martes, 5 de diciembre de 2017

LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR


 
ANTUMALAL
Escuchar el silencio
 
Varias veces he escrito acerca de las bondades del hotel Antumalal, ubicado en la carretera que une Pucón con Villarrica. Hace un par de semanas tuve la oportunidad de visitar nuevamente este complejo que nació en los años 50 y que ha mantenido su estilo durante más de sesenta años. Sin escapar del modernismo, como su nuevo y espectacular Spa, sus propietarios se han dado la maña de mantener en perfecto estado sus instalaciones, donde nada ha cambiado pero a la vez todo está adaptado al pasajero actual.

Detalles como sus sillones, elaborados con cordeles que se renuevan todos los años para no envejecer el producto. Detalles como habitaciones cuyo cuadro principal es su ventanal con vista al lago y un comedor donde la cocina está adaptada a sus pasajeros -sin gasificaciones ni emulsiones innecesarias-, pero con un sabor inmaculado, propio de una cocina de largo aliento, donde el producto nativo es primordial y los requerimientos de los clientes se convierten en prioridades.

Sentir el silencio es novedoso para los que vivimos en ciudades donde el ruido es el rey. El espacio del Antumalal es tan grande (4 hectáreas) que es posible escuchar el silencio a pesar de que el hotel recibe niños y muchas parejas llegan con sus hijos aun en coches de cuna. Acá el respeto por el pasajero se cumple como una ley no escrita y no es necesario hablar fuerte, ya que donde reina el silencio, todos lo respetan.

Pero no crean que sea aburrido. Todo lo contrario. Hay de todo y para todos. Desde servicio a la habitación a un maravilloso y cómodo bar para disfrutarlo con una amplia gama de licores. Pequeños espacios dan la tranquilidad necesaria para trabajar o leer mientras las chimeneas -que inundan el lugar- mantienen su chisporroteo durante todo el día. Para los aventureros, el Antumalal ofrece excursiones con guías propios y otras exclusividades como rafting, golf, pesca, termas y paseos a caballo. Acá y a pesar del silencio, nadie se aburre.

El Spa es visita obligada. Con piscina interior y exterior, hidromasajes y una completa lista de terapias está a disposición de sus pasajeros. Una construcción nueva que al estar oculta bajo la superficie no interfiere con el paisaje que entrega este espectacular hotel.

El comedor “Restaurante del Parque”, con una vista panorámica al lago Villarrica, recibe a sus pasajeros y turistas que llegan a la zona con la finalidad de degustar las especialidades preparadas por la chef María Ignacia Jara, quien descubrió en San Pedro de Atacama que podría ser buena cocinera. Cinco años de costoso aprendizaje en el norte de Chile que cautivaron y lograron convencer a los propietarios del hotel Antumalal que podrían modernizar el estilo clásico que mantuvo este lugar durante décadas. En la actualidad y en este comedor sureño, Maya -como todos la conocen-
propone una gastronomía cálida y que provoca sentimientos, aprovechando el producto local como cordero, trucha o ciervo, en base a recetas donde las salsas son un tremendo aporte, ya que una de sus fortalezas es la preparación de las carnes silvestres. Una promesa, considerando que la mayoría de sus clientes son exigentes y el lugar debe competir con bastantes alternativas gastronómicas que ofrece la zona.

Con huerta propia, coloridas verduras y frutas llegan a la mesa, adornando los albos manteles como si una pintura se tratara. La quínoa -tan de moda entre los turistas extranjeros que llegan al Antumalal- es una de las guarniciones más solicitadas, acompañándola con habas cuando se trata de una Trucha a la mantequilla y limón; o con aceitunas, para acompañar un garrón de cordero magallánico.

Las pastas -elaboradas en casa- hacen un aporte interesante a la carta de especialidades. Pappardelle con cordero, Ravioles rellenos de jaiba e incluso una apetitosa lasaña de verduras hacen posible una buena cantidad de variantes para los pasajeros de este clásico establecimiento.

Como buen ejemplo de la inmigración europea, los postres son de gran factura: desde el clásico murtilla-membrillo (el postre oficial de la zona sur) hasta una Tarte tatin de peras (la original) con helados de gran factura, hacen del dulce final de cada comida algo enviciante.

En resumen: un buen lugar donde llegar, comer y aprovechar las instalaciones anexas, como sus cómodas habitaciones, un gran Spa, piscinas, sauna, jardines, chimeneas… y un silencio que se convierte en cómplice para la salud mental en estos agitados tiempos. (Juantonio Eymin)

Hotel Antumalal / Camino Pucón a Villarrica Km.2, Pucón / 45244 1011