BO, EL RESTAURANTE DEL HOTEL BONAPARTE
Hay lugares al que uno le tiene un cariño especial. Eso me pasa con el hotel Bonaparte, ubicado en la apacible Av. Lyon, en el corazón de Providencia. Cariño ya que tuve la suerte de conocer a su propietario, que falleció en un trágico accidente, y a su familia. Cariño ya que sin ir a visitarlo, siempre tuve contacto directo o indirecto con la nueva generación que se hizo cargo del hotel y que lo ha hecho crecer y mantenerse vigente a través de los años. Las empresas familiares son difíciles, pero con constancia salen adelante.
Me enteré de los cambios en su restaurante gracias a un amigo, y con él fuimos a visitarlo. Una copa de espumoso Zuccardi para un agradable aperitivo en una de las terrazas del hotel que sólo hace unos meses cambió su gerencia. Cristian Rebolledo es el actual encargado del lugar y tiene un largo recorrido como chef ejecutivo en varios países del mundo. Al regresar al país, tras un intento de secuestro de su familia en México, postuló a la gerencia del Bonaparte y fue aceptado. De allí vienen los grandes cambios gastronómicos que se ven en este lugar.
Se están preocupando de los detalles. Pronto viene una renovación completa del restaurante e incluso de su ingreso. Están invirtiendo en tecnología y su experiencia la vuelca hacia el chef oficial del lugar, Christian Rencoret. Entre ellos elaboran las fórmulas y las nuevas recetas que ofrecen a su variopinta clientela.
BO by Bonaparte tiene de todo. De dulce y de agraz, de bueno y de errores, pero están conscientes que hay que mejorar en todos los aspectos. Waldo Martínez, de dilatada carrera en grandes restaurantes oficia de maître y con él las mejoras en la atención del personal. El factor humano esta bien. ¿Y la gastronomía?
La influencia del gerente se nota. Años de trabajo en restaurantes de países caribeños también. Es posible que el corto tiempo en Chile le esté jugando en contra con preparaciones que no se ven por esta parte del mundo. Lo importante es que se las juega, como con unas “ostras suspendidas” con queso, tocino y uvas y una “capresse” donde la mozzarella era escasa y mandaba una jalea de albahaca. En todo caso, las intenciones eran muy buenas.
Buenos vinos: De Martino Legado chardonnay para las entradas, Casa Silva Reserva pinot noir y Mayu Don Américo para los fondos. Curiosamente la mejor entrada fue un jardín de vegetales de gran sabor y colorido (en la foto). Luego, en os fondos, vendrían más sorpresas.
“Salmón en piel” decía la carta. Venía sin ella. Dos trozos de filete de salmón acompañado de papayas en almíbar y una espuma de limón. Sinceramente este plato me trastocó. Si lo hubiese probado en una isla del Caribe, quizás lo hubiese encontrado una maravilla ya que la sensación agridulce es bastante buena. Sin embargo (¡y vaya la incongruencia!), poco aportó a las formas de comer el salmón en nuestro país. ¡Están atrasados!, podrá decirme Cristian Rebolledo. ¡Claro que sí!, sería mi respuesta.
Si no fuera por los nombres que venían en la carta, es posible que la sensación hubiese sudo otra. Uno de los fondos era en el papel un “pollo al cognac”, que sepultó ser un arrollado de pechuga de pollo con aromas a canela y para finalizar un “seco de cordero”, donde no se respetó la concepción de este plato típico peruano.
Pastel de cinco leches y cheescake con espuma de mango para un dulce final.
Dulce a pesar de todo. Acá no existe el detalle gastronómico y sólo hay que darle vueltas a los conceptos del plato para no caer en tentaciones. Y eso no es mucho pedir. (Juantonio Eymin).
BO by Hotel Bonaparte. Mar del Plata 2171. Esq. Av Ricardo Lyon, Providencia, fono 706.6900
Hay lugares al que uno le tiene un cariño especial. Eso me pasa con el hotel Bonaparte, ubicado en la apacible Av. Lyon, en el corazón de Providencia. Cariño ya que tuve la suerte de conocer a su propietario, que falleció en un trágico accidente, y a su familia. Cariño ya que sin ir a visitarlo, siempre tuve contacto directo o indirecto con la nueva generación que se hizo cargo del hotel y que lo ha hecho crecer y mantenerse vigente a través de los años. Las empresas familiares son difíciles, pero con constancia salen adelante.
Me enteré de los cambios en su restaurante gracias a un amigo, y con él fuimos a visitarlo. Una copa de espumoso Zuccardi para un agradable aperitivo en una de las terrazas del hotel que sólo hace unos meses cambió su gerencia. Cristian Rebolledo es el actual encargado del lugar y tiene un largo recorrido como chef ejecutivo en varios países del mundo. Al regresar al país, tras un intento de secuestro de su familia en México, postuló a la gerencia del Bonaparte y fue aceptado. De allí vienen los grandes cambios gastronómicos que se ven en este lugar.
Se están preocupando de los detalles. Pronto viene una renovación completa del restaurante e incluso de su ingreso. Están invirtiendo en tecnología y su experiencia la vuelca hacia el chef oficial del lugar, Christian Rencoret. Entre ellos elaboran las fórmulas y las nuevas recetas que ofrecen a su variopinta clientela.
BO by Bonaparte tiene de todo. De dulce y de agraz, de bueno y de errores, pero están conscientes que hay que mejorar en todos los aspectos. Waldo Martínez, de dilatada carrera en grandes restaurantes oficia de maître y con él las mejoras en la atención del personal. El factor humano esta bien. ¿Y la gastronomía?
La influencia del gerente se nota. Años de trabajo en restaurantes de países caribeños también. Es posible que el corto tiempo en Chile le esté jugando en contra con preparaciones que no se ven por esta parte del mundo. Lo importante es que se las juega, como con unas “ostras suspendidas” con queso, tocino y uvas y una “capresse” donde la mozzarella era escasa y mandaba una jalea de albahaca. En todo caso, las intenciones eran muy buenas.
Buenos vinos: De Martino Legado chardonnay para las entradas, Casa Silva Reserva pinot noir y Mayu Don Américo para los fondos. Curiosamente la mejor entrada fue un jardín de vegetales de gran sabor y colorido (en la foto). Luego, en os fondos, vendrían más sorpresas.
“Salmón en piel” decía la carta. Venía sin ella. Dos trozos de filete de salmón acompañado de papayas en almíbar y una espuma de limón. Sinceramente este plato me trastocó. Si lo hubiese probado en una isla del Caribe, quizás lo hubiese encontrado una maravilla ya que la sensación agridulce es bastante buena. Sin embargo (¡y vaya la incongruencia!), poco aportó a las formas de comer el salmón en nuestro país. ¡Están atrasados!, podrá decirme Cristian Rebolledo. ¡Claro que sí!, sería mi respuesta.
Si no fuera por los nombres que venían en la carta, es posible que la sensación hubiese sudo otra. Uno de los fondos era en el papel un “pollo al cognac”, que sepultó ser un arrollado de pechuga de pollo con aromas a canela y para finalizar un “seco de cordero”, donde no se respetó la concepción de este plato típico peruano.
Pastel de cinco leches y cheescake con espuma de mango para un dulce final.
Dulce a pesar de todo. Acá no existe el detalle gastronómico y sólo hay que darle vueltas a los conceptos del plato para no caer en tentaciones. Y eso no es mucho pedir. (Juantonio Eymin).
BO by Hotel Bonaparte. Mar del Plata 2171. Esq. Av Ricardo Lyon, Providencia, fono 706.6900