THE DINING ROOM
Lo nuevo del hotel The Aubrey
Tripadvisor, la red de viajes más grande del mundo y donde los propios consumidores opinan sobre los hoteles y restaurantes que visitan durante sus travesías, tiene en el primer lugar en Santiago al hotel The Aubrey, por sobre todos los hoteles de la capital.
“Inigualable, inmejorable, cómodo, acogedor, excelente servicio, hotel con encanto” y varios conceptos similares se pueden leer en su pagina Web (http://www.tripadvisor.es/Hotels-g294305-Santiago-Hotels.html), y allí llegué un día para conocer la oferta de su nuevo restaurante, The Dining Room, que reemplaza al porteño Pasta e Vino, de corta pero celebrada historia en este hotel boutique.
Con tan sólo 15 habitaciones y grandes espacios para sus pasajeros, el restaurante destaca por su decoración interior y en verano por una espectacular terraza junto a una cascada de agua que emana de antiguos arcos de piedra. Allí, el chef Mauricio Valdovinos y un equipo de mozos de excelente presencia y disposición, nos ofrecieron un almuerzo con logrados aciertos y algunos errores que habrá que corregir rápidamente con el fin de que la nueva apuesta formulada por el australiano Mark Cigana y el inglés Will Martin, propietarios de The Aubrey, sea tan buena o superior a la experiencia anterior.
Tres pequeños apetizer para acompañar el aperitivo: gratín de jaibas, camarón con cuscus y un solterito (una entrada típica peruana) con ostión rosado. Todos sabrosos y con muy buena materia prima.
Luego, y de entrada, otra trilogía oceánica: tártaro de atún (no consiguió el objetivo perseguido ya que el atún estaba muy blando y no tenía la firmeza que lo caracteriza); cebiche de corvina (cargado al jengibre), y un maravilloso pulpo al olivo que ganó aplausos por lo fino del plato y lo blando del ejemplar (7.900). Para beber, ricos vinos como Amayna y Casas del Bosque sauvignon blanc.
Mientras degustábamos estos platillos, nos enteramos que este restaurante es uno de los pocos en Santiago que ofrece un Brunch los domingos, con una oferta de platos a la carta como omelettes, panqueques y huevos benedictinos, a los que se suman recetas tradicionales de los países de origen de sus dueños en platos como Bangers n' Mash y English Fry Up (chorizo con puré, y huevos fritos con carnes diversas y porotos).
Como plato de fondo, varios de los presentes optamos por una preparación que en el papel se veía brillante: Dim sum de centolla (8.600), “pasta casera rellena con carne de centolla sobre espinacas a la crema con pesto y espuma de finas hierbas”, decía la carta. Otros se definieron por un tapapecho de Wagyu (12.500) “acompañado con puré de camote con tocino y cebollas asadas; y los menos por un filete de vidriola (11.200) “con camarones salteados al merquén, tortilla de yuca, rúcula y semillas de amapolas. A la oferta de vinos se sumó un Malbec mendocino Renacer “Punto Final”, de buen cuerpo y sabor.
El ejercicio de recibir cronistas gastronómicos no es fácil y en este caso creo que jugó en contra del chef Valdovinos. Masa gruesa y dura para los dim sum. Aplausos eso sí para el tapapecho de wagyu, plato de grandes dimensiones (400 gramos de carne por plato) y muy sabroso; y pena por una vidriola más seca que lo normal y que poco aportó al almuerzo.
A pesar de los errores, no culpo al chef ni a su equipo de cocina. Creo que les falta un poco de sintonía fina para aterrizar en un buen puerto. Es difícil llegar de regiones a comandar un restaurante que se supone debería ser de lujo y cuyos pasajeros son bastante exigentes. No hay que olvidar que este lugar es sólo para un público de élite.
Buenos postres. Inolvidables los helados de melón calameño y de huesillos; ricos confites de papaya y torta de hojarasca… En fin, de dulce y agraz.
Gran carta de vinos y licores. A metros de la terraza, un nuevo espacio, un piano bar, se suma a la oferta del lugar, donde un sour de pepino podría llegar a convertirse en el cóctel del verano. En fin, todo un mundo para descubrir.
Si resumo, será difícil (aunque no imposible) superar las huellas que dejó e Pasta e Vino en este hotel. La nueva experiencia tendrá la gran tarea de vencer los fantasmas que rondan alrededor. Y guste o no, el espíritu de Verónica Alfageme aun se pasea por este hermoso lugar.
The Dining Room. Hotel The Aubrey, Constitución 317, Barrio Bellavista, fono 940.2800
Lo nuevo del hotel The Aubrey
Tripadvisor, la red de viajes más grande del mundo y donde los propios consumidores opinan sobre los hoteles y restaurantes que visitan durante sus travesías, tiene en el primer lugar en Santiago al hotel The Aubrey, por sobre todos los hoteles de la capital.
“Inigualable, inmejorable, cómodo, acogedor, excelente servicio, hotel con encanto” y varios conceptos similares se pueden leer en su pagina Web (http://www.tripadvisor.es/Hotels-g294305-Santiago-Hotels.html), y allí llegué un día para conocer la oferta de su nuevo restaurante, The Dining Room, que reemplaza al porteño Pasta e Vino, de corta pero celebrada historia en este hotel boutique.
Con tan sólo 15 habitaciones y grandes espacios para sus pasajeros, el restaurante destaca por su decoración interior y en verano por una espectacular terraza junto a una cascada de agua que emana de antiguos arcos de piedra. Allí, el chef Mauricio Valdovinos y un equipo de mozos de excelente presencia y disposición, nos ofrecieron un almuerzo con logrados aciertos y algunos errores que habrá que corregir rápidamente con el fin de que la nueva apuesta formulada por el australiano Mark Cigana y el inglés Will Martin, propietarios de The Aubrey, sea tan buena o superior a la experiencia anterior.
Tres pequeños apetizer para acompañar el aperitivo: gratín de jaibas, camarón con cuscus y un solterito (una entrada típica peruana) con ostión rosado. Todos sabrosos y con muy buena materia prima.
Luego, y de entrada, otra trilogía oceánica: tártaro de atún (no consiguió el objetivo perseguido ya que el atún estaba muy blando y no tenía la firmeza que lo caracteriza); cebiche de corvina (cargado al jengibre), y un maravilloso pulpo al olivo que ganó aplausos por lo fino del plato y lo blando del ejemplar (7.900). Para beber, ricos vinos como Amayna y Casas del Bosque sauvignon blanc.
Mientras degustábamos estos platillos, nos enteramos que este restaurante es uno de los pocos en Santiago que ofrece un Brunch los domingos, con una oferta de platos a la carta como omelettes, panqueques y huevos benedictinos, a los que se suman recetas tradicionales de los países de origen de sus dueños en platos como Bangers n' Mash y English Fry Up (chorizo con puré, y huevos fritos con carnes diversas y porotos).
Como plato de fondo, varios de los presentes optamos por una preparación que en el papel se veía brillante: Dim sum de centolla (8.600), “pasta casera rellena con carne de centolla sobre espinacas a la crema con pesto y espuma de finas hierbas”, decía la carta. Otros se definieron por un tapapecho de Wagyu (12.500) “acompañado con puré de camote con tocino y cebollas asadas; y los menos por un filete de vidriola (11.200) “con camarones salteados al merquén, tortilla de yuca, rúcula y semillas de amapolas. A la oferta de vinos se sumó un Malbec mendocino Renacer “Punto Final”, de buen cuerpo y sabor.
El ejercicio de recibir cronistas gastronómicos no es fácil y en este caso creo que jugó en contra del chef Valdovinos. Masa gruesa y dura para los dim sum. Aplausos eso sí para el tapapecho de wagyu, plato de grandes dimensiones (400 gramos de carne por plato) y muy sabroso; y pena por una vidriola más seca que lo normal y que poco aportó al almuerzo.
A pesar de los errores, no culpo al chef ni a su equipo de cocina. Creo que les falta un poco de sintonía fina para aterrizar en un buen puerto. Es difícil llegar de regiones a comandar un restaurante que se supone debería ser de lujo y cuyos pasajeros son bastante exigentes. No hay que olvidar que este lugar es sólo para un público de élite.
Buenos postres. Inolvidables los helados de melón calameño y de huesillos; ricos confites de papaya y torta de hojarasca… En fin, de dulce y agraz.
Gran carta de vinos y licores. A metros de la terraza, un nuevo espacio, un piano bar, se suma a la oferta del lugar, donde un sour de pepino podría llegar a convertirse en el cóctel del verano. En fin, todo un mundo para descubrir.
Si resumo, será difícil (aunque no imposible) superar las huellas que dejó e Pasta e Vino en este hotel. La nueva experiencia tendrá la gran tarea de vencer los fantasmas que rondan alrededor. Y guste o no, el espíritu de Verónica Alfageme aun se pasea por este hermoso lugar.
The Dining Room. Hotel The Aubrey, Constitución 317, Barrio Bellavista, fono 940.2800