SIETE SANGUCHERÍAS ADICTIVAS
John Montagú -el IV conde
de Sandwich- nunca se imaginó los alcances de su afición de comer emparedados.
Hoy nuestros sánguches chorrean, pero aun así son testimonio de que entre dos
rebanadas de pan la vida es bastante más entretenida. En nuestro listado, las más
clásicas, populares y adictivas sangucherías de la capital.
Parte de nuestra memoria colectiva, La Fuente Alemana nace en los años 60 cuando los hermanos Siri compran una fuente de soda a mal traer. Desde ahí que se ha convertido en la regalona de los lomitos y otros productos de cerdo y vacuno que son consumidos en un mesón en forma de U donde al interior un grupo de amables señoras preparan los pedidos, entre los que destacan los mejores lomitos, churrascos, gordas y rumanos de la capital. Su secreto está en el pan y en una excelente salsa de tomates que reemplaza al kétchup. Un local sencillo, agradable y siempre repleto. (Alameda 58, Santiago Centro)
LOMIT’S: La clásica
Si
usted anda por Providencia y tiene esa duda terrible que asalta a los comilones
cuando quieren comer rico, váyase al Lomit’s, hogar de una de las mejores sangucherías
de la capital. Un imperdible es el Pernil, en marraqueta tostada con
mantequilla y palta fileteada. Suena muy rebuscado, pero si lo piden no se
arrepentirán. Aparte de Chacareros de ensueño y la Mechada Luco que son para
aplaudir, las papas fritas son de las mejores del sector, bien calientes,
crujientes por fuera y un puré por dentro. Y brillan más que el sol. (Av.
Providencia 1280)
CIUDAD VIEJA: El primer sanguche gourmet
Emplazado
en una esquina de puro poder, Ciudad Vieja ha sido capaz de proponer una carta
llena de sánguches que son una relectura a la cocina en Chile de los últimos
años y lo tradicional de nuestra mesa, De su extensa carta, destacan sánguches
como el Veguino (dos sopaipillas con arrollado y palta); Lengua (refinado, con
pesto y cebollas asadas); Lomo Saltado y Ají de gallina (sí señor, en
sánguches) y Costillares en variadas preparaciones. Ciudad Vieja es una sandía
calada. José Luis Merino –su dueño- es
de los que sabe y por lo mismo cada visita es un agrado. Además, el bolsillo
sonríe. (Constitución 92, Barrio Bellavista)
FUENTE MARDOQUEO: Lo mejor
del barrio
Ganó
su prestigio en base a la calidad e higiene. Pocas veces visto, cocina a la
vista con cocineras de impecable blanco y sus respectivas mascarillas. Su
especialidad es el Lomito, aunque nadie se ha quejado de sus Chacareros o
Barros Luco. Es que son tan grandes y sabrosos que es difícil que un amante de
los sánguches salga decepcionado del lugar. Tienen algunos ingredientes para
agregarle a los platos y la clásica cerveza que a estas alturas es inseparable.
Dicho esto, no hay empacho en asegurar que Fuente Mardoqueo posee los mejores
lomitos de Santiago. No sé si los mejores del país, pero a nivel capitalino
ganan lejos. A pesar de ya tiene sucursales, en el barrio Yungay es un
imperdible. (Libertad 551, Santiago Poniente) Cuando todos hablan de la hamburguesa de garbanzos (para los vegetarianos) o el sánguche de prieta (para los más carnívoros), es que algo está sucediendo en este local instalado en un pasaje del Barrio Lastarria. Acá el tema va por los ingredientes y la atención a sus clientes. Las porciones son enormes (a marraqueta completa) y no escatiman en entregar productos frescos e inteligentemente bien preparados. Vale la pena conocerlo (Pasaje José Ramón Gutiérrez 277 B. Barrio Lastarria)
DOMINÓ: El rey del completo
Desde
sus inicios, en 1952, en su ya tradicional local de Agustinas, Dominó ha
sobrevivido a las mudanzas del centro gastronómico de la city capitalina por su
alto nivel de adaptabilidad a los nuevos tiempos. Desde el centro de Santiago
se ha expandido -respetando todos sus principios- a varias ciudades de Chile
llevando como emblema la vienesa, en especial el llamado “Dominó” que ha
conquistado a medio Chile con su especial mezcla de salsa verde, tomate y
mayonesa. Un ícono de los sánguches creados en nuestro país. (Agustinas 1016,
Santiago Centro)
DOCETRECE: Su majestad el
pan
Luego
de 40 años de tradición como emporio de barrio, la familia Pla dio un giro y
transformó una esquina de la actualmente agitada Tobalaba en una atractiva sanguchería
de moderno diseño. Se las jugaron con el pan, la materia prima más importante
de los sánguches y acertaron medio a medio, ya que el producto es inmejorable.
Acá, los sánguches fueron bautizados con los nombres de las calles de la
comuna, un valor agregado que los clientes agradecen. Se suma a ello una gran variedad
de cervezas, vinos y cócteles; platos para compartir y excelentes chorrillanas,
que deben ser las mejores de la capital. (Tobalaba 1213)