CUSCO A TODO DAR…
María Yolanda González F
No,
no estoy con un dj famoso ni en una disquería de lujo, sino arriba de un taxi
cualquiera, y es su chofer cusqueño quien pregunta… ¡Nada que hacer!, el
señorío del virreinato y el respeto incaico que
siempre permitió conservar la cultura de los conquistados se le sale por
los poros.
Es
domingo en la tarde, y el tramo desde el aeropuerto de Cusco a Urubamba -el
tesoro del Valle Sagrado-, resulta una
fiesta de colores, montañas, terrazas de cultivo, construcciones incas y niñas
arregladitas con vestidos brillantes y multicolores. Si Cusco, Valle
Sagrado y Machu Picchu fueron por años
destinos mochileros, hoy las cinco estrellas están en todas partes.
En
Urubamba me quedo alucinada, el Tambo
del Inka es uno de los hoteles más espectaculares que uno pueda conocer. Dos
enormes chimeneas de piedra mantienen día y noche el fuego, mientras sapos
pétreos- considerados divinidades para los
incas-, custodian el lugar. Es el lobby étnico- chic más espectacular
que uno pueda imaginarse, de grandes dimensiones, y en el que quepus, vasijas, canastos y máscaras de gran tamaño
son los protagonistas. La combinación perfecta del afamado arquitecto Bernardo
Fort Brescia y los interioristas Caparra-Entelman.
El
matecito de coca está ahí a disposición, en hojas frescas y verdes, si bien
hemos bajado desde los 3399 metros de
Cusco, es necesario. Lo mismo que una comida muy liviana y un reposo de lujo.
OLLANTAYTAMBO, EL MUSEO
VIVIENTE
El
cielo es azul intenso y permite el
esplendoroso contraste de antiguos puestos de vigilancia incaicos a cientos de
metros de altura sobre los Andes peruanos. El taxi llega a la plaza del pueblo
y desde allí con zapatos cómodos y sombrero para protegerse, se puede empezar
una aventura fascinante, porque Ollantaytambo es el único museo viviente inca
que existe .Sus habitantes viven hoy en las mismas casas de dos pisos en las
que habitaron los miembros de la nobleza inca. El pueblo está construido al estilo imperial y además es una fiesta de colores, porque usan sus trajes típicos; también es habitual
que le respondan en quechua, y ahí termine la incipiente conversación….pero son
amables, acogedores y nadie pone mala cara por tomarles una foto.
Buen
panorama es ir a la feria, que por supuesto queda a pasos de la plaza y frente
a la subida del Templo del Sol. Ideal hacerlo tipo 11 o 12 del día, antes que
lleguen los turistas. Hay todo lo imaginable en confección artesanal. El Templo
del Sol es de granito color rosa con sus superficies tan pulidas que fueron
usadas como espejo, y desde donde como ocurre en todos los parque arqueológicos
incas, se realizaban observaciones solares.
Como
Ollantaytambo está a 2700 metros de altura, no es pecado saltarse el ascenso al
Templo, e ir a almorzar comida típica
peruana o internacional. Hay locales bien establecidos y por supuesto la
ocasión llama a una típica cerveza Cusqueña. ¿Por qué sabrá distinta?
Imperdible
resulta caminar por las calles del Museo Viviente, el sector urbano donde todo
tiene nombres incas y donde se palpa la vida diaria, como el bullicio de los
escolares hablando en quechua. Son callecitas angostas, limpias y generalmente
con un declive por donde corre agua….como en el tiempo de los incas.
Las
construcciones de adobe que fueron palacios reales se distinguen por sus
impecables puertas de madera. A simple vista
parecen pequeñas, pero detrás de cada puerta se descubren grandes
espacios, y preciosos jardines donde el tiempo parece detenerse en un aire
cristalino, extraño, mágico.
Para
regresar a Urubamba hay dos alternativas, el taxi tomado en la plaza, o si se
está con espíritu aventurero, pequeños buses populares y divertidos. Urubamba
es un pueblecito singular, por decir lo menos. Enclavado en un paisaje de
privilegio, tiene todos los servicios de una gran ciudad… pero en otro
contexto, y en su plaza hay carteles que llaman a los niños a clases de inglés.
DEL SPA AL CIELO
Después de un día ajetreado nada mejor que ir a uno de los mejores spas del mundo, que conozco y está en el mismo hotel. Enorme, y dando la impresión de emplazarse al aire libre gracias a sus grandes ventanales acristalados, es realmente una experiencia notable de descanso, relax y bienestar, con tecnologías que sorprenden.
El
tratamiento de agua es mi favorito e incluye acupuntura de agua, ¡sensacional!,
otros cariños, y el maravilloso reposo con cielo de día o de noche… ¡a
elección!
De
ahí al cielo, porque así se traduce del quechua el nombre del restaurante Hawa.
Aunque hay variedad en Urubamba, este es un lugar precioso, deslumbrante y
cálido. Pareciera que se está en medio de un bosque, cuyos arboles dan frutos
que son las lámparas. Y de la gastronomía ni hablar, cocina novoandina, que usa
productos orgánicos cultivados en el lugar, y
maestra en platos típicos como el cuy… para el cual aún no estoy
preparada, aunque es el favorito de los “ricos y famosos”.
Para
los que quieran ir directamente de Urubamba a Machu Picchu el hotel Tambo del
Inka tiene su propia estación de trenes donde se puede abordar el Hiram Bingham
del Oriente Express.
PISAC, LA TORRE DE BABEL
Ubicada
a 3150 metros de altura, Pisac es un pueblo fascinante, con onda, y donde la
mayor parte de sus habitantes son productores de artesanía. También está en el Valle
Sagrado, llamado así por los incas debido a la fertilidad de sus tierras. Ha
sido un pueblo sabio desde la época incásica, privilegiando los terrenos
fértiles para crear las grandes terrazas agrícolas y estableciendo la ciudad
inca y los lugares sagrados en altura. Recorrer cerca de 40 kilómetros en auto
para verlos desde más cerca es lo ideal; el observatorio astronómico es uno de
los sitios favoritos y las ruinas de
Pisac son un verdadero tesoro escondido por su importancia y magnitud.
En
Pisac los incas captaban el agua en la montaña y la conducían por canales
subterráneos. Fue un centro de intercambio de mercaderías reuniendo etnias de
distintos lugares, y hoy su plaza en los
días peak, martes jueves y domingo,
es verdaderamente una torre de Babel de nacionalidades. Lo mejor es tomar un
taxi y llegar antes del mediodía a la plaza,
el lugar donde están los más bonitos aguayos y unkuñas (telas tejidas a
telar donde se llevan las ofrendas).
Muchos decoradores se surten allí para sus proyectos.
Gastronómicamente Pisac también tiene lo suyo. Su especialidad son los platos de raíces mestizas, y también lo que llaman el “global food” platos tradicionales de oriente, con insumos locales. La oferta es interesante, y hay que darse un gusto con el Carré de alpaca en salsa de sauco y camu camu, o un clásico Lomito saltado de alpaca. Si de refrescos se trata, no dejen de probar la Chicha morada.
CUSCO, UN LUJO ANCESTRAL
Capital del imperio inca, y principal ciudad del Virreinato, Cusco se hace notar: sus construcciones precolombinas albergan hasta los clanes funerarios de los distintos emperadores, y las edificaciones coloniales como la Catedral, La Merced, La Compañía de Jesús, la Iglesia de San Blas y el convento de Santo Domingo hablan de oro y esplendor. En plena Plazoleta de Santo Domingo está el Palacio del Inka, hotel que junto al Monasterio, el Inka Terra y el Armwa Boutique son un lujo colonial. El Palacio del Inka forma parte la casa que perteneció al hermano de Francisco Pizarro, desde uno de cuyos balcones los Marqueses de Salas Valdés, posteriores propietarios, se dirigían al pueblo. Hoy, intacto, pertenece a una de sus suites del Palacio del Inka, donde obviamente todas las piezas de arte y el mobiliario son auténticos.
En
Cusco también está la más refinada artesanía colonial, así como los más finos
tejidos de alpaca, joyas de plata y modernas galerías de arte. La calle de San
Blas 575 alberga un imperdible, es la panadería El Buen Pastor, maravillosa por
su variedad, calidad de sándwiches y panes andinos, así como su ambiente
celestialmente pulcro. Como que pertenece a las Hermanas del Buen Pastor y ha
vencido en torneos franceses del rubro.
Una
de las galerías de arte más espectaculares es el Museo Galería Mérida, que en
exposición permanente exhibe las piezas de Edilberto Mérida, “el cusqueño
universal” ya fallecido y cuya talentosa hija ha seguido la tradición. (Carmen
Alto 133 San Blas)
Los
buenos lugares para almorzar en Cusco, pero si se trata de una gastronomía de
lujo andino, el restaurant Inti Ramy del Palacio del Inka es incomparable por
su estilo, ¡cómo será que me atreví con sus famosos Ravioles de cuy braseado al
romero, ajo y cebolla acaramelada! Obvio que previo paso por el bar, uno de
cuyos muros es una auténtica construcción incásica, y donde no hay que perderse
su imperdible pisco sour.
Después
de eso, uno se puede ir a la cama feliz, para enfrentar al amanecer la aventura
en Machu Picchu en el lujoso tren del Oriente Express, previa contratación de
un guía personal en el hotel, que lo organiza todo. ¡Así da gusto viajar!