LAS BANDERAS EN LOS
HOTELES...
y en algunos
restaurantes
Se
me vino a la mente escribir este artículo cuando un día 28 de julio (y no es
que esté atrasado en mis comentarios, sino que estuve reflexionando acerca de
ello) caminaba por las cercanías de La Moneda y miraba, con cierta
preocupación, las banderas del Perú (era el día del país norteño) y de Chile
flameando en los mástiles. Las peruanas, albas como camisa de marino; las
chilenas… gris, azul y rojo. Me dio vergüenza. Y eso que eran banderas
estatales.
Pero
eso no es nada. De ahí en adelante me detuve a mirar banderas. Y los hoteles se
vanaglorian de tenerlas. Izan una de ellas dependiendo la nacionalidad de los
turistas que alojen, aunque esta costumbre ya poco la ocupan. Generalmente es
azar. Pero llama la atención y molesta la gran cantidad de establecimientos que
una vez instaladas las banderas en el pórtico –o canopy- como le llaman
elegantemente, se olvidan de ellas.
Es
como si fuera una norma más de Impuestos Internos que hay que cumplir. El
tamaño no importa. Tienen que estar. Y así se ven hoteles en todo el país cuyas
banderas son ridículamente desproporcionadas al lugar. Y no sólo en tamaño
reducido, sino que sucias, deslavadas, hilachentas y permanecen por meses en
unos mástiles de dan lástima.
¿Estamos
haciendo turismo? ¿Vale lo macro más que lo micro en este aspecto?
En
Lobby abandonamos la hotelería cuando esta comenzó a ser algo de catálogo o en
serie por así decirlo y pocas veces nos referimos a ella. Una hotelería
uniforme y estándar no convence a nadie, tanto, que hoy en día las revistas
hoteleras no son de opinión. Y, aunque nos sigan gustando los hoteles, ya se
perdió la mística y la valorización de ellos en el público en general.
¿Para
qué las banderas si no se preocupan de ellas? Realmente la imagen que entregan
algunos establecimientos, más que ayudarlos, es para lamentarse. Si en
gastronomía hablamos que un baño sucio es un fiel reflejo de su cocina, tengan
a bien pensar los hoteleros que una bandera chica, sucia, descuidada y
deslavada es un reflejo del establecimiento. Y si bien el alojamiento sea
cómodo y económico, les duele a los turistas ver su bandera en un estado
lamentable.
Al
menos en nuestro país, no existe ni ha existido alguna vez ley o decreto, que
prohiba lavar las banderas. Es un error pensar lo contrario. En
consecuencia tampoco hay alguna norma que establezca sanciones por lavar nuestro
emblema Hacerlo no es una irresponsabilidad; todo lo contrario, lo inadecuado
es exhibir banderas con el paño teñido por del smog ciudadano. Sólo las
banderas militares no se lavan; para que su aspecto recuerde la crudeza de la
guerra a quienes las miran.
Si
queremos estar en las grandes ligas turísticas mundiales, es preciso
preocuparse de los detalles. No es una cosa micro o macro o que cueste mucho
dinero. Es un algo que distingue, y que si bien nadie le da importancia alguna…
a muchos les incomoda.
Recapaciten
y pongan banderas decentes en sus establecimientos. Y si no les da el
presupuesto, sáquenlas de frentón. Todos lo agradecerán (JAE)