ÁUREA
Cada
cierto tiempo aparece en escena un restaurante que sobresale rápidamente. Uno
de ellos, el Áurea, con pocos meses abierto, merece una larga vida.
Todos
sabemos que un gran porcentaje de restaurantes que se abren en la capital,
terminan sucumbiendo más que nada por el grave problema de “no saber leer” lo
que sucede con el negocio gastronómico en nuestro país. A pesar de ello, este
último tiempo hemos visto que las aperturas se han multiplicado y
desgraciadamente, el público consumidor sigue siendo el mismo.
A
pesar del negativismo de nuestra introducción, tema bastante conocido por
todos, hay aperturas que bien valen destacar. De ellas, el Áurea, una casona
del barrio Bellavista que fue completamente remodelada para albergar un
restaurante hecho y derecho. Impresiona su decoración interior, en base a
papeles murales y muros intervenidos, además de una gran terraza interior, de
todo gusto y tremendamente cómoda. La idea es de los cocineros Ismael Lastra y
Tomás Saldivia, quienes luego de un par de estadías fuera del país –entre
pelando papas y cocinando- obtuvieron la experiencia necesaria para abrir su
propio comedor, donde manda el sabor local, pero con mucha identidad personal.
Sabor
local no es sinónimo de comida chilena. Acá se han dado maña para conquistar
estómagos golosos en base a una cocina donde el producto es el principal
protagonista. Ayuda a este propósito una cocina tecnificada de última
generación y el aporte humano de los cocineros, que aportan las pizcas
necesarias para entregar autenticidad en sus preparaciones.
La
terraza es –posiblemente- el mejor espacio para estos meses. Allí llegué un
caluroso mediodía, con la finalidad de conocer una propuesta que prometía
felicidad. Una barra bien montada y una carta de vinos que está en proceso de
cambios, recibe a sus múltiples clientes. Para partir, un Pil pil de camarones
y cocochas (11.900) salteadas en ajo, oliva, vino blanco y la acertada nota
picante del ají cacho de cabra. También, frescas ostras ($ 12.800) con aderezos
variados (incluso con chocolate) y sabrosas croquetas ($ 8.900) con charqui y queso
Huentelauquén (se nota el origen y calidad del queso) aparte de una tabla de
jamones y quesos ($ 14.900), ideales para compartir un cóctel.
Luego,
a la hora de los fondos, llamó mi atención el Congrio Áurea ($12.900), un
maravilloso trozo grillado y acompañado con risotto de mariscos, berberechos,
verduras escalibadas y huevo de codorniz. Tan, tan bueno que si algún día
regreso, no dudaría en pedirlo nuevamente. De las carnes –y novedoso en la
carta- un tierno Conejo al coñac ($12.900) acompañado de quinoto mixto, tocino
crocante, salvia y avellana chilena tostada. ¡La perdición!
Rica
y sabrosa cocina que no llega ahí, ya que la repostería también entrega muchas
satisfacciones, como el Mote con huesillo bajo las nubes ($5.500), un cremoso
de huesillo con mote suflado, salsa de huesillo y helado de canela. Todo
escondido bajo una nube de caramelo que se disuelve con el jugo de este durazno
deshidratado, ¡un must!
Si resumimos, en el Aurea encontraremos una cocina de autor muy bien elaborada y ejecutada. Buen servicio y ambiente. Una carta amplia con tintes mediterráneos y de gran calidad. Un gran aporte a la ciudad y un tremendo dato para estos largos días de verano. (JAE)
Áurea: Antonia López de
Bello 191 (casi esq. Loreto), Recoleta / 23290 5124