martes, 27 de diciembre de 2016

REMASTERIZADOS


 
CUSCO A TODO DAR…

 

María Yolanda González F

 
-¿Qué música le busco señora?

No, no estoy con un dj famoso ni en una disquería de lujo, sino arriba de un taxi cualquiera, y es su chofer cusqueño quien pregunta… ¡Nada que hacer!, el señorío del virreinato y el respeto incaico que  siempre permitió conservar la cultura de los conquistados se le sale por los poros.

Es domingo en la tarde, y el tramo desde el aeropuerto de Cusco a Urubamba -el tesoro del Valle Sagrado-,  resulta una fiesta de colores, montañas, terrazas de cultivo, construcciones incas y niñas arregladitas con vestidos brillantes y multicolores. Si Cusco, Valle Sagrado  y Machu Picchu fueron por años destinos mochileros, hoy las cinco estrellas están en todas partes.

En Urubamba  me quedo alucinada, el Tambo del Inka es uno de los hoteles más espectaculares que uno pueda conocer. Dos enormes chimeneas de piedra mantienen día y noche el fuego, mientras sapos pétreos- considerados divinidades para los  incas-, custodian el lugar. Es el lobby étnico- chic más espectacular que uno pueda imaginarse, de grandes dimensiones, y en el que quepus,  vasijas, canastos y máscaras de gran tamaño son los protagonistas. La combinación perfecta del afamado arquitecto Bernardo Fort Brescia y los interioristas Caparra-Entelman.

El matecito de coca está ahí a disposición, en hojas frescas y verdes, si bien hemos bajado desde los 3399  metros de Cusco, es necesario. Lo mismo que una comida muy liviana y un reposo de lujo.

OLLANTAYTAMBO, EL MUSEO VIVIENTE

El cielo es azul intenso y  permite el esplendoroso contraste de antiguos puestos de vigilancia incaicos a cientos de metros de altura sobre los Andes peruanos. El taxi llega a la plaza del pueblo y desde allí con zapatos cómodos y sombrero para protegerse, se puede empezar una aventura fascinante, porque Ollantaytambo es el único museo viviente inca que existe .Sus habitantes viven hoy en las mismas casas de dos pisos en las que habitaron los miembros de la nobleza inca. El pueblo está  construido al estilo imperial y  además es una fiesta de colores, porque  usan sus trajes típicos; también es habitual que le respondan en quechua, y ahí termine la incipiente conversación….pero son amables, acogedores y nadie pone mala cara por tomarles una foto.

Buen panorama es ir a la feria, que por supuesto queda a pasos de la plaza y frente a la subida del Templo del Sol. Ideal hacerlo tipo 11 o 12 del día, antes que lleguen los turistas. Hay todo lo imaginable en confección artesanal. El Templo del Sol es de granito color rosa con sus superficies tan pulidas que fueron usadas como espejo, y desde donde como ocurre en todos los parque arqueológicos incas, se realizaban observaciones solares.

Como Ollantaytambo está a 2700 metros de altura, no es pecado saltarse el ascenso al Templo, e ir a  almorzar comida típica peruana o internacional. Hay locales bien establecidos y por supuesto la ocasión llama a una típica cerveza Cusqueña. ¿Por qué sabrá distinta?

Imperdible resulta caminar por las calles del Museo Viviente, el sector urbano donde todo tiene nombres incas y donde se palpa la vida diaria, como el bullicio de los escolares hablando en quechua. Son callecitas angostas, limpias y generalmente con un declive por donde corre agua….como en el tiempo de los incas.

Las construcciones de adobe que fueron palacios reales se distinguen por sus impecables puertas de madera. A simple vista  parecen pequeñas, pero detrás de cada puerta se descubren grandes espacios, y preciosos jardines donde el tiempo parece detenerse en un aire cristalino, extraño, mágico.

Para regresar a Urubamba hay dos alternativas, el taxi tomado en la plaza, o si se está con espíritu aventurero, pequeños buses populares y divertidos. Urubamba es un pueblecito singular, por decir lo menos. Enclavado en un paisaje de privilegio, tiene todos los servicios de una gran ciudad… pero en otro contexto, y en su plaza hay carteles que llaman a los niños a clases de inglés.
 
DEL SPA AL CIELO

Después de un día ajetreado nada mejor que ir a uno de los mejores spas del mundo, que conozco y está en el mismo hotel. Enorme, y dando  la impresión de emplazarse  al aire libre gracias a  sus grandes  ventanales acristalados, es realmente una experiencia notable de descanso, relax y bienestar, con  tecnologías que sorprenden.

El tratamiento de agua es mi favorito e incluye acupuntura de agua, ¡sensacional!, otros cariños, y el maravilloso reposo con cielo de día o de noche… ¡a elección!

De ahí al cielo, porque así se traduce del quechua el nombre del restaurante Hawa. Aunque hay variedad en Urubamba, este es un lugar precioso, deslumbrante y cálido. Pareciera que se está en medio de un bosque, cuyos arboles dan frutos que son las lámparas. Y de la gastronomía ni hablar, cocina novoandina, que usa productos orgánicos cultivados en el lugar, y  maestra en platos típicos como el cuy… para el cual aún no estoy preparada, aunque es el favorito de los “ricos y famosos”.

Para los que quieran ir directamente de Urubamba a Machu Picchu el hotel Tambo del Inka tiene su propia estación de trenes donde se puede abordar el Hiram Bingham del Oriente Express.

PISAC, LA TORRE DE BABEL

Ubicada a 3150 metros de altura, Pisac es un pueblo fascinante, con onda, y donde la mayor parte de sus habitantes son productores de artesanía. También está en el Valle Sagrado, llamado así por los incas debido a la fertilidad de sus tierras. Ha sido un pueblo sabio desde la época incásica, privilegiando los terrenos fértiles para crear las grandes terrazas agrícolas y estableciendo la ciudad inca y los lugares sagrados en altura. Recorrer cerca de 40 kilómetros en auto para verlos desde más cerca es lo ideal; el observatorio astronómico es uno de los sitios favoritos  y las ruinas de Pisac son un verdadero tesoro escondido por su importancia y magnitud.

En Pisac los incas captaban el agua en la montaña y la conducían por canales subterráneos. Fue un centro de intercambio de mercaderías reuniendo etnias de distintos lugares, y hoy  su plaza en los días peak, martes jueves y domingo, es verdaderamente una torre de Babel de nacionalidades. Lo mejor es tomar un taxi y llegar antes del mediodía a la plaza,  el lugar donde están los más bonitos aguayos y unkuñas (telas tejidas a telar donde  se llevan las ofrendas). Muchos decoradores se surten allí para sus proyectos.

Gastronómicamente Pisac también tiene lo suyo. Su especialidad son los platos de raíces mestizas, y también lo que llaman el “global food” platos tradicionales de oriente, con insumos locales. La oferta es interesante, y hay que darse un gusto con el Carré de alpaca en salsa de sauco y camu camu, o un clásico Lomito saltado de alpaca.  Si de refrescos se trata, no dejen de probar la Chicha morada.

CUSCO, UN LUJO ANCESTRAL

Capital del imperio inca, y principal ciudad del Virreinato, Cusco se hace notar: sus construcciones precolombinas albergan hasta los clanes funerarios de los distintos emperadores, y las edificaciones coloniales como  la Catedral, La Merced, La Compañía de Jesús, la Iglesia de San Blas y el convento de Santo Domingo hablan de oro y esplendor. En plena Plazoleta de Santo Domingo  está el Palacio del Inka,  hotel que junto al Monasterio, el Inka Terra y el Armwa Boutique son un lujo colonial. El Palacio del Inka forma parte la casa que perteneció al hermano de Francisco Pizarro, desde uno de cuyos balcones los Marqueses de Salas Valdés, posteriores propietarios, se dirigían al pueblo. Hoy, intacto, pertenece a una de sus suites del Palacio del Inka, donde obviamente todas las piezas de arte y el mobiliario son auténticos.

En Cusco también está la más refinada artesanía colonial, así como los más finos tejidos de alpaca, joyas de plata y modernas galerías de arte. La calle de San Blas 575 alberga un imperdible, es la panadería El Buen Pastor, maravillosa por su variedad, calidad de sándwiches y panes andinos, así como su ambiente celestialmente pulcro. Como que pertenece a las Hermanas del Buen Pastor y ha vencido en torneos franceses del rubro.

Una de las galerías de arte más espectaculares es el Museo Galería Mérida, que en exposición permanente exhibe las piezas de Edilberto Mérida, “el cusqueño universal” ya fallecido y cuya talentosa hija ha seguido la tradición. (Carmen Alto 133 San Blas)

Los buenos lugares para almorzar en Cusco, pero si se trata de una gastronomía de lujo andino, el restaurant Inti Ramy del Palacio del Inka es incomparable por su estilo, ¡cómo será que me atreví con sus famosos Ravioles de cuy braseado al romero, ajo y cebolla acaramelada! Obvio que previo paso por el bar, uno de cuyos muros es una auténtica construcción incásica, y donde no hay que perderse su imperdible pisco sour.

Después de eso, uno se puede ir a la cama feliz, para enfrentar al amanecer la aventura en Machu Picchu en el lujoso tren del Oriente Express, previa contratación de un guía personal en el hotel, que lo organiza todo. ¡Así da gusto viajar!