miércoles, 7 de julio de 2010

LAS CRONICAS DE LOBBY


LA BOTA DE DONATA

Donata Bergmann es una bella italiana y milanesa hecha y derecha. Llego a Chile el 2004 de la mano de su marido, el chileno Raúl Morales, que la había conquistado en Roma. Juntos crearon “Il Maestrale” una gelatería que cambió para siempre los gustos de los chilenos. De ahí salieron helados de antología, como el de harina tostada, que bien merece un premio a la audacia. Pero el matrimonio no se quedó contento con esta experiencia y decidieron abrir un “ristorante” a la italiana, que llenara de nuevas expectativas a los curiosos santiaguinos y turistas. La oportunidad les llegó durante la expansión del Patio Bellavista, lugar donde consiguieron un ameno espacio y lograron echar a andar su nueva propuesta.

Y nació La Bota. De la mano de Donata y un socio que ya se retiró del negocio. La idea: comida italiana a precio justo donde el producto italiano fuese la estrella. Prosciutto, mortadela, grana padano, focaccias, pasta y toda una cocina propia del país europeo. Es curioso, pero cientos de miles de chilenos siguen la cocina italiana como propia. De ahí su amplio impacto dentro de la gastronomía nacional. Antipastos y pastas fueron su primera propuesta hace ya un año. Ahora, más maduros, han evolucionado y para bien.

Como muchos ristorantes italianos en Chile, en la cocina está el dueño. Acá lo hace Donata que con un par de maestras de cocina dan vida a platos propios de la península. Como nos gusta indagar, supimos que le fascinaba el ajo y en su casa tiene una huerta donde cosecha pimentones, rúcula, ají y zapallos italianos. En su patio, además, tiene 55 olivos.

Un iluminado local con dos terrazas y dos comedores interiores me recibe un mediodía de la semana pasada. Buen pisco sour para degustar una tabla de antipastos con grana padano, mortadelas italianas, aceitunas, verdes, quesos y salamis. Luego, vino de la casa para sus pastas. Panzotti de zapallo para partir. Ricos y caseros, tanto como un risotto “di mare”, con arroz arboreo, finos mariscos y una lasaña de jabalí. Platos grandes y abundantes. Y nada de caros. Pastas a $ 6.000; risottos a $ 7.000; pizzas a $ 5.000 y escapando de sus precios un estofado de jabalí cuya porción cuesta $13.600 pero bien comen dos personas (ojo con este plato ya que es para recordarlo durante mucho tiempo). Los postres, como no, helados de un gran surtido. Experimenté con su nuevo sabor: cochayuyo y disfruté con los de lúcuma, vainilla, harina tostada y berries. Café del bueno para el final.

El Patio Bellavista se está caracterizando por tener buenas propuestas gastronómicas y La Bota de Donata rápidamente se puso a la altura de la buena cocina que se puede disfrutar en este moderno espacio. Poco a poco la oferta se ha ido consolidando y también ha crecido el volumen de visitas. Y eso es bueno en un Santiago que quiere despertar de una larga siesta y que necesita ofrecer atracciones a los turistas y a sus ciudadanos.

Hay detalles, como unos baños adecuados sólo para enanos (y flacos para más encima) y un par de problemas de servicio. Pero si lo tomamos como es, una trattoria y no un local de mantel largo, debemos pensar que allí se cumplen todas las expectativas para un almuerzo familiar o una cena con amigos. Y cuando vea a Donata paseando altiva por las mesas de su ristorante, me encontrará toda la razón de su belleza. Cautiva tanto como su establecimiento. (Juantonio Eymin)

La Bota de Donata: Patio Bellavista, Constitución 30 local 100/101, fono 248 9747