LA VIÑA Y EL CAMBIO CLIMÁTICO
Miguel
A. Torres
La viña vinífera es una de las plantas
más sensibles a los cambios de temperatura. Si dentro de veinte o treinta años
las temperaturas suben 2º o 3º C, la cultura mediterránea del vino será la
primera víctima, igual que lo fue hace miles de años. Probablemente, si se
cuenta con suficiente agua, sobrevivirán diferentes cultivos hortícolas o
vegetales. Pero en cuanto a la viña, los vinos serán muy diferentes. Por eso,
no podemos sólo cultivar la uva, sino que es necesario seleccionar ciertas
variedades -a veces muy delicadas- que son las únicas capaces de producir
grandes vinos en las nuevas circunstancias climáticas. Hemos dedicado años y esfuerzos
a aclimatar esas plantas en suelos y comarcas apropiadas, como tierras en las
zonas más cercanas al Pirineo, buscando temperaturas más frías, en altitudes de
hasta 1.200 m.
Esta preocupación de los viticultores de
todo el mundo por el clima ha fraguado en diferentes ideas, como Sostenible
Vineyards. En realidad ya extendida por distintas zonas del planeta. Sostenible
Vineyards es un código de buenas prácticas de cultivo, que no exige un esfuerzo
inversor importante. Éste último aspecto es fundamental para actuar
responsablemente en el viñedo y en la bodega, ya que el vino nace de esa
armonía.
Wineries
for climate protection
En España, desde hace 3 años, se está
trabajando para crear un grupo que denominamos Wineries for Climate Proteccion,
y que se propone incluir a todas las bodegas españolas preocupadas por el
cambio climático. El primer Simposium se celebró en Junio del 2011 en
Barcelona, y contó con la presencia del Sr. Ricardo Lagos (Enviado especial de
las Naciones Unidas para el Cambio Climático) Desde entonces se ha trabajado
arduamente para conseguir un protocolo que permita homologar las actuaciones de
las empresas y una adecuada auditoria. Wineries for Climate Proteccion es un
proyecto más ambicioso y amplio que el de las regiones que son simplemente
“sostenibles”, ya que contempla una reducción importante de la huella de
carbono; o sea, un control notable de la contaminación. Si tomamos el año 2008
como referencia, esa reducción sería del 20% por botella para el año 2020.
España es líder en este proyecto. Desde
el año 2007 muchas empresas vinícolas venimos desarrollando diversas
actividades para tratar de paliar los efectos del cambio climático. Creemos que
esa responsabilidad común forma parte también de nuestro aporte a la sociedad,
nuestra labor de investigación, nuestra vocación de calidad y nuestro horizonte
de desarrollo. En algunos casos, hemos instalado energías renovables, como
placas fotovoltaicas, calderas de biomasa, etc. Nuestra experiencia es que ese
proyecto responsable -porque implica salud y vida- despierta una gran
motivación en los diferentes equipos de nuestra bodega, que se suman muy
creativamente a esta iniciativa.
Nos encontramos realmente en un momento
crucial, y está en juego el futuro de las próximas generaciones. El modelo de
nuestra economía está demasiado marcado por el lema de “ganancia a cualquier
costo” y de manera inmediata. Una visión más universal y humanista del
desarrollo exige contemplar muchas perspectivas del progreso, del bienestar, de
la salud y del mundo que legaremos a nuestros hijos. El último gran aumento de
la temperatura en nuestro planeta ocurrió hace unos 55 millones de años, cuando
se elevó alrededor de 6º C. Ese efecto destructivo se prolongó durante un
periodo de aproximadamente... ¡veinte mil años! Hoy, los llamados gases de
efecto invernadero (dióxidos de carbono y de nitrógeno, metano, etc.) son
responsables del aumento de la temperatura. Aumento, progresivo y rápido,
iniciado con la llegada de la industrialización. Por eso debemos tener
conciencia clara de que nuestro desarrollo debe hacerse de forma responsable e
inteligente, tutelando la vida, que es nuestro tesoro y el fundamento de toda
civilización y cultura. Los viticultores y los empresarios del vino hemos
representado siempre una cultura de salud y convivencia. Y queremos seguir
luchando por ella.