CUMBRES DEL LAGO
Una buena sorpresa
Hay buena cocina en Puerto Varas. Primero sus restaurantes y luego los hoteles se han destacado por ofrecer una comida consistente y siempre con un algo regional. Recuerdo haber escrito últimamente en estas páginas del Balandra, el restaurante del hotel Colonos del Sur y brillantemente manejado por Pamela Fidalgo; la cocina del Cabañas del Lago y su chef Gustavo Sandoval; del Siroco, ese encantador hotel –restaurante cuando en sus cocinas oficiaba el chef Leonardo Chacon; del hiperkinético Alessandro Guarneri que hace de las suyas en el D’Alessandro y del lamentablemente cerrado Yan Kee Way, un verdadero lodge de pesca en Ensenada. Todos ellos buenos restaurantes y con comida que no desentona y que gusta a todos. Y esta semana, otro establecimiento de Puerto Varas engrosa las páginas de Lobby, el Cumbres del Lago, el comedor principal del nuevo hotel Cumbres Patagónicas, una joyita que enaltece a la ciudad y que coopera para que cada día esta gastronomía sureña sea más conocida por los turistas que prácticamente tienen convertida esta ciudad en la capital del turismo nacional.
Con una vista inigualable al lago Llanquihue y el volcán Osorno, el lugar está dirigido por Claudio Ubeda, chef santiaguino pero con años ya en la zona. El conoce y trabaja el producto de la zona y lo hace de muy buena forma, apreciación basada en tres comidas en el mismo lugar y bajo distintas circunstancias.
Mi primera cena fue de mantel largo. Para partir una cama de atún de isla de Pascua y sobre él un timbal de centolla de Chiloé. Ante la extrañeza, la pregunta de rigor y una respuesta más que acertada. Más pequeña que la del extremo sur y algo más dulce, pero tremendamente gustadora. Luego, y acompañado de un Maycas 08 sauvignon blanc, una pequeña delicia: un capuccino de ostras con un pincho de camarones y salmón ahumado en casa. Una sopa deliciosa en base a una vichyssoice de puerros, chalotas, ostras y papas acompañada de una suave crema. Tan rica estaba que al día siguiente en la cena volvimos a pedirla para gozar un sabor único y excepcional.
Un trío de locos seguiría este largo menú degustación: apanados en panco, naturales y en chupe. Blandos y sabrosos más aun cuando fueron acompañados de un puré de papas cañetinas y una muselina de cilantro. Esta vez acompañado de un viognier Cono Sur 2008, cepa la que se gusta o se odia, gracias a un sabor y aroma a parafina. Bueno, yo la odio… nadie es perfecto.
Un gran trozo de salmón con un risotto de hongos deshidratados me tenía al límite de abandonar la cena. Más aun cuando los platos elaborados por el chef Ubeda son ricos en aliños chilenos. Sobreviví hasta el final, donde un asado de tira cocinado a fuego lento en vino dulce añejo y acompañado de puré de habas, papas topinambur y champiñones salteados daba pie a una serie de postres donde destacó un sabayón de pisco y una crema inglesa con parfait de murta.
Demás esta decir que las siguientes experiencias en este comedor fueron bastante menos calóricas ya que pocos estómagos resisten tal cantidad de comida. Sin embargo destaco unos brotes de quila y navajuelas de la zona, además de un rico cebiche de cochayuyo y otro de salmón, además de la sopa del día, reconfortante y muy útil en una ciudad que aunque el sol esté en su máxima expresión, el frío de repente cala los huesos.
Aparte de todo, buen servicio que se agradece y más aun en lugares apartados de Santiago. La gracia está en un grupo de profesionales que se traslado a la ciudad de las rosas a ejercer sus profesiones en alimentos y bebidas, operaciones, servicio y bar. Ellos formaron a un grupo humano de excepcional calidez y de rápida respuesta a los requerimientos de los clientes. Así se han estado distinguiendo desde su apertura. El hotel no lleva aun un año en operaciones y muchos celebran este nuevo lugar de comida y esparcimiento.
En su próximo viaje visítelo. Y aunque no se hospede allí vaya a conocerlo. Onces alemanas a $7.500 por persona y happy hours a $3.700 el doble trago. ¿Más? El capuccino de ostras lo dejará más que feliz por $2.500 y una degustación de salmones ahumados en casa por $ 3.800. Los fines de semana almuerzo buffet por $ 12.000 y los niños $ 8.000, con copa de vino o bebida. Como para tentarse, ¿no? Y todo eso en un ambiente de calidez patagónica y con un servicio que sorprende hasta al más avezado.
Una buena sorpresa
Hay buena cocina en Puerto Varas. Primero sus restaurantes y luego los hoteles se han destacado por ofrecer una comida consistente y siempre con un algo regional. Recuerdo haber escrito últimamente en estas páginas del Balandra, el restaurante del hotel Colonos del Sur y brillantemente manejado por Pamela Fidalgo; la cocina del Cabañas del Lago y su chef Gustavo Sandoval; del Siroco, ese encantador hotel –restaurante cuando en sus cocinas oficiaba el chef Leonardo Chacon; del hiperkinético Alessandro Guarneri que hace de las suyas en el D’Alessandro y del lamentablemente cerrado Yan Kee Way, un verdadero lodge de pesca en Ensenada. Todos ellos buenos restaurantes y con comida que no desentona y que gusta a todos. Y esta semana, otro establecimiento de Puerto Varas engrosa las páginas de Lobby, el Cumbres del Lago, el comedor principal del nuevo hotel Cumbres Patagónicas, una joyita que enaltece a la ciudad y que coopera para que cada día esta gastronomía sureña sea más conocida por los turistas que prácticamente tienen convertida esta ciudad en la capital del turismo nacional.
Con una vista inigualable al lago Llanquihue y el volcán Osorno, el lugar está dirigido por Claudio Ubeda, chef santiaguino pero con años ya en la zona. El conoce y trabaja el producto de la zona y lo hace de muy buena forma, apreciación basada en tres comidas en el mismo lugar y bajo distintas circunstancias.
Mi primera cena fue de mantel largo. Para partir una cama de atún de isla de Pascua y sobre él un timbal de centolla de Chiloé. Ante la extrañeza, la pregunta de rigor y una respuesta más que acertada. Más pequeña que la del extremo sur y algo más dulce, pero tremendamente gustadora. Luego, y acompañado de un Maycas 08 sauvignon blanc, una pequeña delicia: un capuccino de ostras con un pincho de camarones y salmón ahumado en casa. Una sopa deliciosa en base a una vichyssoice de puerros, chalotas, ostras y papas acompañada de una suave crema. Tan rica estaba que al día siguiente en la cena volvimos a pedirla para gozar un sabor único y excepcional.
Un trío de locos seguiría este largo menú degustación: apanados en panco, naturales y en chupe. Blandos y sabrosos más aun cuando fueron acompañados de un puré de papas cañetinas y una muselina de cilantro. Esta vez acompañado de un viognier Cono Sur 2008, cepa la que se gusta o se odia, gracias a un sabor y aroma a parafina. Bueno, yo la odio… nadie es perfecto.
Un gran trozo de salmón con un risotto de hongos deshidratados me tenía al límite de abandonar la cena. Más aun cuando los platos elaborados por el chef Ubeda son ricos en aliños chilenos. Sobreviví hasta el final, donde un asado de tira cocinado a fuego lento en vino dulce añejo y acompañado de puré de habas, papas topinambur y champiñones salteados daba pie a una serie de postres donde destacó un sabayón de pisco y una crema inglesa con parfait de murta.
Demás esta decir que las siguientes experiencias en este comedor fueron bastante menos calóricas ya que pocos estómagos resisten tal cantidad de comida. Sin embargo destaco unos brotes de quila y navajuelas de la zona, además de un rico cebiche de cochayuyo y otro de salmón, además de la sopa del día, reconfortante y muy útil en una ciudad que aunque el sol esté en su máxima expresión, el frío de repente cala los huesos.
Aparte de todo, buen servicio que se agradece y más aun en lugares apartados de Santiago. La gracia está en un grupo de profesionales que se traslado a la ciudad de las rosas a ejercer sus profesiones en alimentos y bebidas, operaciones, servicio y bar. Ellos formaron a un grupo humano de excepcional calidez y de rápida respuesta a los requerimientos de los clientes. Así se han estado distinguiendo desde su apertura. El hotel no lleva aun un año en operaciones y muchos celebran este nuevo lugar de comida y esparcimiento.
En su próximo viaje visítelo. Y aunque no se hospede allí vaya a conocerlo. Onces alemanas a $7.500 por persona y happy hours a $3.700 el doble trago. ¿Más? El capuccino de ostras lo dejará más que feliz por $2.500 y una degustación de salmones ahumados en casa por $ 3.800. Los fines de semana almuerzo buffet por $ 12.000 y los niños $ 8.000, con copa de vino o bebida. Como para tentarse, ¿no? Y todo eso en un ambiente de calidez patagónica y con un servicio que sorprende hasta al más avezado.
Imperdible (Juantonio Eymin, fotos, Rodolfo Gambetti)
Cumbres del Lago: Hotel Cumbres Patagónicas, Av Imperial 0561, Puerto Varas, fono 65 - 494 000