OM
Una múltiple propuesta en Las Condes
Conocí a Matías Olavarría cuando daba sus primeros pasos como administrador en el local de Alfresco en la calle Loreto. Hijo del recordado actor Oscar Olavarría, que nos hacía reír semanalmente en el ya clásico Jappening, hoy un programa de culto. Lo deje de ver durante muchos años hasta que lo encontré en las cercanías de Quinchamalí en Las Condes. Allí, donde algún tiempo estuvieron algunos restaurantes con poco éxito, Matías se atrevió con una propuesta distinta. Audaz por decir lo menos ya que mezcla comida japonesa, peruana, italiana y chifa para degustar en el local, o pedida a domicilio.
Lo importante es que no cocinan mal. Al contrario. A pesar de que se puede pensar que este es otro experimento en un pequeño centro comercial de poca monta ubicado en la frontera con Lo Barnechea, me sorprendieron algunas preparaciones. Novatos aun en esto de la gastronomía, el pisco sour del aperitivo era una especie de jarabe de limón elaborado para enfermos de la garganta. Trataron de corregir el error, pero la pócima siguiente no mejoró su cometido.
Una gran carta de rolls para iniciar la jornada. Surtidos y bien elaborados (desde 3.500 a 5.900). Sabrosas empanaditas de atún (5.900 las seis unidades) y un sorprendente pulpo grillado con un crocante de ajo. (5.800). Buena escuela Alfresco. Allí se comen los mejores pulpos de la ciudad. Para acompañar, o para empujar la comida, vinos de Tarapacá a un promedio de 7 mil pesos la botella y 1.500 la copa. Las cervezas, tan bien recibidas con la comida peruana, entre 1.500 y 1.800 pesos. Una pequeña ganga.
Atún, corvina, lomo y cordero de fondo. Arroces varios, pizzas y cuatro platos de pasta en una carta que obliga a la pequeña cocina mantener una mise en place perfecta. El lugar es agradable aunque nos contaron que su fuerte era el delivery. Tanto que ofrecen pisco sour, margaritas y varios cócteles en jarros de un litro para despacho a domicilio.
Sinceramente, si viviera en las cercanías del OM, más de alguna vez habría solicitado sus servicios ya que la propuesta no es desproporcionada. A decir verdad sólo necesitan rápidamente un curso de coctelería y un poquito más de amor en la oferta de vinos ya que en eso están atrasados y realmente parece restaurante de lejanas provincias. Sin embargo la cocina, la gastronomía, a pesar de la diversidad étnica, está bien preparada y entretiene.
A buen entendedor, pocas palabras. Si busca mantel blanco y buen servicio, aquí no lo encontrará. Por mucho empeño que le pongan las mozas, el lugar está al debe en ese aspecto (cosa que sucede en cientos de restaurantes). Pero si su idea es pasar un rato grato, sin mayores complicaciones y sin que la billetera quede como una capa de cebolla, visítelo.
O como quiera, si es del barrio y de la zona, llámelos para que le lleven el pedido a su casa. Es como restaurante de barrio y no aspira a más, y sus aciertos son mejores que sus problemas. (Juantonio Eymin)
OM. Av. Las Condes 14141, local 20, Centro Comercial Quinchamalí, fono
955 5959
Una múltiple propuesta en Las Condes
Conocí a Matías Olavarría cuando daba sus primeros pasos como administrador en el local de Alfresco en la calle Loreto. Hijo del recordado actor Oscar Olavarría, que nos hacía reír semanalmente en el ya clásico Jappening, hoy un programa de culto. Lo deje de ver durante muchos años hasta que lo encontré en las cercanías de Quinchamalí en Las Condes. Allí, donde algún tiempo estuvieron algunos restaurantes con poco éxito, Matías se atrevió con una propuesta distinta. Audaz por decir lo menos ya que mezcla comida japonesa, peruana, italiana y chifa para degustar en el local, o pedida a domicilio.
Lo importante es que no cocinan mal. Al contrario. A pesar de que se puede pensar que este es otro experimento en un pequeño centro comercial de poca monta ubicado en la frontera con Lo Barnechea, me sorprendieron algunas preparaciones. Novatos aun en esto de la gastronomía, el pisco sour del aperitivo era una especie de jarabe de limón elaborado para enfermos de la garganta. Trataron de corregir el error, pero la pócima siguiente no mejoró su cometido.
Una gran carta de rolls para iniciar la jornada. Surtidos y bien elaborados (desde 3.500 a 5.900). Sabrosas empanaditas de atún (5.900 las seis unidades) y un sorprendente pulpo grillado con un crocante de ajo. (5.800). Buena escuela Alfresco. Allí se comen los mejores pulpos de la ciudad. Para acompañar, o para empujar la comida, vinos de Tarapacá a un promedio de 7 mil pesos la botella y 1.500 la copa. Las cervezas, tan bien recibidas con la comida peruana, entre 1.500 y 1.800 pesos. Una pequeña ganga.
Atún, corvina, lomo y cordero de fondo. Arroces varios, pizzas y cuatro platos de pasta en una carta que obliga a la pequeña cocina mantener una mise en place perfecta. El lugar es agradable aunque nos contaron que su fuerte era el delivery. Tanto que ofrecen pisco sour, margaritas y varios cócteles en jarros de un litro para despacho a domicilio.
Sinceramente, si viviera en las cercanías del OM, más de alguna vez habría solicitado sus servicios ya que la propuesta no es desproporcionada. A decir verdad sólo necesitan rápidamente un curso de coctelería y un poquito más de amor en la oferta de vinos ya que en eso están atrasados y realmente parece restaurante de lejanas provincias. Sin embargo la cocina, la gastronomía, a pesar de la diversidad étnica, está bien preparada y entretiene.
A buen entendedor, pocas palabras. Si busca mantel blanco y buen servicio, aquí no lo encontrará. Por mucho empeño que le pongan las mozas, el lugar está al debe en ese aspecto (cosa que sucede en cientos de restaurantes). Pero si su idea es pasar un rato grato, sin mayores complicaciones y sin que la billetera quede como una capa de cebolla, visítelo.
O como quiera, si es del barrio y de la zona, llámelos para que le lleven el pedido a su casa. Es como restaurante de barrio y no aspira a más, y sus aciertos son mejores que sus problemas. (Juantonio Eymin)
OM. Av. Las Condes 14141, local 20, Centro Comercial Quinchamalí, fono
955 5959