martes, 5 de enero de 2016

BUENOS PALADARES

CRÓNICAS Y CRÍTICAS
DE LA PRENSA GASTRONOMICA

MUJER
PILAR HURTADO
(ENERO) KINTARO (Monjitas 460, Santiago Centro / 2 2638 2448): “Revisamos la carta y pedimos varias cosas: gyosas de la casa, sashimi de salmón, un roll Osaka maki (con salmón, palta y queso crema), tempura mixto, ika yakisoba (fideos con verduras y calamares) y buta shogayaki (chancho con jengibre). Yo me concentré en el exquisito tempura, de liviano batido y que traía camarones y verduras, entre ellas una suerte de tortillita de espinaca deliciosa; venía una pasta de jengibre para agregar a la salsa del tempura, resultando una muy refrescante combinación. El sashimi, fresquísimo y cortado con precisión. El chancho me pareció un poco reseco, por lo que no fue mi favorito. El yakisoba, que me ofrecieron con fideos caseros por un precio suplementario, y acepté, estaba maravilloso, me gustó mucho, traía cebollín y trozos de repollo, junto a los anillos de calamar; la porción era grande y no me la pude terminar.”

MUJER
PILAR HURTADO
(DICIEMBRE) RÉ (Av. Manquehue 656, Las Condes/ 2 2498 1800): “Partimos con unos cilindros rellenos de centolla, envueltos en nori, fritos y crocantes, una buena porción en la que venían tres. También una exquisita sopa de cebolla blanca al anís que tenía un mousse cuya textura no era agradable, puesto que estaba muy compacta, esa parte del plato podría obviarse y dejar solo las láminas de salmón que la coronaban, y combinaban muy bien con la sopa. Como fondos, una deliciosa entraña con ñoquis de betarraga y salsa de queso azul, con ralladura de cítricos resultó un acierto. El otro fondo fue una merluza austral con novedosos chapaleles de papa nativa y queso mantecoso, muy buenos. Harto rato después nos ofrecieron el postre, y harto rato más tarde llegó: panna cotta de chirimoya con mango en novedosa presentación, en cubos cubiertos con láminas de mango, no sé si me pareció tan lindo, pero estaba bien rico. Terminamos con café y apestados porque hasta para traer la cuenta, y la maquinita para la tarjeta, se demoraron otro resto. Una lástima y un desagrado, porque la comida es buena, y tienen un rico menú diario por $12.900.”

WIKÉN
ESTEBAN CABEZAS
(DICIEMBRE) MEXICANA (Seminario 621 / 2 3224 2067): ““Con una carta más extensa en bebestibles que comestibles, el resultado de esta experiencia fue acorde a la oferta expuesta: una de las mejores micheladas del mercado (no esa pobre sombra de la receta, con puro limón y sal), muy gustosa y fiel al espíritu original. El problema estuvo en lo sólido. Mala la cocina en general.” “Primero que nada, unos chilaquiles del terror ($6.900). Este es un plato gobernado por los totopos, trozos de tortilla fritos o tostados, combinados con alguna proteína animal generalmente opcional (carne deshilachada de vaca o pollo), abundante salsa roja o verde, espolvoreados con queso maduro y con un toque de crema ácida. Y lo más importante es que deben venir semiblandos. En este caso ya venían todos lacios, bañados en porotos negros y algo de puré de la misma legumbre, mezclados con queso derretido y coronados con salsa verde a la chilena: esa cebolla cortadita fina con cilantro. O sea, nada que ver.” “En fin. Puede que sea un buen sitio para tomarse unas micheladas o para aprovechar una generosa carta de coctelería basada en el tequila, pero en materia de cocina... por ahora, mejor privarse.

WIKÉN
ESTEBAN CABEZAS
(DICIEMBRE) PUERTO BELLAVISTA (Patio Bellavista, local 71 / 2 2656 7015): “Para partir, junto con el vinito, unos erizos con salsa verde ($9.900), en formato muy abundante con lenguas pequeñas y con un par de pedacitos duros colados por ahí. Ojo, señores.” “Como fondos, un cebiche con palta ($8.900) bien presentado, pero falto al limón y la malicia de las especias. O sea, lindo y algo fome. Y una sabrosísima merluza "a la lata" ($9.900), en su punto de cocción, con mariscos y verduras acompañándola en buena combinación (aunque esos aros de calamar precongelados... mejor que no).” “En la carta hay una variopinta oferta de rescates cocineriles chilenos, con recetas de norte y sur, que se agradecen por esto de plantar bandera en un territorio difícil, el de lo marino. Sumado al ambiente, todo mejora. El único problema evidente -porque se vio a más de una mesa alegando por lo mismo- es la demora, tanto en la cocina como en la llegada de las cuentas.”

WIKÉN
RUPERTO DE NOLA
(DICIEMBRE) NOU CAMI (Carlos Briceño 737, Laguna de Zapallar / (33) 248 8299): “Por el momento, lo más sustancial es un menú por $5.500 que, dentro de su moderación, permite formarse una idea: hay aquí, efectivamente, alguien que sabe cocinar cocina de casa, platos corrientes, ideales para apreciar tino y conocimientos. El menú, ese día, comprendía dos entradas: una papa frita rellena con pino de carne, puesta sobre excelente y muy equilibrada salsa casera (eso se nota a la legua) de tomate: riquísima, como esas que son una de las glorias del José Antonio, uno de los mejores restoranes de Lima (hablamos de "restoranes", no de "laboratorios experimentales" que epatan burgueses con la turgencia, la crocancia, la evanescencia y la cacha'e la espá)” “La carta es mínima: aparte del menú, hay unos pocos cebiches y algunos mariscos a la parmesana, aparte de un pastel de jaiba y otro de centolla. El de jaiba ($7.900), que pedimos, fue espectacular: el mejor de ese litoral (los conocemos todos): con su pan, su cantidad moderada de queso, harta jaiba. Y pedimos además unas machas a la parmesana ($7.900) que, para los estándares, no estaban mal; pero no eran a la parmesana, estilo que lleva sólo queso parmesano (las lenguas, diminutas; ya no quedan machas). “

WIKÉN
RUPERTO DE NOLA
(DICIEMBRE) NORMANDIE (Providencia 1234 / 2 2236 3011): “En Santiago no hay bistró de aspecto más bistró que el Normandie. Dato importante para quienes gustan de viajar con la mente (o no pueden hacerlo de otro modo...).” “Y, en general, se sigue bien, también. Catamos un lapin à la moutarde ($7.500), riquísimo petit plat soigné, de esos que cimentan el grandioso, majestuoso edificio de la cocina francesa, pero sin el histrionismo de los estratos superiores. Delicado, armonioso. De chupar los huesitos, cosa que, naturalmente, hicimos. Pero el acompañamiento se cobra aparte. En nuestro caso, este fue de papas rösti ($2.500), que hace subir el conjunto a $10.000, precio nada "bistrótico".” “El canard à l'orange ($7.500) fue perfecto. Otro maravilloso petit plat soigné, que acompañamos con couscous semoule ($2.500), mantequilloso y fino.” “En cambio, las moules et frites ($9.000 para dos) fueron una decepción: caldo aguachento y soso, choritos demasiado chicos, insustanciales. Échenle menos agua a la sopa. Y las papas fritas, adecuadamente saladas, llegaron sin haber sido bien escurridas en papel absorbente. “…la buena impresión de la comida se deteriora con estos descuidos. Qué pena. Es cuestión de poner más atención. Quizá contratar más personal, que no corra tanto...”

LAS ÚLTIMAS NOTICIAS
RODOLFO GAMBETTI
(DICIEMBRE) ANAKENA (Av. Kennedy 4601, Las Condes / 2 2950 3179): “Bajo el mando general de Matías Hulig, chef ejecutivo del hotel,  esta carta es más reducida, y además de sopas, ofrece entradas, como los Kung Salong, camarones cubiertos de fideos crujientes, calamares crujientes y diversos rollos rellenos. Los Popla Sod, rollos primavera; los Geng, de curry tradicional sobre base de leche de coco. Satay, pinchos variados desde tofu a camarón, pasando por vegetales, cerdo, pulpo y vacuno. Finalmente los clásicos Phad, generalmente fideos de arroz o vegetales preparados al wok. Y la novedad de los Kanum Warn, postres de arroz glutinoso, tapioca, o plátano.” “Esta fundada muestra de comida thai  se proyecta más allá de aromas y sabores, e incorpora la vista al placer gastronómico. El chef Pochsalee es un maestro con el cuchillo de tallar en el arte del Mukimono, compartido por los países asiáticos. Con unos cuantos cortes -que parecen muy fáciles a menos que uno los intente-, puede convertir un zapallo, una sandía o varios nabos en flores amarillas, verdes, blancas y rojas, o una guirnalda de capullos blancos. Prolijo arte que en esa forma de vivir la presentación de una mesa, con la importancia del entorno viviente en cada momento.