LA MODA VERDE
No
es fácil ser “verde” u orgánico. El compromiso con la tierra es muy grande y
muchas veces erramos el camino.
La
gastronomía de esos entonces era local. Pienso en los alemancitos que vivían en
el sur y se banqueteaban con chuletas kassler, longanizas y manzanas mientras
nosotros comíamos choclos a diente –a veces con gusanos- y chupábamos cuescos
de duraznos. Hoy tenemos de todo, en todas partes y muchas veces a precios
ridículos. Poco cuesta hoy hacerse vegetariano o vegano. Pero, ¿es real la
situación? ¿Cuánto está quedando realmente libre de químicos en nuestro mundo?
La
moda en esto de la alimentación es resultado de los tiempos modernos. Producto
de la abundancia por así decirlo. Me puedo declarar no consumidor de un
producto ya que tengo diez más para reemplazarlo. Puedo comerme una hamburguesa
de soya que reemplace la carne de una McDonald’s y me siento casi libre de
pecado. Claro está que nunca me preocupé cuáles eran las grasas animales que
aportaba el pan. Puedo decir que no como carne alguna pero si pescado, que
están saturados de metales pesados que contienen nuestros océanos. Puedo decir
que sólo como granos, sin preocuparme de la huella de carbono que se utiliza
para que esos granos lleguen a mi boca.
Es
difícil ser verde en estos días aunque amemos esa palabra.
En
la antigüedad, a los 40 ya se era un veterano. El lector podrá decirme que eso
no tiene nada que ver con la alimentación y en parte tiene razón. La medicina
se ha encargado de que cada día vivamos más. Pero la medicina y la farmacología
dependen de la química al igual que la agricultura. Nos duele algo y nos
tomamos un ibuprofeno y santo remedio. ¿Qué estamos metiendo en nuestro
cuerpo?: Ibuprofeno, lactosa monohidrato, almidón de maíz, celulosa
microcristalina, almidón glicolato de sodio, dióxido de silicio coloidal,
glicerol, estearato de magnesio, hipromelosa, dióxido de titanio, macrogol y
polisorbato. ¿Todo eso en un cuerpo verde y ecológico?
Posiblemente
sea para la risa pero es cierto. Hace unos días me comentaban que el plato más
codiciado de Puerto Natales era uno preparado con mango (el fruto verdadero).
¿Calculan el costo energético que significa llevar mangos a Puerto Natales,
casi la frontera sur de la tierra?
¿Le
interesa esto a los vegetarianos o a los veganos?
Para
ser verde hay que ser consecuente. (JAE)