EL CHILENO Y LA COMIDA
CHINA
¿Le
gusta al chileno la comida china masiva?
Buena
pregunta y muchas respuestas. Más de algún purista dirá que lo que se come en
Chile como comida china es una representación a la chilena de la comida
cantonesa y que esa gastronomía es bastante más que eso. Razón tiene nuestro
“purista”. Sin embargo el fenómeno de la comida china-cantonesa en nuestro país
llegó para quedarse por mucho tiempo. Es una comida popular y económica y por
ellos muchos le quitan la vista de encima y niegan vínculo alguno con el
chapsui, el filete mongoliano y el arrollado primavera. Sin embargo no hay
barrio que se distinga que no tenga un par de restaurantes chinos. Está claro
que por mucho restaurante peruano que exista en el país, los locales chinos
llevan una gran ventaja.
Como
la cumbia, que se transformó en baile nacional, la comida china se ha
involucrado tanto en nuestro ideario colectivo que es prácticamente
insustituible en las salidas a cenar de gran parte de nuestra población. Rápida
de elaborar, digerible y buena sazón son los puntos a favor. Buen precio y
abundantes porciones también son factores importantes que consideran los
habitúes. Definitivamente el pueblo –el 94 % de nuestra población- prefiere el
wantán a las giosas; el arrollado primavera al sushi y el pollo chiten al
teppanyaki.
¿Sabiduría
china? Es posible. Estadísticas nos indican que sólo un 4 a un 5 % de nuestra
población accede a restaurantes de categoría. Esto es un universo de 800 mil
habitantes. Son los mismos que compran vino embotellado. El resto, cerca de 16
millones de compatriotas se conforma con el vino en caja, el chimbombo, las
garrafas; el fast food, la comida china, peruana y otras cocinas económicas que
se han instalado últimamente gracias a la inmigración de latinos a nuestro
país.
Y
a pesar del éxito de esta cocina, aun no logra fusionarse con nuestra propia
gastronomía. Por ello es quizá que los peruanos –que avanzan a paso gigantesco-
descubrieron hace años que la fusión de diferentes gastronomías los haría
famosos. Juntaron lo inca con lo africano, lo chino y lo japonés y hoy es
considerada como una de las cocinas más sabrosas del mundo. ¿Sabía el lector
que antes que los japoneses les enseñaran a los peruanos cómo se comía el
pescado, nuestros vecinos elaboraban una especie de puré con pescado
desmenuzado para hacer el cebiche, al igual que nosotros?
Poco
nos atrevemos para revolucionar nuestra cocina. La queremos pura,
ojalá con quínoa, amaranto y chaguales para diferenciarnos. Es posible que el
aislamiento en que vivíamos hace unas decenas de años nos haya marcado un
carácter conservador en nuestra gastronomía. Pero ya no estamos aislados. Somos
parte de una comunidad mundial y también queremos que nos distingan por una
cocina vanguardista. Existen los chefs y las materias primas necesarias. Es
posible que sólo falte algo de audacia para incorporar a nuestro recetario
raíces foráneas que siendo parte de nuestra actual idiosincrasia, aun las vemos
como ajenas y lejanas.
No
crea que este sea un pensamiento estúpido y fuera de foco. La cazuela y la
cueca están para la foto; la cumbia y posiblemente una cocina nacional
repensada serán para el chileno del futuro. De repente creemos que nos estamos
quedando detrás de todos. Lejos de los que experimentan y de los que se
renuevan. Y eso hay que revertirlo pronto. Chile no debe ser sólo materia
prima. De eso hemos vivido durante siglos pero lo que nos dará distinción es el
valor agregado de nuestros productos. Y para allá hay que mirar. (JAE)