martes, 8 de septiembre de 2015

LOS CONDUMIOS DE DON EXE


NATSUMI
Las agujitas mágicas

- Hice una mala fuerza.
- Hace tiempo que no haces fuerza, ni nada de nada, me responde Sofía.

Claro. Se la dejé rebotando y me contestó con toda su rabia acumulada. Pero era verdad. Llené una caja de esas de plátanos (que me conseguí con el tipo de la verdulería de la esquina) con revistas antiguas y libros de esos que venían con la revista Ercilla hace una montonera de años. Quitaban espacio en mi departamento y decidí botarlos ya que si no los leo, ¿para qué los tengo?

Cuando la caja estaba llena de desperdicios, pasó lo que tenía que pasar. Como a veces me siento con un par de años menos de los que realmente tengo, traté de levantar la pesada caja de cartón. Sólo escuche un “crac” y el lumbago me dejó agachado sin poder moverme. Como pude me arrastré hasta el citófono y llamé al conserje para que retirara la cajita, previo chantaje de una botella de vino. De ahí a la cama, chueco y malhumorado.

Eso fue sólo el principio ya que al par de horas me llama Sofía para que la acompañara a la ópera. Entre nos… una cosa es el Ópera y otra es la ópera. Yo prefiero el lugar donde se come, pero mi paquita quería la otra. Le conté mi desgracia y pensó que era una coartada para no acompañarla.

- No te creo, Exe.
- ¡Te lo juro de guata! Incluso quiero pedirte que pases por la farmacia y me compres un analgésico y ojalá potente… ¡No me puedo ni el culo!

Como poco me cree, y como dice Tomás, el apóstol: ver para creer, llegó a mi departamento con un antiinflamatorio y dos paracetamoles. Abrió la puerta con sus llaves y me encuentra hecho un ovillo en la cama. Me sacó los zapatos, me dio los medicamentos y hasta me hizo masajes en la zona afectada. –“Eso te pasa por menso”, fue lo más liviano que me dijo. ¡Tendré que llamar a Natsumi!

- ¿Quién es ese tal Natsumi?
- Es ella, respondió. Hace acupuntura y el dato me lo dio una amiga que estaba peor que tú.
- ¿Y cobra?
- ¿Tú crees que es del Ejército de Salvación? Ella es una mejer japonesa que trabaja en esto.
- ¿Te quedarás conmigo mientras esté Natsumi? (A decir verdad, cuando uno se siente mal es un verdadero maricón.)
- No querido. Yo la ópera no me la pierdo. Así que dejaré tus llaves en la portería para que se las pasen. Cuando termine Aída, te llamo.
- Gracias querida, eres un encanto.
- Para la próxima, pídele ayuda al conserje.

Cuando llegó Natsumi no lo podía creer. Venía con un delantalcito azul, un maletín como los que usan los médicos y una minifalda infartante. Definitivamente Mathy pensaba que era una vieja japonesa venida a menos.

- ¿Usted ser el señol Exequiel?
- Dime Exe nomás.
- ¿Dónde dolel?

Con la mano le señalé las ancas.

- ¿Hizo mucha fuelza?
- Creo que bastante
- Así veo. ¿Se puede sacal la lopa o le ayudo?

No soy un degenerado, pero igual le pedí ayuda. Cuando me dejó calato pidió que me pusiera de guatita en la cama mientras ella pasaba al baño a lavarse las manos. Realmente me estaba empezando a gustar esto de la japonesita.

Se puso unos guantes de látex y sacó una serie de agujas de su maletín. Con sus finos deditos comenzó a explorar mi espalda preguntando si me dolía o no. Encontró ocho puntos de dolor y me clavó unas agujas que ni sentí.

-Ahora tenemos que espelar unos veinte minutos para que hagan efecto.
-¿Tan rápido?
- Así es nuestla medicina.
- ¿Y qué hacemos mientras?
- A decir veldad, Exe, he tenido un día agotadol. Me tomalía una celveza
- Natsumi, no tengo cerveza, pero si whisky que también es de cebada. ¿Te agradaría?
- Tú no poder paralte.
- Natsumi: en el refrigerador está el hielo y el whisky, al frente hay un mueble con vasos, servilletas y bandejas. Creo tener un paquete de castañas de cajú ahí mismo. Yo no me muevo y tú los traes.

- ¿Vas a bebel, Exe?
- ¿Te gusta beber sola, Natsumi?

No es muy agradable tomarse un trago de guata y con agujas metidas cerca del trasero, pero cada minuto me sentía mejor. No sé si tengo cara de oreja pero la japonesita me contó las razones de su vida en Chile. “Me casé con un chileno”, dice. “Era mayol y exiliado. Cuando llegamos a Santiago un día tocan la puelta y hay una señora sesentona pleguntando por su esposo: o sea “su” malido y “mi” malido. Sonríe, bebe un trago y dice: ahola es mi ex – poso.”

Con delicadeza comienza a retirar las agujas. Milagrosamente el dolor había desaparecido. Cuando termina me da dos palmaditas en las nalgas y me dice “ahola puedes vestilte”

Llamé al Municipal para saber cuánto duraría Aída. Me respondieron que por lo menos hora y media más ya que estaban en un entreacto. –“¿Es muy celosa tu mujel?” pregunta Natsumi. “Creo que a veces”, respondo.- “Pero hoy no, ya que ella piensa que eres una vieja japonesa de esas de las películas de antes de la guerra.”

Nos reímos cuando al unísono nos preguntamos cuando seria la próxima sesión de agujitas.

- ¿Te palece día por medio durante dos semanas en mi consulta?
- ¿Te parece dos tratamientos a la semana, uno en tu consulta y otro en mi departamento?
- Cleo que lo tuyo va para clónico y necesitalás agujitas durante mucho tiempo.
- ¿Atiendes por Fonasa?
- Cleo que tu sintomatología es para el Auge, quelido.
- ¿O sea?
- Si me convidas otro whisky, capaz de explicáltelo en vivo y en dilecto.

 ... Espero que disfrutes la ópera, querida. Lo mío va para largo.

Exequiel Quintanilla