martes, 23 de septiembre de 2014

LA NOTA DE LA SEMANA

PROVIDENCIA Y LA LEY DE ALCOHOLES

No recuerdo cuántas notas hemos escrito en Lobby acerca de la ley de alcoholes. No han sido pocas y aun así las seguimos escribiendo. El tema está en todos los titulares ya que la alcaldesa de la comuna de Providencia decretó cerrar a las dos de la mañana una serie de bares que se ubican estratégicamente en algunos de los sitios privilegiados esa comarca.

Voces a favor y en contra. Muchos de los que están a favor recuerdan los peores momentos del barrio Suecia, hoy en vías de reconstrucción luego de haberse convertido en un antro de todo tipo; y otros –los que están en contra- piensan que cerrar a esa hora será tener a cientos de muchachos bebiendo en las esquinas y en las plazas de la comuna, convirtiendo el remedio en algo peor que la enfermedad.

Pero la ley es la ley. Y eso es lo que hemos insistido durante varios años. La ley es tan cómoda para nuestros legisladores y gobernantes, que nadie la ha modificado por años. Ahí está y hay que aplicarla. Ni siquiera las autoridades del turismo (estatal y privado) han opinado de este especial “toque de queda” que incluye a los turistas que llegan a la capital. Nadie ha pensado en el cambio generacional de los turistas –y menos en el género-, que encuentran nuestra capital una ciudad absolutamente fome, “onda crucero”, donde viajan –en su gran mayoría- turistas de la tercera edad.

¿Se imagina Providencia cerrado a las dos de la mañana en pleno verano? ¿Se lo imagina con todos sus neones apagados?

Providencia es una comuna turística y necesariamente tiene que tener vida nocturna. Los bares y salones como los nights clubs tienen equipos propios de seguridad que seguramente habrían hecho mucha falta en otros barrios. Lo malo es que estamos acostumbrados a llorar sobre la leche derramada. No existen gremios fuertes en esto de la gastronomía y el turismo. Y eso lo lamentaremos en poco tiempo más, cuando cualquier turista extranjero (de esos pocos que vienen forrados en dinero) que lo esté pasando genial en un cabaret, le prendan las luces a las 1.30 de la mañana para que  regrese hablando pestes a su hotel, perjudicando enormemente nuestro escuálido turismo. Eso, de seguro, ni se lo imaginó la alcaldesa. (JAE)