DON GAVIOTA
¿Quiere una picada?
¡…Don Gaviota… don Gaviota! Gritaban los chicos del barrio cuando veían salir a Carlos Oyarce, joven pero de pelo entrecano, desde su casa en Recoleta a entregar pescados y mariscos a los clientes que tenía en Santiago. Una historia larga para este clasificador de riesgos bancarios que un día decidió vender pescados y mariscos a hoteles y restaurantes. Pronto descubrió que sus clientes, si bien eran buenos, trabajaban con su crédito, así que decidió instalar su propio negocio. Y en el mismo Recoleta y con el apodo que le daban los chicos del barrio nació Don Gaviota.
Coordenadas: Av. Recoleta pasado Einstein está la calle El Roble. Llena de hoyos pero barriada de gente buena. Al llegar a El Guanaco, una casa celeste de un piso alberga esta picada. No se demorará mucho en encontrarla. 4 x 4, BMW y Mercedes en su ingreso. Son los diarios clientes de este lugar que tras 10 años de trabajo aun puede considerarse como uno de los lugares entretenidos (gastronómicamente) de una capital que cada día vive más mirando a la cordillera. Acá, cerca de nada y lejos de todo a pesar de su cercanía, muchos van por las delicias de una cocina del mar que a buenos precios conquista por su frescura y tradición.
Como unos erizos de Caldera. En lebrillo de greda con salsa verde que se comen con fruición. Sillas de metal modelo Viena y manteles floridos y muy limpios. Mesas estrechas como en una picada pero ningún olor proviene de la cocina. Un pequeño bar para un pisco sour de buena factura (1.690). Me advierten que los locos no están muy grandes pero igual llega un generoso plato con 5 unidades sobre una cama de papas mayo y lechuga, salsa verde y mayonesa (5.690). Para beber, Ventisquero clásico a $ 4.690 de una carta armada de acuerdo a las exigencias de los clientes. ¿Curioso?, acá todos los precios terminan en 90. $1.990, 2.590, 3.390 y suma y sigue ¿Números místicos?
Nuestros vecinos de mesa, mexicanos. Ellos atacaban unas machas a la parmesana (5.290) mientras mi acompañante y yo esperábamos los fondos. Como toda picada que se precie, don Gaviota atento a todo, desde la mercadería que llega hasta el saludo fraterno a sus clientes. Su mujer, Patricia Vargas, atenta en las mesas. Pan, mantequilla y pebre no faltan en ellas. Mal que mal con diez años de experiencia ya se conocen el negocio de punta a rabo.
Congrio frito y papas fritas de fondo (5.690). Una gran presa de congrio colorado apanado con buenas papas fritas como para pensar que aun se puede comer rico en Santiago por poca plata. De postre, el tradicional de la casa, leche asada y suficiente una para dos personas (2.290). En realidad una picada (¡¡¡y con boleta!!!) de esas que ya poco se ven en Santiago.
En un tiempo tuvieron una sucursal en Chicureo pero el terremoto tiro por la borda ese lugar. Hoy quieren crecer y están a punto de comprar una casa aledaña para aumentar sus mesas y poner sus piscinas con ostras y langostas. Mientras tanto siguen atendiendo en apretujadas mesas donde la comida va más allá que un humilde comedor. Pero si quiere comer rico, a precio de picada y sin mayores parafernalias, es cosa que tome la Avenida Perú, cruce a la Av. Recoleta, llegue a El Roble, esquive los hoyos que ha dejado la historia en esta calle y cuando llegue a El Guanaco, estacione y dispóngase a gozar de lo mejor de nuestras costas.
Como en las carreras: dato fijo (Juantonio Eymin)
Don Gaviota: El Roble 1190. Esq. El Guanaco. Recoleta, fono 621 1838
¿Quiere una picada?
¡…Don Gaviota… don Gaviota! Gritaban los chicos del barrio cuando veían salir a Carlos Oyarce, joven pero de pelo entrecano, desde su casa en Recoleta a entregar pescados y mariscos a los clientes que tenía en Santiago. Una historia larga para este clasificador de riesgos bancarios que un día decidió vender pescados y mariscos a hoteles y restaurantes. Pronto descubrió que sus clientes, si bien eran buenos, trabajaban con su crédito, así que decidió instalar su propio negocio. Y en el mismo Recoleta y con el apodo que le daban los chicos del barrio nació Don Gaviota.
Coordenadas: Av. Recoleta pasado Einstein está la calle El Roble. Llena de hoyos pero barriada de gente buena. Al llegar a El Guanaco, una casa celeste de un piso alberga esta picada. No se demorará mucho en encontrarla. 4 x 4, BMW y Mercedes en su ingreso. Son los diarios clientes de este lugar que tras 10 años de trabajo aun puede considerarse como uno de los lugares entretenidos (gastronómicamente) de una capital que cada día vive más mirando a la cordillera. Acá, cerca de nada y lejos de todo a pesar de su cercanía, muchos van por las delicias de una cocina del mar que a buenos precios conquista por su frescura y tradición.
Como unos erizos de Caldera. En lebrillo de greda con salsa verde que se comen con fruición. Sillas de metal modelo Viena y manteles floridos y muy limpios. Mesas estrechas como en una picada pero ningún olor proviene de la cocina. Un pequeño bar para un pisco sour de buena factura (1.690). Me advierten que los locos no están muy grandes pero igual llega un generoso plato con 5 unidades sobre una cama de papas mayo y lechuga, salsa verde y mayonesa (5.690). Para beber, Ventisquero clásico a $ 4.690 de una carta armada de acuerdo a las exigencias de los clientes. ¿Curioso?, acá todos los precios terminan en 90. $1.990, 2.590, 3.390 y suma y sigue ¿Números místicos?
Nuestros vecinos de mesa, mexicanos. Ellos atacaban unas machas a la parmesana (5.290) mientras mi acompañante y yo esperábamos los fondos. Como toda picada que se precie, don Gaviota atento a todo, desde la mercadería que llega hasta el saludo fraterno a sus clientes. Su mujer, Patricia Vargas, atenta en las mesas. Pan, mantequilla y pebre no faltan en ellas. Mal que mal con diez años de experiencia ya se conocen el negocio de punta a rabo.
Congrio frito y papas fritas de fondo (5.690). Una gran presa de congrio colorado apanado con buenas papas fritas como para pensar que aun se puede comer rico en Santiago por poca plata. De postre, el tradicional de la casa, leche asada y suficiente una para dos personas (2.290). En realidad una picada (¡¡¡y con boleta!!!) de esas que ya poco se ven en Santiago.
En un tiempo tuvieron una sucursal en Chicureo pero el terremoto tiro por la borda ese lugar. Hoy quieren crecer y están a punto de comprar una casa aledaña para aumentar sus mesas y poner sus piscinas con ostras y langostas. Mientras tanto siguen atendiendo en apretujadas mesas donde la comida va más allá que un humilde comedor. Pero si quiere comer rico, a precio de picada y sin mayores parafernalias, es cosa que tome la Avenida Perú, cruce a la Av. Recoleta, llegue a El Roble, esquive los hoyos que ha dejado la historia en esta calle y cuando llegue a El Guanaco, estacione y dispóngase a gozar de lo mejor de nuestras costas.
Como en las carreras: dato fijo (Juantonio Eymin)
Don Gaviota: El Roble 1190. Esq. El Guanaco. Recoleta, fono 621 1838