RESTAURANTE ANA MARÍA
Carta abierta a Ana María Zúñiga
Estimada Ana María:
Estuve el lunes pasado en tu restaurante allá en la calle Club Hípico. Estabas feliz ya que las autoridades judiciales habían aceptado tu propuesta de no innovar en lo relacionado al horario de cierre de tu negocio. Poca gente había en ese momento. Muchos pensaron que no valía la pena pegarse el pique cuando no podrías atenderlos después de las once de la noche. Me alegré sinceramente por ti. Creo y estoy seguro que tú también estás en contra de los universitarios que comienzan a beber a mediodía y que son un espectáculo poco digno que ver. Lastima que todo fue una quimera.
Pero acá el problema es otro. Las autoridades municipales (para bien o para mal) muchas veces confunden peras con manzanas y meten a moros y cristianos en un mismo saco. Visito a menudo tu establecimiento y creo no haber visto nunca una mesa de universitarios (o jóvenes) bebiendo en tu local. Lo tuyo es la comida. Y de la buena.
Carta abierta a Ana María Zúñiga
Estimada Ana María:
Estuve el lunes pasado en tu restaurante allá en la calle Club Hípico. Estabas feliz ya que las autoridades judiciales habían aceptado tu propuesta de no innovar en lo relacionado al horario de cierre de tu negocio. Poca gente había en ese momento. Muchos pensaron que no valía la pena pegarse el pique cuando no podrías atenderlos después de las once de la noche. Me alegré sinceramente por ti. Creo y estoy seguro que tú también estás en contra de los universitarios que comienzan a beber a mediodía y que son un espectáculo poco digno que ver. Lastima que todo fue una quimera.
Pero acá el problema es otro. Las autoridades municipales (para bien o para mal) muchas veces confunden peras con manzanas y meten a moros y cristianos en un mismo saco. Visito a menudo tu establecimiento y creo no haber visto nunca una mesa de universitarios (o jóvenes) bebiendo en tu local. Lo tuyo es la comida. Y de la buena.
Los universitarios en cuestión, esos que te están limitando tu negocio, ¿sabrán algo de los erizos a la cocotte?, ¿de la textura de un faisán o de la untuosidad de los pulpos? Creo sinceramente que no tienen idea. Ellos transitan por otros lugares del barrio y tú fuiste una de las premiadas… o sea la perjudicada. Se bien que cuando te estableciste en esa casona que no tiene nombre ni fachada alguna que atestigüe la presencia de un local gastronómico, no existían universidades por esos lares. Estás pagando por pecados que nunca cometiste.
Y comí como un desaforado. Locos de gran tamaño y blandos a no poder; erizos a la cocotte y al natural con salsa verde; calamares a la romana y cebiches variados. Obvio que acompañados con un buen vino. Luego, y en los fondos, nos sorprendiste con una gran lista de productos a disposición. Desde pajaritos a faisán… desde merluza a mero. Ciervo, jabalí, ganso, pato, cerdo, liebre y conejo están en tu enorme carta. Albacora, reineta, salmón, trucha, mero y atún también. ¡Grandes y maravillosas tus papas salteadas y las fritas! Y tu pulpo a la gallega… ni hablar. Es para morirse en paz.
No logro entender la actitud del municipio. ¿Si el problema es de las botillerías y discotecas, por que arrasar con todo lo que exista alrededor? Como si no bastaran las incontables visitas de Impuestos Internos, Sesma y cuanto organismo se le ocurra supervisar, para tener ahora otro problema. ¡Como mucho!
Desgraciadamente la maraña administrativa no nos deja hacer mucho más. Quizá solidarizar es la única forma de darte fuerzas para seguir adelante con tu propuesta. Sé que no te ha sido fácil y que a ningún propietario de restaurantes las cosas les salen de la noche a la mañana. Un plato de comida no es como destapar una botella y listo. Es un proceso que lleva tiempo, gasta energías y a veces dan ganas de mandar todo al diablo. Como en estos momentos, cuando impiden hacer tu trabajo.
Sé positivamente que ganaras esta lucha, y no será la última. Tienes agallas para ello y eso me gusta. Pero hay ciertos momentos en la vida que también necesitas palabras de apoyo. Y espero que esta nota te ayude a no flaquear.
Sinceramente
Juantonio Eymin
Y comí como un desaforado. Locos de gran tamaño y blandos a no poder; erizos a la cocotte y al natural con salsa verde; calamares a la romana y cebiches variados. Obvio que acompañados con un buen vino. Luego, y en los fondos, nos sorprendiste con una gran lista de productos a disposición. Desde pajaritos a faisán… desde merluza a mero. Ciervo, jabalí, ganso, pato, cerdo, liebre y conejo están en tu enorme carta. Albacora, reineta, salmón, trucha, mero y atún también. ¡Grandes y maravillosas tus papas salteadas y las fritas! Y tu pulpo a la gallega… ni hablar. Es para morirse en paz.
No logro entender la actitud del municipio. ¿Si el problema es de las botillerías y discotecas, por que arrasar con todo lo que exista alrededor? Como si no bastaran las incontables visitas de Impuestos Internos, Sesma y cuanto organismo se le ocurra supervisar, para tener ahora otro problema. ¡Como mucho!
Desgraciadamente la maraña administrativa no nos deja hacer mucho más. Quizá solidarizar es la única forma de darte fuerzas para seguir adelante con tu propuesta. Sé que no te ha sido fácil y que a ningún propietario de restaurantes las cosas les salen de la noche a la mañana. Un plato de comida no es como destapar una botella y listo. Es un proceso que lleva tiempo, gasta energías y a veces dan ganas de mandar todo al diablo. Como en estos momentos, cuando impiden hacer tu trabajo.
Sé positivamente que ganaras esta lucha, y no será la última. Tienes agallas para ello y eso me gusta. Pero hay ciertos momentos en la vida que también necesitas palabras de apoyo. Y espero que esta nota te ayude a no flaquear.
Sinceramente
Juantonio Eymin
Ana María: Club Hípico 476, Santiago Sur, fono 698 4064