martes, 6 de agosto de 2019

LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR


 
EL SORPRENDENTE MEZE

Cuando la calidez de un lugar se mezcla con lo entretenido y con la posibilidad de conocer una gastronomía diferente, no da la razón del porqué el Meze, el primer –y único-restaurante turco de la ciudad, haya evolucionado positivamente desde que Onur Erdemir, su chef y propietario. haya decidido quedarse en Chile y armar un restaurante especializado en comida otomana. El tiempo le ha dado la razón y este lugar ya forma parte –y muy importante- del circuito gastronómico capitalino.

Una vieja casona alberga este restaurante de espacialidad. Un bar, un salón comedor y una terraza interior (cerrada en invierno, pero pronto estará descubierta), son las bases que sustentan el lugar. El idioma es difícil, más aún cuando su alfabeto tiene ocho vocales que confunden a cualquiera, pero poco importa, ya que su personal –varios de ellos provenientes de Estambul- conoce nuestro idioma y se adapta perfectamente a nuestros pedidos.  

Turquía posee una gastronomía que es abrumadora por su variedad, alegre a la vista y muy sabrosa al paladar. Turquía huele a cilantro picado, a verduras frescas, a damascos orientales, a carne a las brasas y pescado recién salido del mar. Huele a canela y a pan crujiente recién horneado, a dulces de miel, almendras y pistachos y a aromáticas especias. La verdad es que Turquía huele bien y sabe mejor. Rica en verduras y frutas, cuentan que, en la antigüedad, el sultán, amante de las sandías, las tenía a su disposición el año entero, ya que, en algún lugar de ese inmenso territorio con climas diferentes, alguien cosechaba sandías, muchas de ellas, para el sultán.

La carta del Meze ha ido creciendo con los años y es muy representativa de la cultura gastronómica actual de los turcos. No hay picores. Obvio que los sabores varían por el uso de especias que poco utilizamos, aun así, se dice que la cocina turca es sencilla y honesta, sin falsos artificios ni promesas a medio cumplir. La variedad de sus platos y la calidad de su materia prima la convierten en un placer asequible y saludable. A pesar de lo que se pueda uno imaginar en un principio, la comida turca no enmascara los sabores de sus ingredientes principales y, por ello, aunque el país sea famoso por sus especias, éstas sólo realzan su sabor, jamás los ocultan. Acá hay que venir con ganas de probar platos nuevos y combinaciones de sabores atrevidos, pero muy agradables. A los mezes iniciales (una tabla de diferentes platillos por $16.990), hay que probar la típica ensalada del pueblo turco, la Peynirli çoban salatasi ($5.850) con tomate, pepino, cebolla morada y sumac (especia con sabor a limón), hojas de menta fresca, limón y queso de cabra, servido con aceite de oliva y salsa de granada, que lo transportará inmediatamente a este lejano país.

Para los fondos, dos buenos ejemplos son el Safin Tabagi (12.500), un arroz de trigo cocinado con mantequilla, eneldo, perejil, carne de cordero, tomate asado, cebolla grillada, servido en paila de greda, cubierto de masa; y el Testi kebap (14.500), una de las grandes atracciones del lugar. Se trata de una vasija de cerámica sellada completamente y que en el interior se cocinan lentamente al fuego directo y arena, trozos de cordero, tomates, ajo, pimiento, papas, cebollas enanas y comino. Tras horas en el fuego, el cocinero llega con la vasija a la mesa y procede a romperla y repartir entre los comensales uno de los estofados -o guisos- más maravillosos que se pueden probar alrededor del mundo.

De todo y para todos. Desde una sencilla sopa de lentejas rojas, pasando por los conocidos wraps turcos, hasta lo más sofisticado de la cocina otomana. Como “bonus track”, los días viernes tienen un espectáculo de danza turca. ¿Se puede pedir más?

Atrévase y reserve, así tendrá su mesa lista y podrá comprobar lo escrito en esta crónica. (JAE)

Meze: Manuel Montt 270, Providencia / 22378 3646