martes, 5 de marzo de 2019

MIS APUNTES


MIS APUNTES.

 
 
POLVO
¿Qué nombre… eh?
 
Poco motiva su nombre. Es cierto. Curiosamente fue buscado y analizado con lupa por sus propietarios para bautizar este nuevo restaurante capitalino. Sea o no del agrado de todos, acá se puede disfrutar una cocina y una carta de vinos que está haciendo bastante ruido desde que abrió sus puertas, hace tres meses.

Ubicado al costado del hotel-boutique Castillo Rojo y enfrentando la Plaza Camilo Mori, en Bellavista, donde antes estuvieron –sin éxito alguno- la Brasserie Petanque y Amadeo, la nueva propuesta significó una remodelación casi total de las instalaciones, donde un flamante ambiente se pone a disposición de sus comensales.

Dos profesionales son claves en este nuevo emprendimiento: el chef argentino Federico Ziegler, que antes de abrir este lugar trabajó en los hoteles Awasi en Atacama y Patagonia; y el director de vinos del restaurante, el sommelier Felipe Aldunate, quien, amante de los vinos naturales, orgánicos y biodinámicos, seleccionó 150 etiquetas, de las cuales mes a mes separa 30 –algunas de ellas por copa–, para facilitar la elección de sus clientes.

Vino y comida en su máxima expresión. ¡Y vaya que diferente! Una serie de entradas de gran sabor y novedad sirven para degustar algunos vinos que difícilmente se podrían catar en otro lugar: desde la sencillez de unos deliciosos Tomates en conserva (caseros) con aceitunas ($ 3.200); pasando por una delicada Ensalada de tomates, ostras frescas y frutillas ($ 6.300) o un excelente Huevo de campo pochado, selección de hongos y lengua asada ($ 6.000),  son un tremendo aporte a la degustación de vinos en copa como una Pedro Ximénez, Colectivo Mutante ($ 2.700), o una copa de País en Tinaja, de la viña González Bastias ($ 4.600).

Buena mano en la cocina y buen manejo de la carta de vinos. Por ello (y también gracias a sus precios) el Polvo ya tiene clientes frecuentes. Desde el almuerzo, con un menú que incluye dos copas de vino y tres platos por sólo $ 11.000, hasta la hora de la cena, donde una carta muy atractiva, ha convertido a este lugar en un secreto muy bien guardado, donde el boca a boca ha sido fundamental.

Fondos de todo gusto y un placer para el paladar. Con sólo seis platos, el lugar cautiva a sus parroquianos. Sin duda alguna, las maravillosas láminas de Plateada sobre una gran tostada de pan casero, con compota de pimiento y mostaza ($ 10.000), se lleva gran parte de los elogios, tanto como un lindo filete de Merluza Austral, con algas de Algarrobo y espinacas crocantes ($10.500), o una sabrosa panza de Chancho asado, con una ensalada de ají encurtido y repollo grillado ($ 12.000), se convierten en muestras vivas de la calidad gastronómica de este nuevo comedor capitalino.

Personalmente, lamento la poca iluminación del lugar. Como sus propietarios lo publicitan como un wine-bar, los platos (que son realmente sabrosos y novedosos) no tienen la oportunidad de lucirse, algo poco lógico, ya que bien se sabe que la comida entra por la vista. Aun así, con poca luz para la felicidad de los amantes de la comida, bien vale conocer la magia que le imprime el chef Federico Ziegler, desconocido en la capital, pero con un sello propio, que le ha permitido elaborar sus propios encurtidos y tener charcutería propia.

Durazno en almíbar de huesillo, palta y chocolate blanco ($ 5.500) y/o Manzana, membrillo y crema de cerveza ($ 5.000), son postres que hay que experimentar, ya que son tan destacables como toda su oferta.

Ir a Polvo por una copa de vino (o un cóctel) acompañada de un queso de cabra –madurado- con mermelada elaborada en casa, o visitarlo a la hora del ocaso para conocer su propuesta completa, es fundamental para los que disfrutan con la buena gastronomía, ya que sorprende y se aplaude.

Polvo: Constitución 187, Bellavista / 98440 2462