martes, 11 de agosto de 2009

LOS APUNTES GASTRONOMICOS DE LOBBY


LA COLOMBINA
Valparaíso a la vista…

Es curiosa la arquitectura porteña. Una casona de tres pisos con dos entradas diferentes albergaba hasta hace unos meses a dos restaurantes: abajo, el Apolo 77; arriba, La Colombina. Hoy la propiedad completa es La Colombina. Tres pisos destinados al placer de los sentidos… y de la vista, una de las más directas al océano.

Luego de subir por el Ascensor El Peral, ubicado en la Plaza Justicia (en el plan) y el Paseo Yugoslavo (en su estación alta), nos recibe un muy buen pisco sour preparado por el barman de La Colombina. De ahí en adelante, puro placer. La casona, antigua como casi todas las del cerro Alegre, refaccionada y tremendamente cómoda. Varios comedores están a disposición de sus adeptos y la visita sirvió para conocer una carta entretenida y variada preparada por el chef Iván Araya, de larga trayectoria en el lugar. Sin embargo él no esta solo con su equipo. Lo asesora Francisco Saldaño, actual chef ejecutivo de Viña Bisquertt.

Crema de machas para comenzar. Suave y reconstituyente. Las machas, cortadas en juliana le da un sabor diferente al caldo. Casi como para variar la forma de comerlas. Buen inicio, más aun cuando “empujamos” la crema con un sauvignon blanc Cefiro del 2008.

Róbalo con salsa verde y confit de papas despertó eso si nuestras papilas. El róbalo (o lubina) es una especie que despierta las pasiones de los pescadores por lo difícil de su captura. En boca es deliciosamente agradable y un acierto mantenerlo en una carta costera. La degustación prosiguió con un gran raviol de betarraga relleno con pastelera de choclo y mermelada de cebolla. Lamenté –y comenté- el color del raviól. Un magenta poco apropiado para ser presentado en el plato. Sin embargo la combinación era muy entretenida y de calidad. Chardonnay Sutil Gabriela Mistral fue su acompañamiento. Bien hasta el momento.

Para los que cuidan el peso y las calorías (que no es nuestro caso), nos presentaron un plato bastante inusual y rico. Un mix de verdes, palmitos, garbanzos, jamón serrano y legumbres de buen sabor y combinación, con un atrayente colorido que podría llegar a convertirse en un Best Seller para los no carnívoros. Nosotros, más sibaritas, terminamos con una plateada de buey de gran factura.

La sección postres, acompañada con un oporto tawny, es variada y entretenida, con muchas tentaciones para los chocolateros de siempre.

Así es La Colombina. Si tiene suerte, un pianista pondrá la nota sensorial que muchas veces uno busca. Si viaja en auto, déjelo estacionado en el plan y experimente subir por el ascensor El Peral, construido el año 1902. También puede bajar en él hasta las once de la noche. Hora que un iluminado Valparaíso le pondrá el punto romántico y nostálgico a una visita de las buenas, de esas que se recomiendan a ojos cerrados. ¡Ah! No olvide llevar su cámara. Es indispensable. Hay mucha historia en esas paredes. (Juantonio Eymin, Fotos, Gaston Ross)

La Colombina: Pasaje Apolo 91, Paseo Yugoslavo, Cerro Alegre, Valparaíso, fono 32-223 6254