NO MAS CARPAS, POR FAVOR
Escribo
de capitán a paje ya que ejemplos sobran. Ahora que comenzó el buen tiempo y
los empresarios sacan las carpas que han estado en las terrazas durante el
invierno, es momento de evaluar no solo los resultados de la temporada
invernal, sino también de la estética que por lo general arruina el paisaje y
el buen gusto de muchos.
No
hay carpas bonitas y eso hay que tomarlo en cuenta. Es cierto que una carpa
ayuda a tener más espacio para que los clientes estén más cómodos y temperados
en invierno, pero por desgracia la estética se va al carajo.
Casas
grandes y lindas convertidas en restaurantes, con fachadas majestuosas, se
deterioran visualmente en invierno con soluciones poco aceptables, no son el
remedio para una ciudad o país que cada día recibe más turistas. Santiago
encarpado no es una solución para ellos y tampoco para los propios residentes
de la ciudad, ya que esperan –eternamente- una solución distinta a una carpa de
plástico con ventanas transparentes del mismo material, para más encima
calefaccionada con una estufa que hace hervir la cabeza.
Como
ejemplo digno de destacar positivamente es El Bohío del hotel Sheraton. Desde
sus inicios un espacio al aire libre que se utiliza sólo en primavera y verano
y cuyos ejecutivos se han negado a revestir los muros perimetrales para servir
de comedor en tiempos fríos. Ellos tienen conciencia que la estética es parte
fundamental de su negocio y no transan por pesos más o pesos menos.
Sabemos
que existen trabas municipales para no poner estructuras más pesadas en las
terrazas de los restaurantes. Trabas tan difíciles como las famosas patentes de
alcoholes que limitan los buenos emprendimientos gastronómicos. Pero en esta
nota estamos hablando de estética y no de leyes absurdas. Estamos de acuerdo
con los toldos y paraguas… feos, desteñidos y todo, pero al menos le dan un
sentido de continuidad al paisaje. La carpa desentona y aparte de ser antiestética,
poco contribuye a que la ciudad sea (o se vea) un poco más decente. Esperemos
que en estos meses de canícula los propietarios de restaurantes con carpas
piensen en alguna solución más atractiva para sus comensales, con el fin de
tener una ciudad más acogedora y menos contaminada visualmente. (JAE)