martes, 5 de noviembre de 2019

LA NOTA DE LA SEMANA




EL DÍA EN QUE LOS RESTAURANTES 

SE FUERON AL CARAJO


Nos tenían como un país ejemplar y abrieron hoteles y restaurantes como desaforados. De un día para otro viene el estallido social, la violencia, el desorden y los tiempos difíciles. Las inversiones se debilitan y costará lagrimas lograr nuevamente cifras azules.
¿Se entusiasmaron con el ingreso per cápita de 25 mil dólares anuales?

Es la pregunta que nos hacemos. Sin derechas ni izquierdas de por medio. Debemos ser transversales, como lo son los hoteles y restaurantes que no discriminan al cliente por sus inclinaciones políticas. Mirábamos (y admirábamos) la cantidad de aperturas este 2019. Más de cincuenta restaurantes solo en el Barrio Alto, tomando en cuenta que la clientela se mantenía estable. O sea, la idea era algo sádica, como quitarle público a la competencia.

Pareciera que valió la pena y los nuevos restaurantes, en base a un producto diferente y calidad de servicio (no así los precios), renovaron, casi de noche a la mañana, barrios completos de lo que podríamos llamar el mercado de mantel largo, donde los clientes podían tener nuevas experiencias y formar parte de esa “elite” gastronómica, donde “ser visto” es de por sí, un reconocimiento social que da un anexo lúdico al curriculum del cliente.

Hasta que llegó el día

Dicen que se agotó la paciencia. Dejemos a los sociólogos, historiadores, antropólogos y cientistas políticos a hacer su pega. Nosotros nos quedaremos en el área que conocemos como la palma de nuestras manos. El sector hotelero y gastronómico tendrá que hacer grandes esfuerzos para levantarse. Muchos dejarán la actividad y el negativismo será cotidiano. Como se vislumbra el mercado turístico, no tendremos turistas argentinos (que son los que nos ayudan a mejorar las cifras del turismo), y los brasileños solo llegaran la próxima temporada de esquí.  Las grandes conferencias COP 25 y APEC, que llenarían hoteles, restaurantes y lugares nocturnos, se suspendieron y hasta difícil se ve que se realice la final de la Copa Libertadores en dos semanas más. ¿Qué nos queda? Lamentablemente, repartir la torta entre nosotros. (A última hora del dia martes 5 se avisó que no se realizará el partido de fútbol)


Garzones, cocineros, personal de servicio, mucamas y un largo etcétera, quedarán en el camino, sin olvidar a los proveedores, el comercio justo y toda esa larga cadena que hace funcionar un hotel o un restaurante. ¡Igual que el 73!, dirán algunos. Nosotros pensamos que en esos años el impacto fue mucho menor, ya que con los dedos de las manos podíamos contar los hoteles y restaurantes que existían en esos entonces. Hoy, hablamos de 6 mil restaurantes en el Gran Santiago y eso es otra cosa.

Todo lo que suceda desde esta semana en adelante será nuevo para nosotros. Lo único claro es que, al igual que nuestro título, “todo se fue al carajo” (el carajo es el puesto de guardia situado en el palo más alto de los antiguos navíos a vela. Un lugar aterrador, por los constantes movimientos de balanceo de estas enormes naves en medio del océano), tendremos que agarrarnos bien de lo que sea para salir adelante. No serán tiempos fáciles y se requerirá de mucho empeño e imaginación para sortear esta crisis y superar las confianzas. Para ser sinceros, durante décadas nos engañaron con cifras. Nunca fuimos jaguares. (JAE)