martes, 20 de mayo de 2014

LOS CONDUMIOS DE DON EXE


 
YANINA
De cuba con amor

Una mulata impresionante, con una mini negra, medias idem, blusa blanca y un corbatín, me ofrece un espumoso la semana pasada durante la inauguración de una exposición de vestidos de la Eva Peón en la Embajada Argentina.

Había llegado solo ya que mi jefe me obligó a ocupar su invitación. ¡Escribe lo que quieras!, me dijo y no te fijes en los caracteres. Parece que entendió que necesito más de dos mil tipeos para contar mis avatares.

Mis ojos iban y venían de la rizada mulata. Muchos veteranos la miraban pero como andaban con sus respectivas mujeres, sólo lo hacían esporádicamente. Yo no. El privilegio de estar sin compañía me daba el placer de verla ir (un trasero impresionante) y venir (un parachoques de miedo). Ella destilaba lujuria. Se acerca, me mira a los ojos y dice.

- ¿Otra?
- ¿Otra qué?
- ¿Otra copa?
- De todos modos. ¿Cómo te llamas?
- Yanina.
- ¿De dónde eres? No te había visto nunca.
- Vengo de Pinar del Río, en Cuba.
- ¿Y te gusta Santiago?
- En realidad me da frío. Pero tengo que aguantarlo.

Se movía como una modelo. Actuaba como una modelo y cada tres minutos se acercaba para ofrecerme otra copa. Yo, sin nada de comida en el cuerpo, comencé a botar el espumoso que me ofrecía en un macetero que tenía a mi lado. Ella veía mi copa vacía y volvía al ataque. Al quinto encuentro pregunta:

- ¿Cómo te llamas?
- Exe
- ¿Exe de Exequías?
- Exe de Exequiel
- Tengo un tío en La Habana que tiene tu nombre.
- Yo tengo otro en Chimbarongo que hace paraguas de mimbre, respondí.
- No te entiendo, Exe. ¿A qué te dedicas?

Entre ir y venir le conté mi vida. Ella, entre venir e ir, la suya. Sus papis, miembros del partido, viendo que la cosa se estaba poniendo peluda en Cuba, le facilitaron un viaje a Santiago posiblemente sin retorno. Con los pocos dólares que trajo se hospedó en una pensión en Vicuña Mackenna y al día siguiente salió a buscar trabajo. Entró de promotora a una productora y de ahí a la exposición sólo un paso.

- No conozco nada ni a nadie, comentó.
- Hace cuánto tiempo llegaste Yanina
- Tres días, Exe, me dice cuando se retira ya que la llamaron para servir el cóctel.

Fui por cumplir y esto se estaba poniendo entretenido. Yanina pasaba cada medio minuto a ofrecerme delicadezas rioplatenses preparadas por los cocineros de la embajada. Sinceramente poco me acuerdo lo que deguste. Estaba rico pero más rica estaba Yanina. Ella se las arreglaba para ofrecerme siempre el mejor plato y rellenaba constantemente mi copa. ¿Te gusta Exe? ¿Te gustaría algo más?

La palabra excitación -que no estaba en mi vocabulario- comenzó a crear vida propia. Un tamborilero con una flauta hacía de violinista mientras Yanina aceleraba mi pulso. Más de una mirada de reprobación recibí de los argentinos que estaban presentes en el lugar. Y diría que era envidia. Y de las grandes.

Estaba oscuro cuando el evento se termina. En la Plaza Italia había una manifestación ruidosa ya que sonaban sirenas y había un aire enrarecido en las calles periféricas.  

- Tengo miedo, me dice Yanina. -No estoy acostumbrada a las multitudes.
- Cálmate Yanina. Yo vivo para el otro lado y tengo una habitación libre para que duermas allá. ¿Te animas?
- ¿Dónde vives, Exe? ¿Vives solo?
- Cerca de la plaza Ñuñoa, Allá todo es tranquilo
- ¿Me das cinco minutos para preparar todo?
- ¡Diez también, querida.

Tomamos un taxi y en ocho minutos estábamos en el depa. Aunque no lo crean, mi gato chino movía sus dos manitos. – Me quiero duchar, Exe. Esto de entrar y salir de la cocina me hace sentir hedionda a grasa.

- La bata pequeña es la tuya, respondí. (Si mi paquita supiera que le usan constante y seguido su bata, creo que me cortaría los cocos a uña limpia.)

Cuando regresó estaba hermosa. Su pelo ondulado contrastaba con un cuerpo que me hacía tiritar. Se echó a mi lado mientras yo le servía un ron con Coca Cola

- Esto es lo máximo, Exe
- Aun no, querida
- ¿De que escribes?
- De gastronomía
- ¿Te servirá la inauguración de la exposición??

La bata era pequeña para sus atributos. Tirada a mi lado cuenta que la generación “Y” es respuesta a los viajes de los cubanos a Rusia y que en la actualidad muchos nombres en la Isla comienzan con Y.

- ¿Por eso te llamas Yanina?

No contestó. La miré y estaba durmiendo. Fui por un par de frazadas, una almohada y la acomodé en el sillón. ¡Qué va! Hace tiempo que el sueño vence a mis amigas. ¿Estaré poniéndome viejo?

Exequiel Quintanilla