miércoles, 2 de marzo de 2011

LA NOTA DE LA SEMANA


A ROMPER LA ESTACIONALIDAD

Hay un algo depresivo en el inicio de marzo. Y precisamente no es el otoño. Es, para muchos, el regreso a la responsabilidad y al cumplimiento de metas. ¡Macabro!

Los que nos quedamos en la capital, vivimos en febrero unas vacaciones soñadas. Incluso mejores de los que estaban de guatita al sol en los balnearios nacionales o del extranjero. Pero ese dato es mejor callarlo… no vaya a ser cosa que se les ocurra quedarse el próximo febrero en sus ciudades y ahí se va a las pailas el descanso de todos.

Y ahí está el eterno problema de la estacionalidad en nuestro país. Los balnearios trabajan desde el 15 de diciembre hasta el primero de marzo con una ocupación envidiable para luego tomar una larga siesta que termina a fines de año. Si pretendemos ser un país turístico, con este sistema estamos echando por la borda lo poco que se ha hecho por el turismo en nuestro país. Y en eso, las regiones también tienen su parte de culpabilidad.

No nos quedemos esperando las vacaciones de la tercera edad que fomenta Sernatur. Busquemos formas y fórmulas para que ciudades y balnearios tengan turistas todo el año. Las condiciones están. Cada día más personas viven solas o sólo con su pareja, lo que les permite moverse sin dificultad en cualquier época del año. Cada día llegan más turistas a nuestro país y aunque sea una cifra menor, sus estadías son interesantes. Tenemos inviernos benignos y un gran territorio por descubrir. En fin. No podemos quedarnos sentados mirando cómo otros países trabajan esto del turismo, o esperar que nos llegue una migaja de las sobras del turismo mundial.
Tenemos un lindo país (con vista al mar) que podemos vender en cualquier época del año. Tenemos una infraestructura casi impensable en los años 90 y aun así seguimos haciendo poco por nuestro turismo. ¿Será que todos reman hacia distintas partes?

Las regiones no deben apagar las luces esta primara semana de marzo pensando que se les terminó la temporada. La temporada termina cuando a uno lo meten dentro de un cajón. El resto, es un poquito de flojera mental para conseguir objetivos mayores.