martes, 12 de mayo de 2020

LA NOTA DE LA SEMANA



COLOR CASTAÑO OSCURO

La industria de la entretención -para muchos, la industria de la felicidad-, está, luego de 7 semanas inactivas (o cincuenta días) en una encrucijada que cada día es más compleja.

Cuando se inició esto del Covid 19, muchos pensaron que sólo era un ave de paso y que las consecuencias serían posible asimilar y corregir con el transcurso del tiempo. Pocos pensaron que, pasado dos meses del cierre de la industria, recién estábamos en un comienzo y que los problemas de mayo son más difíciles y complicados que los de marzo. No hay turistas, nadie sabe cómo se comportará el cliente luego de la pandemia, ni cuáles serán las disposiciones o las nuevas normas para funcionar que exigirá la autoridad sanitaria, ya que la industria gastronómica es una de las más complicadas por tener altos peligros de contagio.

Muchos restaurantes no resistirán los meses que vendrán sin ventas. Con o sin los créditos bancarios que ofreció el gobierno (y que de poco le sirvió al rubro, ya que los bancos les cerraron las puertas a las pequeñas pymes, rechazando -a la fecha-  el 17% y manteniendo pendiente de aprobación el 47% de las solicitudes) pensamos -aparte de que el año está perdido-, que la actividad recién podrá comenzar a recibir clientes en primavera, o sea, en septiembre, siempre y cuando se cumplan las mejores predicciones de los expertos sanitarios.

Será el momento de sacarnos el sombrero para felicitar a los que tuvieron las agallas (y espaldas) para mantener su negocio sin ventas durante tantos meses. También lamentar las quiebras y los miles de empleos perdidos. Fue duro el golpe ya que el boom que vivió la hotelería y la gastronomía (con soberbias aperturas que ponían al país como uno de los más brillantes de la región), se fuera al diablo de la noche a la mañana y se perdieran todos los sueños, esperanzas y expectativas.

Realmente, no éramos lo que creíamos.