SI HUBIÉSEMOS
FUMIGADO A TIEMPO…
Siete semanas
de fastidio y aun nadie se pone de acuerdo.
Posiblemente
todos nuestros lectores tienen conocidos, amigos y colaboradores de todos los colores
políticos. Al menos este cronista piensa que en la hotelería y gastronomía
tenemos que ser transversales y atender a todos los clientes por igual. Y así
ha sido durante años. Lamentablemente, desde el 18 de octubre, cuando comenzó
el estallido social, todo cambió y lo que pensábamos que sería un cambio real
para todos los que vivimos en esta patria; cuando veíamos soluciones casi
inmediatas, de corto plazo y con la efectividad suficiente para no hacerle daño
a la economía, los políticos y los vándalos opinaron lo contrario. Hoy, siete
semanas después, tenemos ciudades (o parte de ellas) totalmente destruidas, y
leyes trancadas por la gran burocracia que existe en el país.
Hay
un dicho que pocos conocen pero que se hace real en esta escalada violentista:
“si hubiésemos fumigado a tiempo, todo
estaría solucionado”. Y este refrán calza perfectamente con la clase
política -en general- que no tiene ganas de avanzar, ya que para ellos están en
juego sus cargos, y con ello su manutención millonaria con platas estatales (o
nuestras, como dicen por ahí). Lo lamentable es que la situación está a punto
de hacer reventar las Pymes gastronómicas, que bien sabemos son la mayoría de
los restaurantes.
No fumigamos a tiempo absolutamente nada. Ni a los vándalos, ni al poder ejecutivo, ni al legislativo, ni al judicial. Tampoco lo hicimos con la corrupción empresarial ni el delito de cuello y corbata. Posiblemente no nos interesaba. Sin embargo, la amenaza no se detendrá en el corto plazo. Durante todas estas semanas, el narcotráfico ha estado infiltrándose en todas las esferas públicas y privadas. Tampoco fumigamos a tiempo.
No fumigamos a tiempo absolutamente nada. Ni a los vándalos, ni al poder ejecutivo, ni al legislativo, ni al judicial. Tampoco lo hicimos con la corrupción empresarial ni el delito de cuello y corbata. Posiblemente no nos interesaba. Sin embargo, la amenaza no se detendrá en el corto plazo. Durante todas estas semanas, el narcotráfico ha estado infiltrándose en todas las esferas públicas y privadas. Tampoco fumigamos a tiempo.
Posiblemente
el problema social pasó por egoísmos mal entendidos: “mientras a mí me vaya
bien, el resto que se joda”. Y al final, todos nos fuimos al carajo.
Desgraciadamente
estamos llorando bajo la leche derramada. Tratemos, al menos, y cada uno dentro
de su trinchera, encontrar las soluciones que la clase política ni los
violentistas nos han querido dar. Chile se lo merece.