martes, 13 de febrero de 2018

MIS APUNTES


 
RUBAIYAT
Insuperable!
 
Encontrar por casualidad –y tremenda suerte- una botella de Cacique Maravilla Gutiflower, un pipeño mezcla blanca de torontel, moscatel y corinto del año 2015 a sólo $ 7.500 (por liquidación de stock), fue la primera gran sorpresa que me llevé en una visita sabatina a este palacio carnívoro de Nueva Costanera. El Rubaiyat, consciente que no podía mantener la cava de vinos más grande del país, decidió liquidar deliciosos vinos, con al fin de enfocarse a las etiquetas que son más comerciales, ya que a la larga, los activos que permanecen en las bodegas y no tienen una rotación adecuada, no son negocio (y eso lo saben todos los que alguna vez han experimentado con grandes cartas de vino).

Pero el objetivo de visitar el Rubaiyat era otro. Diferente a otras visitas ya que esta vez analizaríamos los íconos de este restaurante que va más allá de su especialidad parrillera y carnívora. Un pedido “a la carta” con la finalidad de apreciar los tiempos de espera, el servicio, sus materias primas y sentarse en la posición de “cliente” del lugar, donde muchas veces –y en muchas partes- los que escribimos de gastronomía, recibimos un trato diferente.

Carpaccio de setas Portobello con piñones y aceite de trufas (9.900) para comenzar. Tan fino y delicado como en los comienzos de este lugar. Sabroso a rabiar, no tiene reparo alguno. Una receta que no cambia y se convierte en un imperdible. A su lado, un Steak Tartar (12.900), aliñado en la cocina y absolutamente perfecto en calidad y tamaño de la porción. Las papitas soufflé que lo acompañan no es posiblemente el mejor agregado, pero nos salvó un buen pan de betarragas (hecho en casa) que nos hizo rememorar los mejores “crudos” que hemos comido en años.

Los fondos buenos, aunque con un poco de agraz. La Picanha (punta de ganso en Chile) perfecta en su porción y punto de cocción. Acompañada de un Arroz Cabaña Las Lilas, el valor del conjunto alcanza los 25 mil pesos, que si bien se pagan por la calidad de la carne, el lugar y su maravilloso servicio, personalmente lo encuentro un poco exagerado, siendo este corte uno de los más populares de la cadena en todos los locales que tiene en diferentes países del mundo. ¿Hasta qué nivel pueden llegar los valores de los platos en nuestros restaurantes? ¿Es solo una respuesta a la demanda v/s la oferta? Conozco casos donde luego de llegar a precios insólitos, han tenido que bajarlos para poder competir con sus similares. Un tema difícil donde aún hay mucho paño que cortar.

La Fideuá de camarones, el segundo plato de fondo (14.500), merece aplausos y por ello acompaña la carta desde que el anterior chef ejecutivo propusiera este clásico español e ideal para los que evitan la carne y prefieren el mundo marino.

Después de estos precios, encontrarse con la famosa Torta Rubaiyat, con masa de hojas, chocolate y manjar, es una de las mejores formas de terminar un almuerzo o cena en este exclusivo lugar. No podría ser más económico de lo que es. Un ejército de personas está preocupado de todos los detalles y lo hacen sin acosar al cliente. Una escuela de servicio que poco conocíamos en nuestras tierras y merecen el reconocimiento de  todos sus clientes.

Más allá de ser el uno de los líderes en carnes a la parrilla y que sus opciones gastronómicas están incluso al alcance de los vegetarianos (unas pastas de otro planeta), el Rubaiyat llegó a revolucionar todo lo que alguna vez pensamos que el servicio dependía del mozo que nos tocara. Acá hay un profesionalismo que supera incluso a los conceptos de atención de los grandes hoteles. Y eso tiene su precio. (Juantonio Eymin)