EL SORPRENDENTE MEZE
Cuando
la calidez de un lugar se mezcla con lo entretenido y con la posibilidad de
conocer una gastronomía diferente, no da la razón del porqué el Meze, el primer
–y único-restaurante turco de la ciudad, haya evolucionado positivamente desde
que Onur Erdemir, su chef y propietario. haya decidido quedarse en Chile y
armar un restaurante especializado en comida otomana. El tiempo le ha dado la
razón y este lugar ya forma parte –y muy importante- del circuito gastronómico
capitalino.
Una vieja casona alberga este restaurante de
espacialidad. Un bar, un salón comedor y una terraza interior (cerrada en
invierno, pero pronto estará descubierta), son las bases que sustentan el
lugar. El idioma es difícil, más aún cuando su alfabeto tiene ocho vocales que
confunden a cualquiera, pero poco importa, ya que su personal –varios de ellos
provenientes de Estambul- conoce nuestro idioma y se adapta perfectamente a
nuestros pedidos.
Turquía posee una gastronomía que es abrumadora por su
variedad, alegre a la vista y muy sabrosa al paladar. Turquía huele a cilantro
picado, a verduras frescas, a damascos orientales, a carne a las brasas y
pescado recién salido del mar. Huele a canela y a pan crujiente recién
horneado, a dulces de miel, almendras y pistachos y a aromáticas especias. La
verdad es que Turquía huele bien y sabe mejor. Rica en verduras y frutas,
cuentan que, en la antigüedad, el sultán, amante de las sandías, las tenía a su
disposición el año entero, ya que, en algún lugar de ese inmenso territorio con
climas diferentes, alguien cosechaba sandías, muchas de ellas, para el sultán.
La
carta del Meze ha ido creciendo con los años y es muy representativa de la
cultura gastronómica actual de los turcos. No hay picores. Obvio que los
sabores varían por el uso de especias que poco utilizamos, aun así, se dice que
la cocina turca es sencilla y honesta, sin falsos artificios ni promesas a
medio cumplir. La variedad de sus platos y la calidad de su materia prima la
convierten en un placer asequible y saludable. A pesar de lo que se pueda uno
imaginar en un principio, la comida turca no enmascara los sabores de sus
ingredientes principales y, por ello, aunque el país sea famoso por sus
especias, éstas sólo realzan su sabor, jamás los ocultan. Acá hay que venir con
ganas de probar platos nuevos y combinaciones de sabores atrevidos, pero muy
agradables. A los mezes iniciales (una tabla de diferentes platillos por $16.990),
hay que probar la típica ensalada del pueblo turco, la Peynirli çoban salatasi
($5.850) con tomate, pepino, cebolla morada y sumac (especia con sabor a
limón), hojas de menta fresca, limón y queso de cabra, servido con aceite de
oliva y salsa de granada, que lo transportará inmediatamente a este lejano
país.
Para los fondos, dos buenos ejemplos son el Safin
Tabagi (12.500), un arroz de trigo cocinado con mantequilla, eneldo, perejil, carne
de cordero, tomate asado, cebolla grillada, servido en paila de greda, cubierto
de masa; y el Testi kebap (14.500), una de las grandes atracciones del lugar.
Se trata de una vasija de cerámica sellada completamente y que en el interior
se cocinan lentamente al fuego directo y arena, trozos de cordero, tomates,
ajo, pimiento, papas, cebollas enanas y comino. Tras horas en el fuego, el
cocinero llega con la vasija a la mesa y procede a romperla y repartir entre
los comensales uno de los estofados -o guisos- más maravillosos que se pueden
probar alrededor del mundo.
De todo y para todos. Desde una sencilla sopa de
lentejas rojas, pasando por los conocidos wraps turcos, hasta lo más
sofisticado de la cocina otomana. Como “bonus track”, los días viernes tienen
un espectáculo de danza turca. ¿Se puede pedir más?
Atrévase y reserve, así tendrá su mesa lista y podrá
comprobar lo escrito en esta crónica. (JAE)
Meze: Manuel Montt 270, Providencia / 22378 3646