No recuerdo cuántas notas hemos escrito
en Lobby acerca de la ley de alcoholes. No han sido pocas y aun así las
seguimos escribiendo. El tema está en todos los titulares ya que la alcaldesa
de la comuna de Providencia decretó cerrar a las dos de la mañana una serie de
bares que se ubican estratégicamente en algunos de los sitios privilegiados esa
comarca.
Voces a favor y en contra. Muchos de los
que están a favor recuerdan los peores momentos del barrio Suecia, hoy en vías
de reconstrucción luego de haberse convertido en un antro de todo tipo; y otros
–los que están en contra- piensan que cerrar a esa hora será tener a cientos de
muchachos bebiendo en las esquinas y en las plazas de la comuna, convirtiendo
el remedio en algo peor que la enfermedad.
Pero la ley es la ley. Y eso es lo que
hemos insistido durante varios años. La ley es tan cómoda para nuestros
legisladores y gobernantes, que nadie la ha modificado por años. Ahí está y hay
que aplicarla. Ni siquiera las autoridades del turismo (estatal y privado) han
opinado de este especial “toque de queda” que incluye a los turistas que llegan
a la capital. Nadie ha pensado en el cambio generacional de los turistas –y
menos en el género-, que encuentran nuestra capital una ciudad absolutamente
fome, “onda crucero”, donde viajan –en su gran mayoría- turistas de la tercera
edad.
¿Se imagina Providencia cerrado a las
dos de la mañana en pleno verano? ¿Se lo imagina con todos sus neones apagados?