SE FUERON AL CARAJO
Nos
tenían como un país ejemplar y abrieron hoteles y restaurantes como
desaforados. De un día para otro viene el estallido social, la violencia, el desorden
y los tiempos difíciles. Las inversiones se debilitan y costará lagrimas lograr
nuevamente cifras azules.
¿Se
entusiasmaron con el ingreso per cápita de 25 mil dólares anuales?
Es
la pregunta que nos hacemos. Sin derechas ni izquierdas de por medio. Debemos
ser transversales, como lo son los hoteles y restaurantes que no discriminan al
cliente por sus inclinaciones políticas. Mirábamos (y admirábamos) la cantidad
de aperturas este 2019. Más de cincuenta restaurantes solo en el Barrio Alto,
tomando en cuenta que la clientela se mantenía estable. O sea, la idea era algo
sádica, como quitarle público a la competencia.
Pareciera
que valió la pena y los nuevos restaurantes, en base a un producto diferente y calidad
de servicio (no así los precios), renovaron, casi de noche a la mañana, barrios
completos de lo que podríamos llamar el mercado de mantel largo, donde los
clientes podían tener nuevas experiencias y formar parte de esa “elite”
gastronómica, donde “ser visto” es de por sí, un reconocimiento social que da un
anexo lúdico al curriculum del cliente.
Hasta que llegó
el día
Dicen
que se agotó la paciencia. Dejemos a los sociólogos, historiadores,
antropólogos y cientistas políticos a hacer su pega. Nosotros nos quedaremos en
el área que conocemos como la palma de nuestras manos. El sector hotelero y
gastronómico tendrá que hacer grandes esfuerzos para levantarse. Muchos dejarán
la actividad y el negativismo será cotidiano. Como se vislumbra el mercado
turístico, no tendremos turistas argentinos (que son los que nos ayudan a
mejorar las cifras del turismo), y los brasileños solo llegaran la próxima
temporada de esquí. Las grandes
conferencias COP 25 y APEC, que llenarían hoteles, restaurantes y lugares
nocturnos, se suspendieron y hasta difícil se ve que se realice la final de la
Copa Libertadores en dos semanas más. ¿Qué nos queda? Lamentablemente, repartir
la torta entre nosotros. (A última hora del dia martes 5 se avisó que no se realizará el partido de fútbol)
Garzones,
cocineros, personal de servicio, mucamas y un largo etcétera, quedarán en el
camino, sin olvidar a los proveedores, el comercio justo y toda esa larga
cadena que hace funcionar un hotel o un restaurante. ¡Igual que el 73!, dirán
algunos. Nosotros pensamos que en esos años el impacto fue mucho menor, ya que
con los dedos de las manos podíamos contar los hoteles y restaurantes que
existían en esos entonces. Hoy, hablamos de 6 mil restaurantes en el Gran
Santiago y eso es otra cosa.
Todo
lo que suceda desde esta semana en adelante será nuevo para nosotros. Lo único
claro es que, al igual que nuestro título, “todo se fue al carajo” (el carajo
es el puesto de guardia situado en el palo más alto de los antiguos navíos a
vela. Un lugar aterrador, por los constantes movimientos de balanceo de estas
enormes naves en medio del océano), tendremos que agarrarnos bien de lo que sea
para salir adelante. No serán tiempos fáciles y se requerirá de mucho empeño e
imaginación para sortear esta crisis y superar las confianzas. Para ser
sinceros, durante décadas nos engañaron con cifras. Nunca fuimos jaguares.
(JAE)