ACEITE DE OLIVA… Y DEL BUENO
El nivel de calidad de los aceites de oliva chilenos no permite, de repente, juzgar calidades entre diferentes productores. Lo más importante es que sus producciones son buenas y ello les permite ingresar a los mercados internacionales, que son absolutamente más importantes que el nuestro. Por ello, cuando tenemos la ocasión de hacer una cata de aceites, más allá de disfrutar suavidades, sabores herbáceos y sutilezas, nuestras preguntas van por el lado de la comercialización, tanto en Chile como en los grandes mercados internacionales.
Como en la última cata que participo Lobby. La familia Fabres inició en Aculeo y Curicó la producción de aceites en 460 hectáreas dedicadas a este cultivo y luego de una inversión de 10 millones de dólares lanzaron dos marcas propias que se suman a una serie de empresas nacionales y extranjeras que compran el producto para envasarlo con sus etiquetas.
Las marcas propias, Fabrini y Sol de Aculeo, han ganado sendos premios en Estados Unidos e Italia, lo que deja a esta empresa en un muy bien pie para diversificar sus mercados, uno de los objetivos que pretendió la familia Fabres al iniciar este proyecto.
Según los socios de esta operación, en poco tiempo han logrado convertirse en uno de los cuatro aceites de oliva más importantes del país en cuanto a calidad y presencia, algo que los llena de orgullo y de satisfacción. Además, sus ventas han crecido exponencialmente en todos los mercados gracias a la gran calidad de sus aceites.
Y una nota al margen que es imprescindible. En la actualidad no existen normas para la elaboración y venta del aceite de oliva. En los anaqueles de los supermercados se pueden encontrar decenas de marcas y de precios. El problema, que pronto regularán, es que no todo el aceite que se vende es realmente oliva-virgen. Y como las etiquetas dan para mucho, es importante saber reconocer marcas y productos de calidad. Irse por lo seguro es hoy en día muy necesario. Hemos probado en muchas catas aceites de distinto origen, etiquetados como oliva virgen 100% que más parece aceite para máquinas de coser. No se entusiasme con una bonita presentación o un precio de oferta. El buen aceite de oliva, sin ser caro, cuesta lo que debe costar, Lo demás es prácticamente engaño. Y mientras no tengamos una marca propia y definida de aceite que comprar, decidámonos por las más importantes del mercado. Así no nos pasarán gato por liebre y podremos aderezar y cocinar a nuestro verdadero placer sin pasar bochornos ni vergüenzas. (JAE)