RUBAIYAT
Insuperable!
Pero
el objetivo de visitar el Rubaiyat era otro. Diferente a otras visitas ya que
esta vez analizaríamos los íconos de este restaurante que va más allá de su
especialidad parrillera y carnívora. Un pedido “a la carta” con la finalidad de
apreciar los tiempos de espera, el servicio, sus materias primas y sentarse en
la posición de “cliente” del lugar, donde muchas veces –y en muchas partes- los
que escribimos de gastronomía, recibimos un trato diferente.
Carpaccio
de setas Portobello con piñones y aceite de trufas (9.900) para comenzar. Tan
fino y delicado como en los comienzos de este lugar. Sabroso a rabiar, no tiene
reparo alguno. Una receta que no cambia y se convierte en un imperdible. A su
lado, un Steak Tartar (12.900), aliñado en la cocina y absolutamente perfecto
en calidad y tamaño de la porción. Las papitas soufflé que lo acompañan no es
posiblemente el mejor agregado, pero nos salvó un buen pan de betarragas (hecho
en casa) que nos hizo rememorar los mejores “crudos” que hemos comido en años.
Los
fondos buenos, aunque con un poco de agraz. La Picanha (punta de ganso en
Chile) perfecta en su porción y punto de cocción. Acompañada de un Arroz Cabaña
Las Lilas, el valor del conjunto alcanza los 25 mil pesos, que si bien se pagan
por la calidad de la carne, el lugar y su maravilloso servicio, personalmente
lo encuentro un poco exagerado, siendo este corte uno de los más populares de
la cadena en todos los locales que tiene en diferentes países del mundo. ¿Hasta
qué nivel pueden llegar los valores de los platos en nuestros restaurantes? ¿Es
solo una respuesta a la demanda v/s la oferta? Conozco casos donde luego de
llegar a precios insólitos, han tenido que bajarlos para poder competir con sus
similares. Un tema difícil donde aún hay mucho paño que cortar.
La
Fideuá de camarones, el segundo plato de fondo (14.500), merece aplausos y por
ello acompaña la carta desde que el anterior chef ejecutivo propusiera este
clásico español e ideal para los que evitan la carne y prefieren el mundo
marino.
Después
de estos precios, encontrarse con la famosa Torta Rubaiyat, con masa de hojas,
chocolate y manjar, es una de las mejores formas de terminar un almuerzo o cena
en este exclusivo lugar. No podría ser más económico de lo que es. Un ejército
de personas está preocupado de todos los detalles y lo hacen sin acosar al
cliente. Una escuela de servicio que poco conocíamos en nuestras tierras y
merecen el reconocimiento de todos sus
clientes.
Más allá de ser el uno de los líderes en carnes a la parrilla y que sus opciones gastronómicas están incluso al alcance de los vegetarianos (unas pastas de otro planeta), el Rubaiyat llegó a revolucionar todo lo que alguna vez pensamos que el servicio dependía del mozo que nos tocara. Acá hay un profesionalismo que supera incluso a los conceptos de atención de los grandes hoteles. Y eso tiene su precio. (Juantonio Eymin)