyando y dando a conocer lo bueno (y lo malo) de nuestros establecimientos. En tiempos difíciles creemos que debemos apoyar a la industria gastronómica. No desesperemos. El otrora “Gato” Dumas contaba en Argentina que nunca había ganado más plata que en los periodos recesivos que tenía su país (¡y que manera de tenerlos!). Por ello, calma, tiza, lápiz y buena letra. A no desesperarse por los tiempos de crisis. Los que sobrevivan serán, como dicen las escrituras, los bienaventurados. (Juantonio Eymin)
¡Se apareció marzo!
El aletargamiento de los meses de verano -febrero principalmente- y el comienzo del “año oficial” que comienza “ahorita y ya”, nos pilló casi desprevenidos. El regreso a lo cotidiano y a los problemas normales es un golpe a la razón. Enero y febrero fueron casi todo risa y despreocupaciones. Era una cerveza al atardecer junto a los amigos, una cena ligera por aquí o por allá o el consabido viaje a la playa o al campo, lugares repletos de ávidos turistas que tarjetas de crédito en mano colmaban los restaurantes y mercados de las ciudades y pueblos balnearios. Las páginas económicas de la prensa eran generalmente dejadas de lado o servían para envolver las paltas para su rápida maduración. La crisis no se sentía mayormente en los destinos vacacionales. Turistas chilenos que se entremezclaban con argentinos y uno que otro gringo con la idea de alargar una fiesta que pronto tendría su fin. Los santiaguinos que se quedaron en la gran capital también gozaban de un casi libre tránsito y de una ciudad más amable y seductora. Todos “casi” de vacaciones.
Y llegó marzo. “Se apareció” como cuenta ese archiconocido spot bancario. Los compromisos y la economía volvieron rápidamente a ser parte importante de la agenda de todos. El dólar, la FED, los índices bursátiles, los planes de reconversión económica y las tasas de interés repentinamente se transformaron en parte de nuestras abluciones matinales. Y porqué no decirlo, todos en sus “puestos de trabajo” para dar el puntapié inicial a un nuevo año de exigencias, sinsabores y una que otra alegría. Para este escribidor, esta semana que estamos viviendo es de transición a lo que vendrá desde el próximo lunes 9. Ahí nos veremos nuevamente las caras y ese día comenzará oficialmente la “liga de campeones”. Si bien hay que comer todos los días, solamente desde la próxima semana se verá realmente el regreso a las actividades normales de los ciudadanos. Para nuestro sector gastronómico será una prueba, y de las grandes. La crisis, créanlo o no, ya está asentada en el país. La única gracia que tiene es que ya estamos acostumbrados a que cada diez años nos golpeen con estas restricciones que no le hacen nada de bien a la gastronomía. Perdón. Le hacen bien. En tiempos de crisis la gastronomía se reinventa, y eso también es bueno.
Las autoridades nos advirtieron que será un año difícil. Y eso que siempre se guardan un comodín bajo la manga. Los economistas, universitarios y pseudo - famosos casi todos, no le han achuntado “a ni una” con sus pronósticos. A decir verdad estoy creyendo más en la Yolanda Sultana que en los equipos económicos que manejan la situación mundial en estos tiempos. Tendremos que ajustarnos los cinturones, los cordones de los zapatos y un cuantuay para hacer un nudito salvador. Desde esta palestra seguiremos apoyando y dando a conocer lo bueno (y lo malo) de nuestros establecimientos. En tiempos difíciles creemos que debemos apoyar a la industria gastronómica. No desesperemos. El otrora “Gato” Dumas contaba en Argentina que nunca había ganado más plata que en los periodos recesivos que tenía su país (¡y que manera de tenerlos!). Por ello, calma, tiza, lápiz y buena letra. A no desesperarse por los tiempos de crisis. Los que sobrevivan serán, como dicen las escrituras, los bienaventurados. (Juantonio Eymin)