EL DESQUITE DE MATHY
¿Saben? El viejo Exe me pidió que lo disculpara con su jefe (se hizo el enfermo) para no escribir esta semana. Pero me picó el bichito de la literatura (y de la venganza) para meterme en sus columnas y escribir algo de esta rara relación que tengo con Exequiel.
Como ustedes deben saber, ese veterano me conoció viuda hace algunos años y comenzamos a salir. A decir verdad es entretenido pero a veces se pasa de la raya. Se arranca… por decir lo menos. Este último tiempo (y desde el mundial) se ha obsesionado con las modelos y con cuanta minita joven encuentra por ahí. Yo, ya algo pasada en esto de la minifalda y de las pechugas turgentes y altivas (ya que con el paso de los años sufren con el peso de la gravedad), lo dejo que mire. Pero parece que no sólo esta mirando. Se cree Bond, por así decirlo, y me cuesta una enormidad ponerlo en terreno.
Hace veinte años yo era una mina. De esas que todos se daban vuelta para mirarme. Es posible que Exe también haya sido un mino de esos apetitosos, pero hoy ya no somos lo que éramos y yo estoy consciente de ello. Él no. Todo lo que camina o se arrastra por el suelo lo quiere conquistar. ¿Con qué ropa, me pregunto? Muchas veces me hago la de las chacras cuando lo escucho conversar con fulanita y zutanita. Coloca una voz profunda que conmueve, pero si ellas llegaran al “área chica” se darían cuanta cuanto vale mi Exe. Me rindo eso sí a sus gustos gastronómicos. Con él he conocido los mejores restaurantes del país (ambigúes le dice él), y se lo agradezco. Recuerdo el último visitado: El Otro Sitio.
Llegó como si fuese el dueño del lugar. Nunca supe si estaba invitado o tendría que pagar una suculenta cuenta. En el bar saluda de mano al barman y le solicita dos pisco sour “catedrales”. Saluda y me presenta a varios personajes que nunca sabre quienes son ni qué hacen. Se queja de que la música esta muy baja y pide que se la suban. ¡¡¡Y le hacen caso!!! Se acerca a mesas con gente desconocida por mí y abraza fraternalmente a las chicas que le siguen la corriente. Pide cebiches para comenzar. Cebiches y causas de pulpo al olivo. Se encuentra con el chef y lo abraza como si fuesen amigos de toda la vida. Dos palabras al oído y rápidamente llegan dos catedrales más a la mesa. Mira la carta y pide dos lomos andinos con papas salteadas con habas y salsa de pachamanca. – Te va a encantar. Me dice. ¿Se acuerdan de la canción “Johnny el del cuarto piso”? (Un departamento, en un cuarto piso / Pleno centro de la ciudad / Hoy ha vuelto Jhonny/ Rey de los varones /Hace algunas horas nada más…), bueno, él se la cree.
Pidió picarones de postre, posiblemente por su naturaleza. Lacho de juventud y lacho en sus veteranos días. Cuando le corto los suministros básicos (agua, luz y gas), se las arregla para no verme y partir con sus amigotes a Las Lanzas (eso dice), aunque creo que está pasando las penas en los brazos de alguna de sus musas. Me pregunto: ¿qué mujer podría soportar un individuo como Exe?
Un dato para sus amiguitas: se duerme al “instante”; come ajo, así que la confraternidad no es tanto; no le gusta el cine ni menos los conciertos; los sábados anda en pijama todo el día y no se baña; se tira gases cuando no debe; deja las toallas mojadas arriba de la cama; chorrea el WC cuando va al baño; es medio sonámbulo y tres veces he tenido que regresarlo al departamento en pelotas cuando está en el ascensor; baila apretado pero no conmigo; amanece de malas; se pierde tres días y regresa como si nada; le gusta jugar brisca y dominó; come empanadas frías y añora el chacolí; en su casa “escancia” vino en caja; odia las verduras ya que para él es pasto y ama los interiores de los animales (sesos, hígado, guatitas); come cuanta cosa rara llegue a la mesa: desde los cangrejos que viven con los erizos hasta cabezas de pulpo…
A decir verdad, Exe es una mierda. Pero es mío.
Mathilda
El Otro Sitio:
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