martes, 14 de febrero de 2017

LA NOTA DE LA SEMANA


 
EL INCENDIO DEL BALI HAI

La sangre es roja brillante y luego oscura. La de los caídos. La farándula y las redes sociales nos predisponen a gozar con los restaurantes que caen en desgracia. Cerró Fulanito, comentan mientras sonríen maquiavélicamente… pronto caerá Zutano y Mengano está pasando por muchas dificultades, aseguran. Se sabe más de los derrotados que de los florecientes. Poco interesa que un restaurante tenga buenos resultados. Más importan las quiebras, los cambios de propietarios o de chefs. Sangre es el leitmotiv.

Y desgraciadamente nos estamos acostumbrando. Ya no leemos con entusiasmo las críticas gastronómicas. Ahí no hay grandes emociones. Buscamos las desgracias de los otros para satisfacer nuestros más ocultos instintos. Nunca nos enteramos de los sacrificios y de las inversiones que existen tras la puesta en marcha de un local. Le damos la espalda a ello.

Este lunes amanecimos con la noticia de un incendio en el Bali-Hai. Un restaurante que a pesar de todos los comentarios –buenos y malos- es uno de los más conocidos y visitados de nuestra capital. Miles de turistas han disfrutado de sus espectáculos ya que es uno de los pocos restaurantes que incluye un show mientras se cena. Su gastronomía no es buena –más bien regular -, ya que bien es sabido que las agencias de viaje estrujan a los restaurantes para mandarles a sus pasajeros. Si mal no recuerdo, en nuestra capital, aparte del Bali-Hai, este tipo de espectáculos sólo es posible verlos en Los Adobes de Argomedo y en Los Buenos Muchachos. Tres restaurantes para una ciudad de siete millones de habitantes y cinco millones de turistas anuales.

En las redes sociales hicieron un festín con el incendio. Sin respetar la historia ni la trascendencia del lugar, a muchos les encantó saber que las llamas habían destruido parte de nuestra historia turística. Lo hicieron “bolsa”  sin misericordia alguna, como si mantener en pie un restaurante durante 37 años fuese algo absolutamente normal. ¿Alguien puede tirar la primera piedra?

¿Estamos tan mal como para llegar a estas instancias? ¿A qué se debe tanta hostilidad?

Hay algo que se llama ética y eso se aprende con los años. Personalmente creo que la crítica –y ese es mi oficio- causa un efecto positivo en la gastronomía. Pero pasar de la crítica a la “mala leche” no es conveniente para nadie… y reemplazar el limón por “Limón Soda” –la gaseosa-, aparte de ser un comentario estúpido, no le hace nada de bien a nuestra industria. (JAE)