UN VERSO PORTEÑO
Verso es un hotel. Moderno y construido en los altos del cerro Florida. Concreto a la vista donde resaltan versos de poetas nacionales y latinoamericanos para el placer de un turista culto -mayoritariamente europeo- que busca conocimientos más allá de diversiones extremas. Allí, y en un tercera planta recién adaptada para servir de comedor cerrado en invierno y al aire libre en verano, destaca la cocina del chef César Sierra, uno de los eternos sous chef de Francisco Mandiola, quien se radicó en Valparaíso para escapar de la locura de Santiago, encontrando en este establecimiento la posibilidad de mostrar su pulcra y avezada cocina, fruto de años de incógnita labor que incluso lo llevo a ser durante un breve tiempo el chef titular del Europeo.
Un
crocante snack de algas marinas preparadas con jibia, gel de naranja, limón y
jengibre, fue el inicio de una cena que fue acompañada seis variedades de vino
provenientes de Casa Marín, como el caso del Cartagena sauvignon blanc 2017, un
gran vino que inició esta particular cena.
Sin
precios aún, ya que esta cena fue una especie de pre estreno, los platos
preparados por Sierra no dejó a nadie indiferente: Pulpo con coles asadas y pan
de ajo negro; Merluza austral con ostiones y coliflores en salsa de naranja y
cúrcuma; Asado de tira acompañado de un cremoso de mote y papas topinambur;
Cordero con carbón de berenjenas, chimichurri y arilos de granada, más un
postre de pequeños cuchuflis rellenos con plátano y maní, confirmaron que Cesar
Sierra es un cocinero fuera de lo común y eso lo convierte en un gran aporte a
la gastronomía de Valparaíso, una ciudad que debería estar hace años en el mapa
culinario nacional, pero su estacionalidad turística no le permite un
desarrollo más profundo de su gastronomía.
El
clima y la vista hacen el resto. Sería entretenido que los propietarios del
hotel confeccionaran paquetes turísticos donde esté presente su gastronomía.
Sin turismo, Valparaíso y sus cerros no pueden estar en ningún circuito
gastronómico. Las ideas sobran, pero en invierno esta ciudad duerme. Es verdad
que en la temporada veraniega sus locales están repletos de público y todos
sonríen. Pero las grandes inversiones requieren retornos que van más allá de lo
vendido durante tres meses en todo el año. Aun así y con todos los altos y
bajos, Cesar Sierra, el chef de nuestra nota, pretende quedarse en las cocinas
de este moderno hotel que, aunque tenga pequeñas habitaciones y por el momento
algunas dificultades tecnológicas (curiosamente no hay TV abierta ni cable,
pero sí Netflix), es un oasis de paz, buen servicio y disposición.
A
la buena comida, sabrosa y bien atendida, se suma el aporte que pueden hacer
las viñas locales. Este es un tema aún no resuelto en nuestro país a pesar del
desarrollo vitivinícola que nos vanagloriamos poseer. En este sentido Casa
Marín está realizando un trabajo de desarrollo de sus marcas en “su” litoral… y
ese es un tremendo aporte para el desafío gastronómico de los restaurantes que
deberían darle prioridad a los vinos de su propia zona.
Luego
de años de receso (desde los tiempos de gloria del Pasta e Vino en el año
2005), Valparaíso está nuevamente armándose de buenos sitios y hoteles modernos
en sus cerros. El plano – o el centro de la ciudad- está en estado casi
calamitoso, pero en los cerros todo cambia. Vecino de La Sebastiana –la casa de
Neruda- y otros atractivos, el hotel Verso busca posicionarse con una vista
privilegiada, un servicio jovial y eficiente, más una gastronomía de buen
nivel.
Aunque
sus habitaciones son pequeñas, este lugar cumple requerimientos que se acercan
más a las necesidades de los adultos… que al atardecer, gozando un baño en los
hot-tubs al aire libre con una tremenda vista a la bahía de Valparaíso y una
copa llena de burbujas, comprenderán que existe un Valparaíso que vale la pena
disfrutar.