MIS APUNTES.
POLVO
¿Qué nombre… eh?
Ubicado
al costado del hotel-boutique Castillo Rojo y enfrentando la Plaza Camilo Mori,
en Bellavista, donde antes estuvieron –sin éxito alguno- la Brasserie Petanque
y Amadeo, la nueva propuesta significó una remodelación casi total de las
instalaciones, donde un flamante ambiente se pone a disposición de sus
comensales.
Dos
profesionales son claves en este nuevo emprendimiento: el chef argentino
Federico Ziegler, que antes de abrir este lugar trabajó en los hoteles Awasi en
Atacama y Patagonia; y el director de vinos del restaurante, el sommelier
Felipe Aldunate, quien, amante de los vinos naturales, orgánicos y
biodinámicos, seleccionó 150 etiquetas, de las cuales mes a mes separa 30
–algunas de ellas por copa–, para facilitar la elección de sus clientes.
Vino
y comida en su máxima expresión. ¡Y vaya que diferente! Una serie de entradas de
gran sabor y novedad sirven para degustar algunos vinos que difícilmente se
podrían catar en otro lugar: desde la sencillez de unos deliciosos Tomates en
conserva (caseros) con aceitunas ($ 3.200); pasando por una delicada Ensalada
de tomates, ostras frescas y frutillas ($ 6.300) o un excelente Huevo de campo
pochado, selección de hongos y lengua asada ($ 6.000), son un tremendo aporte a la degustación de
vinos en copa como una Pedro Ximénez, Colectivo Mutante ($ 2.700), o una copa
de País en Tinaja, de la viña González Bastias ($ 4.600).
Buena
mano en la cocina y buen manejo de la carta de vinos. Por ello (y también
gracias a sus precios) el Polvo ya tiene clientes frecuentes. Desde el
almuerzo, con un menú que incluye dos copas de vino y tres platos por sólo $
11.000, hasta la hora de la cena, donde una carta muy atractiva, ha convertido
a este lugar en un secreto muy bien guardado, donde el boca a boca ha sido
fundamental.
Fondos
de todo gusto y un placer para el paladar. Con sólo seis platos, el lugar
cautiva a sus parroquianos. Sin duda alguna, las maravillosas láminas de
Plateada sobre una gran tostada de pan casero, con compota de pimiento y
mostaza ($ 10.000), se lleva gran parte de los elogios, tanto como un lindo
filete de Merluza Austral, con algas de Algarrobo y espinacas crocantes
($10.500), o una sabrosa panza de Chancho asado, con una ensalada de ají
encurtido y repollo grillado ($ 12.000), se convierten en muestras vivas de la
calidad gastronómica de este nuevo comedor capitalino.
Personalmente,
lamento la poca iluminación del lugar. Como sus propietarios lo publicitan como
un wine-bar, los platos (que son realmente sabrosos y novedosos) no tienen la
oportunidad de lucirse, algo poco lógico, ya que bien se sabe que la comida
entra por la vista. Aun así, con poca luz para la felicidad de los amantes de
la comida, bien vale conocer la magia que le imprime el chef Federico Ziegler,
desconocido en la capital, pero con un sello propio, que le ha permitido
elaborar sus propios encurtidos y tener charcutería propia.
Durazno
en almíbar de huesillo, palta y chocolate blanco ($ 5.500) y/o Manzana,
membrillo y crema de cerveza ($ 5.000), son postres que hay que experimentar,
ya que son tan destacables como toda su oferta.
Ir
a Polvo por una copa de vino (o un cóctel) acompañada de un queso de cabra
–madurado- con mermelada elaborada en casa, o visitarlo a la hora del ocaso
para conocer su propuesta completa, es fundamental para los que disfrutan con
la buena gastronomía, ya que sorprende y se aplaude.
Polvo: Constitución 187,
Bellavista / 98440 2462