EL DÍA
DE LA COCINA CHILENA
Cada
cierto tiempo la cocina chilena sale a la palestra, más aún cuando esta semana
conmemoramos su día oficial. Desde hace tiempo diferentes autores han
escarbado sus orígenes y publicado sus descubrimientos en cientos de libros que
generalmente mueren en las estanterías de las librerías o se consiguen en
ferias, en esos puestos donde se venden revistas viejas, discos de antaño y
ediciones de libros añejos y poco interesantes.
Si
tomamos el ejemplo del Perú, donde una serie de cocinas foráneas han logrado,
con el tiempo, convertirse en propias de una cultura gastronómica que
admiramos, acá seguimos tratando de adaptar conceptos con el fin de crear una
cocina propia. Los peruanos crearon una gastronomía de múltiples ascendencias y
la adoptaron. Africanos, chinos y japoneses y la cultura inca son sus fuentes
iniciales. Nosotros nos quedamos con la aburguesada comida francesa y uno que
otro toque español.
Pasan
los años y aún no podemos definir ni ponernos de acuerdo con la cocina chilena.
A decir verdad, cada uno tiene su teoría. Desde la antropóloga Sonia Montecino
hasta el más neófito en la materia dan su opinión. Es posible que todos tengan
razón. Para este cronista, la cocina chilena es la que extrañamos cuando
estamos fuera del terruño. Sin embargo, existen talibanes gastronómicos que
desean llegar a puntos extremos. Y esa no es la idea.
¿Qué
las empanadas se hacen en todo el mundo hispano? Es cierto. Igual que la
cazuela, los porotos y el curanto. Todo es similar, pero a la vez todo es
distinto. A decir verdad, nuestra cocina debería caracterizarse más que nada
por los aliños y especias que ocupamos y no por la materia prima. Una cazuela
preparada en un pueblo perdido de Alemania, no es para nada comparable con una
similar elaborada en cualquier lugar de Chile.
Hemos
experimentado la cocina de nuestros aborígenes y realmente no es para alabarla.
Hemos comido platos de siglos pasados que no entusiasman a nadie. Hemos
buscado, en los escondidos pasajes de nuestra historia, algo que nos hiciera
únicos. Sin embargo, todo afán ha sido infructuoso.
Al
final, ¿qué debería ser la cocina chilena? Definitivamente una mezcla de
pueblos y de razas. Al igual que los peruanos, pero no la hemos sabido
aprovechar. Acá llegaron italianos, yugoslavos, árabes, españoles, alemanes,
franceses y muchos otros que literalmente les dimos la espalda y no integramos
su gastronomía a la nuestra. Y ese es un error que habrá que corregirlo en el
tiempo. Somos hijos de inmigrantes y nuestra gastronomía se debe
intrínsecamente a ellos.